'The Killing' nos deja, por fin, con un buen sabor de boca

Rosie Larsen y su familia por fin pueden descansar en paz, al menos ha salido a la luz toda la verdad sobre la muerte de la joven. Tras 26 días de investigación, Sarah Linden y su compañero Holder han destapado el caso Larsen de un modo magistral, aunque las lagunas o las torpezas no queden exentas de la investigación. El episodio final ha resultado ser todo un homenaje al thriller que ha marcado a gran parte de la audiencia durante sus dos años de emisión en el canal AMC.

En el último capítulo la protagonista indiscutible es Rosie Larsen, ya no nos sirven los problemas de la inspectora Linden con su hijo o la relación de ésta con Holder. Tampoco han tenido cabida en este desenlace los tejemanejes políticos que han estado a la sombra de 'The Killing' durante estos dos años. No obstante, un pequeño espacio del final ha estado bañado por esta trama, el trabajo poco ético del ayundante del candidato a la alcaldía Darren Richmond, Jamie Wright, ha desencadenado una serie de sucesos y malentendidos que han terminado con la vida de Rosie.

La adolescente escuchó algo que nunca debió saber en la décima planta del casino Wapi Eagle. Una vez descubierta por Wright, éste la golpeó, dejando así inconsciente a la chica e incluso dándola por muerta. Cuando el fiel ayudante de Richmond se sincera con el candidato a alcalde recibe el rechazo de éste. Además, todo se tuerce cuando saca un arma de la chaqueta y llegan los detectives Linden y Holder junto a la compañera de Wright, Gwen Eaton, otra ayudante con pocos escrúpulos, pero con algo más de dignidad que el manager de la campaña por Richmond.

Wright apunta a Sarah Linden con una pistola que ni siquiera está cargada, pero Holder prefiere no comprobarlo y dispara sin más miramientos a uno de los culpables de la muerte de Rosie Larsen. Hasta aquí todo es más o menos previsible, o al menos no tan sorprendente como nos podríamos esperar de una serie que nos ha mantenido en vilo más de dos años.

El pastel lo completa la tía Terry. La joven se ha volcado con los Larsen desde que Rosie desapareciera, y más incluso esta segunda temporada, cuando Mitch ha decidido emprender un camino diferente por su cuenta para desconectar y estar en soledad. Finalmente Mitch ha vuelto, y tras varios encontronazos con su marido Stan todo parece que vuelve a la serenidad, al menos en la medida de lo posible. Pero es el faro roto del coche de Terry el que detona una nueva bomba que muchos no esperaban.

Linden estuvo detrás de aquella pista durante varios episodios, y es ahora cuando, atando cabos, ese detalle pone a la tía Terry en el disparadero. Terry, enamorada de un hombre poderoso y casado, es capaz de cualquier cosa por salvar ese amor, por Michael Ames. Estos dos, junto a Wright, estaban en la orilla del río en el que agonizó Rosie, y fue la propia Terry quién empujó el coche al agua (con el cuerpo vivo de su sobrina dentro) sin saber que se trataba de ella.

Momentos del final como la despedida de Rosie o el sollozo de Terry ponen los pelos de punta al espectador. Pequeños impactos han hecho de 'The Killing' una gran serie que permanecerá a largo plazo en la memoria de los más seriéfilos.

Un final redondo que debió haberse resuelto bastante antes. Las pistas que llevan a otras pistas terminaron pesando en la ficción de la AMC, y alargar sus tramas solo perjudicó a la serie. Seguramente así termine el paso de Sarah Linden por la televisión, ha sido un gusto conocer a una detective con estos matices, al igual que a muchos otros personajes que han aparecido por este thriller bien construido, con sus más y sus menos.

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