(No contiene spoilers relevantes)
La primera temporada de '
True Detective' fue una de las más aclamadas el año pasado, su toque novedoso y la forma de ofrecer
una historia compleja en un envoltorio sofisticado atrajo a crítica y público. No parece que el resultado se vaya a repetir esta temporada, eso no significa que descarte que sea un éxito o que muchos aplaudan la nueva labor de Nic Pizzolato y compañía, pero hasta ahora la historia carece de originalidad.
Cualquier
thriller o novela negra se asemeja a esta '
True Detective', puesto que sobre la mesa hay conceptos que ya hemos visto en otras ocasiones. La serie empieza con la muerte de un hombre relacionado con negocios turbios, y muchos de ellos articulados por Frank Semyon (Vince Vaughn). El papel de Semyon va a ser clave en esta temporada, su estrecho vínculo con uno de los detectives que lleva el caso le da ventaja en este desmantelamiento que ya ha dado el pistoletazo de salida.
Vaughn es el actor que menos me atrae de los cuatro protagonistas, no hace creíble al personaje, o tal vez sea el personaje el que no me logra convencer y echa por tierra el trabajo del actor.
En cambio, Colin Farrell me parece uno de los puntos fuertes de '
True Detective',
un personaje con muchos matices y denso, al que se le va conociendo muy poco a poco. Ray Velcoro no es un detective del que uno se pueda fiar, su relación con esa especie de mafia que lidera Semyon hace que dudemos de él desde el primer instante. En lo personal tampoco le va nada bien, su mujer y su hijo están distanciados de Velcoro, que trabaja en el Departamento de Policía de Vinci, ciudad ficticia que dará mucho que hablar, por sus historias de corrupción y violencia. Mención especial a la escena con la que termina el segundo episodio, ¿pertenecerá a un
flashforward? No digo más...
El elenco protagonista lo componen otros dos actores, los jóvenes Rachel McAdams y Taylor Kitsch. Ella da vida a Ani Bezzerides, una detective que se toma muy en serio su trabajo, tiene una pose de amargada que tiene su explicación, ya que su familia está hecha añicos. La hermana trabaja en la industria del porno mientras coquetea con las drogas, y el padre está de retiro espiritual, o lo que esté haciendo allá donde esté con la pinza totalmente ida, en plan secta. Ani está sola, se resguarda en el trabajo, lugar donde está cómoda y olvida que su vida es más bien una mierda.
El personaje de Kitsch es oscuro, es difícil saber lo que piensa en cada momento, eso le hace interesante. Interpreta al agente Paul Woodrugh, un ex soldado marcado por su pasado, como sus compañeros de reparto. Paul tiene cicatrices físicas, pero todo apunta a que las psicológicas son las que más le van a perjudicar estos ocho capítulos. Él encontró el cuerpo del delito, y gracias a ello forma parte de la trama principal de '
True Detective', la que une a estos cuatro complicados personajes.
La serie no tiene mucho en común con su primera etapa, ni siquiera la atmósfera que se crea es similar. En este caso han optado por un paisaje más oscuro, incluso la cabecera es tétrica, con esa música única y reconocible. Los paisajes, a pesar de ser diferentes, siguen siendo magníficos, nos trasladan al entorno de la serie, algo que no es tan fácil de conseguir, sobre todo cuando se trata de una ciudad que no existe en el mundo real. Además, es un acierto que Vinci sea un personaje más en esta historia.
El ritmo de '
True Detective' es lento, también lo era en la primera temporada, pero me da la impresión de que esta vez
han abusado del blablabla, o al menos en los dos primeros episodios parece que hay demasiadas conversaciones y diálogos que no llevan a nada. No obstante, me gusta que se arriesgue con este tipo de formatos, la calidad prima sobre la intención de contentar al gran público, para que luego digan que el verano es para no pensar.