Despidiendo ‘Modern Family’: Los Tucker-Pritchett (II)

ABC no ha sido el primer canal, ni ‘Modern Family’ la primera serie, en mostrarnos que existen otros tipos de familias más allá del estereotipo tradicional "papá + mamá + sus retoños". Sin embargo, gracias a esta comedia han logrado normalizar en prime-time de una network una relación como la de Cam y Mitchell, y la ya no tan pequeña Lily.

Hemos visto crecer a esta pareja, enrocada en una eterna rivalidad que los hace muy graciosos, siempre compitiendo entre ellos, pero al final todo queda en un juego de niños. Lily no tardó en ganar en madurez a sus padres, que se han mostrado sobreprotectores con su hija, sin dejar de lado su vida social, llena de reuniones, fiestas y conciertos con su excéntrico grupo de amigos. Puede que a veces se hayan pasado con los tópicos, pero lejos de criticarlo, creo que lo han hecho con buen gusto y desde el respeto, no debemos olvidar que es una comedia, si miramos todo con lupa deja de tener gracia.

Uno de los sueños que ha perseguido la pareja durante esta larga década ha sido la de ampliar la familia. Hace tiempo que se quitaron esta idea de la cabeza, pero en la recta final de la serie parece que van a conseguir aquello por lo que tanto lucharon. Además, queda en el aire la posible mudanza por el cambio de trabajo de Cam, que ha convertido su hobby en la forma de ganarse la vida. Todos sus deseos se cumplen, qué suerte vivir en una comedia americana.

A decir verdad, Mitchell siempre ha sido más desafortunado que su marido. Sin embargo, perder el trabajo en el que estaba estancado le ha servido para abrirse nuevos horizontes y descubrir un Mitchell más relajado, dentro de lo despreocupado que se puede mostrar este nervioso e inseguro personaje. Me gustan las escenas que comparte con su hermana Claire, sus caracteres chocan tanto que en pantalla encajan de maravilla, por no hablar de las menciones a sus anécdotas del pasado, que curiosamente suelen dejar en mal lugar al pelirrojo. Un auténtico loser.

Las tramas de Cam siempre han sido más bizarras, como su pelea con los payasos Fizbo que ha hallado por el camino o las veces que se ha reencontrado con sus raíces en la América profunda. Si me tengo que quedar con uno de los dos elijo a Mitchell, porque Cam se me hace demasiado intenso en algunas ocasiones, aunque me fascinan sus gritos de histeria cuando algo le sorprende. Por el contrario, creo que alargar la estancia de la hermana y el sobrino de Cam en su casa fue un error.

A la que hemos visto crecer literalmente ha sido a la hija del matrimonio, convertida ya en toda una adolescente. El cambio de actrices en las primeras temporadas no ha supuesto ningún trastorno para el transcurso del personaje, que ha pintado más bien poco en las once temporadas. No obstante, Lily aporta ese punto de frialdad que le falta a la pareja, no me disgusta, aunque a la actriz le falte sangre, pero puede que vaya bien con el carácter de la hija de Cam y Mitchell.

Forman una de las parejas más honestas y entrañables de la televisión, se les echará en falta cuando todo acabe el próximo mayo. Mitch y Jay también han acercado posiciones, superando los prejuicios del carcamal de la familia, al que su hijo se parece más de lo que piensa. Cam siempre ha sido bienvenido entre los Pricthett, algo que no ocurre siempre, para desgracia de Phil. Deberían cundir el ejemplo, y en los pequeños detalles de ficciones como ‘Modern Family’ está la clave para llegar al público y erradicar la intolerancia que parece que se está extendiendo en los últimos años.

Dale al Stop en Twitter e Instagram