No negaré que Lena Dunham haya tenido un par de ovarios para ser capaz de mostrar en pantalla durante tres temporadas una serie que no ha estado exenta de polémica. Además, la actriz, guionista, productora y directora ha conseguido colarnos un esperpento de historias cruzadas durante tres años sin despeinarse en el intento y saliendo airosa de todas las críticas, que no han hundido a la joven, sino todo lo contrario, cada puñal recibido por la crítica fortalece a Dunham.
El problema llega cuando la serie no da más de sí, o cuando algunos nos cansamos de dar vueltas sobre lo mismo, cuatro personajes femeninos que se encuentran en situaciones absurdas y que difícilmente nos podemos identificar con ellas y sus mundos divinos, a la vez que excéntricos.