Aunque sigo de mal humor por la no clasificación de Islandia, una de mis favoritas, para la final de Eurovisión, voy a hacer de tripas corazón para rematar este repaso a las 40 canciones de este año. Tras las dos semifinales en las que ya hemos visto posibles ganadores llega el turno del Big Five, del país anfitrión y del país invitado. Además, ya sabemos cuál será el orden de actuación para mañana: Edurne interpretará su Amanecer en el puesto 21, después de Rumanía y justo antes de Hungría. ¿Será un buen presagio?
17 países más pasarán por el escenario de Viena mañana por la noche buscando el pase a la final. Sólo 10 de ellos lograrán sumarse al Reino Unido, Italia, España, Alemania, Francia, Austria y Australia (países directamente en la final) y a Albania, Armenia, Bélgica, Estonia, Georgia, Grecia, Hungría, Rumanía, Rusia y Serbia. Vamos ya con el repaso país por país:
¡Alegría, alegría! ¡Esta semana es Eurovisión! A partir de mañana, Europa entera estará pendiente de qué hace su país en el escenario de Viena y, como es costumbre, en Teuvemix toca analizar todas y cada una de las canciones que veremos y escucharemos. Hoy inauguro la semana repasando las canciones de la primera semifinal, en la que votará España, que podremos ver en directo mañana a las 21h en La 2. Vamos con las primeras 16 canciones:
¡Por fin es viernes! Con él llegamos al tramo final de esta galería de los horrores, de esta colección de los mayores abortos sónicos que hayamos podido ver y oír en Eurovisión, de este escaparate de despropósitos y vergüenzas ajenas. Sin más preámbulos, vamos con las cinco peores canciones que España haya mandado jamás a Eurovisión.
Entramos en el top 10. Tras Soraya, Alejandro Abad, Lydia, Ramón y Serafín Zubiri, hoy repasamos cinco canciones que nunca deberían haber ido a Eurovisión. Ya sea por su lamentable interpretación, por lo mal que han envejecido, por el WTF que provocaron en Europa o porque, simplemente, eran malas, estas cinco engendros del demonio canciones merecen ocupar la parte media de la tabla.
A sólo una semana de que arranque en Viena la semana del año más importante para el europeísmo, echo la vista atrás para recordar las peores canciones que España ha mandado a Eurovisión. Todos estos años participando en el festival (con más pena que gloria, tampoco nos vamos a engañar) nos han dejado un montón de morralla musical que, si hemos tenido suerte, habremos olvidado con el paso del tiempo. Y así como el año pasado repasé las quince mejores canciones que han representado a España, este año toca fijarse en las quince peores. Empecemos, pues, con el top 15:
Mañana, además de ser viernes -lo que ya de por sí es motivo de celebración-, empieza algo que nos va a estar taladrando las próximas dos semanas: ¿el bombardeo de noticias sobre los ensayos de Eurovisión? No (aunque también), la campaña electoral. Sí, pequeñuelos y pequeñuelas, mañana arrancarán una vez más esos quince días en los que los partidos políticos van a estar sacando pecho cual palomos en celo en busca de lo que más codician y desean de este mundo: los sobres con dinero negro nuestro voto.
Hoy es un día de celebración, amiguitos. Y no me refiero a Sant Jordi, ese día en el que los catalanes salimos a la calle como si no hubiera un mañana en busca de libros y rosas, sino a que queda un mes exacto para la final de Eurovisión. A sólo 30 días de presenciar la actuación de Edurne en Viena, creo necesario que nos detengamos a analizar cómo están las cosas en este momento crucial: la maquinaria eurovisiva está a punto de ponerse a funcionar a pleno rendimiento y no nos puede pillar con el pie cambiado. ¿Qué cosas tenemos que tener en cuenta de cara al próximo 23 de mayo? ¿Qué hay que saber para no quedar como un ignorante cuando alguien os pregunte sobre Eurovisión 2015?
Sólo hay una cosa mejor que estar de vacaciones: y es estarlo cuando todo el mundo a tu alrededor tiene que trabajar. A esta hijoputesca conclusión he llegado tras haberme pasado un puñado de días dando vueltas por el norte de Europa, congelándome de frío en calles de nombres impronunciables, dejándome siete euros como siete soles para poder tomarme una mísera cerveza o intentándome explicar el motivo por el que un señor nórdico decide ponerse en manga corta ante unos pingües rayos de sol cuando el termómetro marca 4 grados centígrados.
Yo, que empecé la semana levantándome lozano y resplandeciente, consciente de la cercanía de las vacaciones a pesar de enfrentarme a un lunes largo y lluvioso. Yo, que a pesar de que fuese lunes decidí regalar sonrisas gratis a todo transeúnte con el que me cruzase por la calle. Yo, que me había hecho el firme propósito de no mandar a nadie a la mierda hasta -al menos- las siete de la tarde. Yo, que me envolví en un manto de optimismo y estúpida alegría para afrontar estos diez días que faltan hasta las vacaciones, vi como toda mi fe en la humanidad se iba a la mierda en cuestión de segundos. Y la culpa, para variar, la tuve yo al abrir Tuiter nada más salir de casa. Quién me mandaría a mí.
0:10 El videoclip empieza con un lozano joven cubierto de harapos y con el mismo peinado que Markus de ¿Quién quiere casarse con mi hijo? que mira desconfiado a lo lejos. Puede que se acerque una tormenta o que no vea si el autobús que viene el suyo.
0:13 Ah, no, que lo que ve es un tigre. Pues vale, bien.
0:17 El chico corre por un campo de trigo y Edurne empieza cantando "Se fue...". Vale, lo pillo, a eso se le llama 'reforzar el mensaje'.
La semana se le avecina negra, a Belén Esteban. Por primera vez desde que empezase este delirio audiovisual que es la tercera edición de Gran Hermano VIP, la de San Blas está nominada. Y si nos atenemos a los porcentajes del domingo en el Debate, tiene muchísimas papeletas para ser la próxima expulsada de la casa de Guadalix. Y yo, os lo debo confesar, tengo unas ganas locas de que así sea.
Cuando se confirmó su participación en Gran Hermano VIP, ya se veía venir que su paso por el programa sería una prueba de fuego para la Esteban. Tras unos años de sobreexposición mediática en los que ha sido encumbrada a las más altas cimas de la miseria (que diría Groucho Marx), desapareció para recuperarse de sus adicciones y volver renovada cual ave Fénix. O eso pensaba ella. La imagen que nos vendió de mujer serena con las cosas claras que estaba por encima de todas las críticas que se vertiesen sobre ella no tardó en empezar a resquebrajarse a las pocas horas de entrar en GH VIP.