(Contiene spoilers de la 3ª temporada)
Este año ha sido el de Cathy Jamison, otra vez. El egocentrismo de la protagoista de '
The Big C' empezó gustando y hasta era comprensible, desde el primer momento de la serie Cathy sabía que tenía cáncer y mientras que en la primera temporada lo mantuvo en secreto alejada de las medicinas convencionales y dándolo todo por perdido, en la segunda etapa del serial Jamison intentó salir de ese calvario, luchar contra el cáncer y enfrentarse a la quimioterapia.
La tercera temporada de 'The Big C' ha dado un paso hacia atrás, el argumento inicial de la serie se ha desplomado por completo y ahora Cathy está feliz y sana, pero sigue sumida en su ego.
No es nuevo decir que todo el reparto de la comedia negra está influenciado por las decisiones del personaje de Laura Linney, porque a veces
en vez de 'The Big C' a la serie le pegaría más llamarse 'The Big L', por el lucimiento exclusivo de Linney, llevado a extremos en esta última tanda. Los guionistas no han tenido reparos en despreciar a los personajes secundarios, concediéndoles escasos minutos en la ficción o con tramas insulsas. Pero Cathy también ha protagonizado alguna que otra trama anodina en la serie este año, su pasión por tener otro hijo, la madre de alquiler y el engaño de ésta y su marido han ocupado media temporada para terminar en nada, de relleno.
Incluso Susan Sarandon ha estado totalmente desaprovechada, empezó con muy buen pie, mostrando una nueva forma de plantarle cara a la enfermedad, pero desde su aparición hasta el impactante desenlace de su personaje (Joy) no ha ocurrido absolutamente nada. Joy tonteó con Paul sin llegar a nada, y Cathy se ha pasado una larga temporada haciéndose pasar por otra persona en una taberna inglesa, tampoco ha llegado a nada.
En el capítulo final podemos ver algo de la primera Cathy que conocimos, egocéntrica, sí, pero al menos caía simpática, con el puertorriqueño que no entendía ni una palabra de inglés y con una Cathy a corazón abierto, confesando que es consciente de que pronto recibirá malas noticias. El último chapuzón de Cathy podría ser el definitivo, deja atrás a su familia, a sus amigos (si es que le queda alguno vivo) y a su vida, se lanza al mar en busca de un último atisbo de esperanza.
Showtime no ha anunciado si la tercera temporada será la última de la serie, y como final definitivo puede ser aceptable, aunque un último episodio con los días finales de la protagonista no estaría de más. En este desenlace Cathy sigue siendo ella misma, egoísta, no se para a pensar en lo que deja atrás, su hijo Adam, su amiga Ababuo aka Andrea, su hermano Sean o su marido Paul. Ellos no interesan, ni a los responsables del serial, ni a la protagonista, ni tampoco tal vez a la audiencia.
Andrea ha estado insoportable durante los 10 últimos capítulos, su cambio de actitud y de identidad no le han dejado brillar. El que también ha cambiado de ideología ha sido Adam, ahora está interesado en la religión cristiana, aunque no está claro si lo hace por amor, por sexo o por ideales. Sean ha pegado un cambio radical, el personaje que más ha evolucionado, ha pasado de mendigar en las calles a ser pluriempleado, no solo limpia el instituto de la ciudad, también se hace propietario de un teléfono erótico para gays. ¿Y Paul? Él también quiere una segunda oportunidad, tras sobrevivir al infarto del final (engañoso) de la segunda temporada Paul quiere convertirse en una Cathy masculina.
El mal sabor de boca que deja la tercera etapa del serial hace que prefiera finiquitar '
The Big C' para siempre. No obstante, no olvido las dos grandes primeras temporadas, así que
si Cathy está dispuesta a volver con el armamento de los inicios yo no dudo en dar otra oportunidad a los Jamison.