Catorce ediciones que han pasado por Telecinco, más de 200 concursantes y otras tantas expulsiones. '
Gran Hermano' sigue dando que hablar, cada año surgen nuevas polémicas o conflictos dentro y fuera de la casa, y aunque
en esta edición hayan tenido que tirar de factores externos al concurso, el programa presentado por Mercedes Milá se ha sabido defender sin perder su esencia.
Muchos puristas critican de '
Gran Hermano Catorce' precisamente eso, la pérdida de la esencia del reality-show pionero en España. Desde este blog lo veo diferente, lo que el concurso intenta es la
reinvención, introduciendo nuevas reglas y saltándose otras que han acompañado al programa desde el principio. La barrera de la incomunicación respecto al exterior es la que más veces han decidido saltarse este año, seguramente debido al nulo movimiento que había dentro de la casa.
Constantemente entraba información de fuera, simplemente partiendo de la base de que cada semana uno (o dos) participantes nuevos entraban ya avanzado el concurso, aunque a veces el mismo programa ha dejado que familiares o los propios expulsados metan dosis de información y su consecuente desestabilización, algo que antes importaba mucho. Mirado fríamente también forma parte del concurso saber mantener el tipo ante depende que informaciones del exterior, y en eso la ganadora ha sido un ejemplo.
Susana Molina es merecedora del premio final, siempre se ha mostrado segura de sí misma, tomando las decisiones que ella ha creído convenientes en cada momento, sin dejarse influir por los Montoya, Mercedes Milá o su propia madre. Su personalidad marcada ha ganado a gran parte del público, sin armar ningún escándalo para hacerse notar y con una muy buen compañera de aventuras, Argi, que desgraciadamente no pudo acompañar a la murciana en la
segunda etapa del concurso.
No obstante, Igor fue muy buen sustituto de la vasca, intentó conducir a Susana por el buen camino, ya que él jugaba con ventaja, era un repescado y sabía cómo se veía todo desde fuera. Por eso Igor también ha conseguido un buen segundo puesto,
cualquiera de los dos hubiera sido merecedor del premio, ambos se han mostrado claros y han recurrido a la estrategia si lo han necesitado para sobrevivir en '
Gran Hermano', porque no debemos olvidar que se trata de un concurso.
Este año han entrado 25 concursantes en la casa de Guadalix de la Sierra, pero muchos de ellos han pasado desapercibidos y seguro que en dos días nos cuesta relacionar algunos nombres con sus caras, Yessica, Adrián, Iván o Nacho son algunos de los ejemplos, muebles que han tenido entrevistas efímeras, por muchos días que hayan pasado encerrados entre cámaras.
Por eso la siguiente edición debe estar mejor estructurada, con un casting más destacado y con menor número de participantes, para no correr el riesgo de que varios se camuflen con el mobiliario de la casa. No ha tenido sentido el ir y venir de tantos concursantes, para que en menos de una semana se carguen a siete del tirón y den paso a una final atropellada. Después de catorce años son pequeñas-grandes cosas que deberían saber pulir más que de sobra, como la manera de proclamar al vencedor, cada año más ridícula, quedando la sensación de improvisación.
Con todo ello, con lo bueno y con lo malo, '
Gran Hermano 14' se despide como la edición menos vista hasta el momento, eclipsada por la competencia tanto en su estreno (coincidió con el desenlace de '
Tu Cara Me Suena' en Antena 3) como en la gran final, superada por el fenómeno de la temporada, '
Masterchef' en La1. Por eso, vendría bien un poco de humildad, menos contraprogramación, no cambiar a su antojo los días de galas o debates y reducir la dictadura en plató, porque
Mercedes Milá es insuperable en su papel, pero no siempre tiene la razón, ni tampoco siempre hace lo que le 'sale del bolo', no sin antes tener la aprobación de Vasile.
No obstante, aquí estaré esperando a 'Gran Hermano Quince', y si es con un largo, y merecido, descanso para el equipo y el formato mejor todavía.