'The Big Bang Theory' T7: pequeños cambios que la hacen grande

Ya son siete las temporadas que se han emitido de 'The Big Bang Theory', y lejos de oxidarse o quedarse obsoleta, la comedia de la CBS no solo continúa cosechando las mejores audiencias de la televisión actual, sino que también logra convencer al público con golpes de humor que ya asociamos con el estilo propio de la serie.

Soy consciente de que muchos de los seguidores echan de menos los inicios de 'The Big Bang Theory', pero por suerte no me encuentro entre ese grupo. La sitcom ha mejorado con el tiempo, aunque he de decir que hay aspectos en los que se ha ido haciendo pequeña y se ha visto obligada a cambiar el rumbo de muchos personajes o tramas, algo obvio teniendo en cuenta que deben evitar el estancamiento, algo difícil cuando tienen siete años a sus espaldas.

Tal vez tengan razón los que dicen que Sheldon y compañía han dejado de ser los freaks pringados que eran en las primeras temporadas; ahora la serie se centra más en las relaciones sentimentales de los protagonistas, pero sin olvidar el nexo común que une a todos en la serie, ese modo inocente y simplificado de ver la vida. Además, a mi parecer el bando femenino ha traído mucho bueno a 'The Big Bang Theory', empezando por Penny, que es el personaje que más y mejor ha evolucionado.

Este año la serie ha mejorado a la temporada anterior, han sabido exprimir mejor las relaciones entre los personajes, y la introducción de un Stuart cada vez más vinculado al grupo. En general, las tramas este año han estado mejor estructuradas y siguiendo un orden más lógico y menos caótico que en la anterior. Por ejemplo, Penny y Leonard han ido acercando posiciones sobre el matrimonio, hasta llegar a pedírselo de una manera un tanto desconcertante, en la línea de la serie.

Bernadette y Howard ganan más por separado que en pareja, pero cuando está de por medio la madre del joven, el tándem formado por la pareja es inmejorable, sobre todo en los últimos episodios, en los que han sufrido mucho cuidando a una desvalida Señora Wolowitz. De todos modos, Amy y Sheldon no se quedan atrás, pasito a pasito van normalizándose, dentro de toda la normalidad que se le puede pedir a Sheldon, claro.

Cooper sigue siendo el alma de 'The Big Bang Theory', sus manías no conocen límites, y yo no me canso de seguir descubriendo las anomalías de este ser, aunque prefiero hacerlo como espectador, ya que me resultaría insoportable hacerlo de cerca, benditos sus amigos. El año que viene tendrá que afrontar varios cambios, su amigo se casa y seguramente se mude con Penny, la tienda de cómics se ha incendiado y Amy insiste en avanzar en su relación de pareja. Pobre Sheldon, y lo bien que nos lo vamos a pasar viendo cómo se desmoronan sus hipotéticos planes de futuro.

Lo siguiente que nos queda es que alguno de ellos tenga un hijo, no descarto que lo podamos ver en la siguiente temporada. Es poco probable que sea Raj el que dé la sorpresa, pero ahora que el hindú puede hablar con mujeres sin la necesidad de darse al alcohol puede que se convierta en todo un latin lover.

Lo que más destaco de 'The Big Bang Theory' es su evolución natural, sin forzar a los personajes, dejando que avancen de una manera correcta. El surrealismo es otra seña de identidad que me gusta de la comedia, y en este sentido Sheldon vuelve a ser el mejor ejemplo, como en el capítulo en el que tiene que elegir entre la PlayStation 4 o la Xbox One. Ahora el protagonista ha cogido un tren con destino desconocido, todos sabemos que volverá, ¿pero cómo?

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