'The Following' se queda sin nadie a quien seguir

La serie de FOX ya va por la tercera temporada, así, a lo tonto, Kevin Williamson nos ha conseguido colar ya un porrón de episodios sin sentido. De todos modos, soy de esos masoquistas que a pesar de ver mil fallos en 'The Following' no puedo dejar de seguirla, aunque la premisa inicial se volviera inverosímil tras los primeros episodios.

Kevin Bacon cada vez es menos creíble, y no hablo solo de su odioso personaje, ese poli que va de duro y en realidad es un pringao con todas las letras. El actor está perdiendo credibilidad a pasos agigantados, yo todavía no me explico por qué ha aceptado continuar con este esperpento que no hay por donde cogerlo.

No obstante, aunque parezca mentira después de mis primeras líneas, hay razones por las que vale la pena seguir confiando cada semana en 'The Following'. La primera de ellas es la forma de crear tensión, todos los personajes están en constante peligro, la muerte les acecha, y ese riesgo le pone a 100 al espectador, al menos a esos que somos fieles a la serie, los pocos que quedamos.

Ver qué ocurrirá con el equipo de Ryan Hardy y conocer el desenlace de los nuevos descerebrados que se van uniendo al grupo/secta de Joe Carroll es un buen aliciente para permanecer atento a las tramas. Lástima que este año no hayamos tenido ni una sola imagen del escritor frustrado. Carroll fue imprescindible en la primera etapa, cayó tan bajo como su némesis en la segunda parte, y está totalmente ausente en la actualidad.

El sustituto de Carroll es Mark, el gemelo que sigue vivo, fue un descubrimiento el año pasado, pero los guionistas están abusando de su importancia presencia. No tiene el potencial de Joe, y a la vista está que cualquiera le puede torear a su antojo, como hace la nueva pareja de la serie, Daisy y Kyle (un gustazo volver a ver en acción a Hunter Parrish, el que fuera Silas en 'Weeds').

En segundo plano quedan las relaciones sentimentales que tan poco nos interesan. La de Ryan Hardy con Gwen se ve venir de lejos que no va a funcionar, y esta chica tiene todas las papeletas de ser la próxima en traicionar al agente. Max y Mike han empezado distanciados, pero todo apunta a que terminarán unidos, sobre todo ahora que el novio de la joven ha descubierto el pastel, de la forma más tonta y poco creíble jamás imaginada, como no podía ser de otra manera en 'The Following'.

Lo de dejar escapar a los asesinos frente a sus narices es mítico en Hardy y su equipo, se ha convertido en un ritual que nunca falla. Aunque los del otro bando, los malos, tampoco son mucho más lúcidos, en ocasiones da la sensación de que estamos frente a una batalla entre dos grupos "limitaditos". Quizás esta sea una nueva razón para disfrutar de 'The Following', porque no cualquier serie sirve para reírse de ella y de sus numerosos defectos. No obstante, ya va siendo hora de cerrar esta comedia disparatada.

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