(Contiene spoilers de la 8ª temporada)
El elenco de 'Shameless' es de los mejores de la televisión actual, y gran parte del mérito no es de los actores, sino de los guionistas que no dejan de sorprender con la evolución de los personajes. Gracias a estos vaivenes disparatados, los protagonistas de la serie se pueden lucir, y lo hacen de maravilla, incluso en sus momentos más débiles, que este año ha habido unos cuantos.
La octava temporada de 'Shameless' me ha parecido la más aburrida hasta la fecha, y con esto no quiero decir que haya sido mala. Deseo que en la próxima etapa remonten y sepan rescatar el espíritu de esta familia, que crece cuando hay tramas conjuntas. También es cierto que acaban de salir de un duro golpe, la muerte de Monica dejó tocada a la casa, principalmente a Frank, que incluso se ha formalizado, o lo ha intentado al menos. En la recta final vuelve a hacer de las suyas, con negocios de dudosa legitimidad, y robando a los amigos de su hijo. Frank en estado puro, aunque quizás no tanto, porque ahora siempre delinque buscando un pretexto, aunque el beneficio se lo quede él.
Fiona se desvincula
Insisto en que me gusta ver a los Gallagher unidos, y Fiona no ha hecho más que alejarse, incluso de su ex mejor amiga Veronica, con la que apenas ha compartido escenas. La hija mayor está centrada en recaudar dinero, y eso también le está trayendo problemas, primero con su hermano Ian y después con unos okupas que además no han dudado en denunciarla, poniendo en peligro su negocio. Fiona ha hecho buenas migas con Nessa, un personaje insulso y prescindible, casi tanto como su nuevo rollito, el manitas del edificio que tiene hijos repartidos por toda la comunidad de lesbianas de Chicago.
El problemático edificio en el que ahora vive Fiona puede dar mucho juego, de hecho lo está dando, con morosos que se le suben a la chepa, obreros que se aprovechan de su hospitalidad o aquella pobre anciana con Diógenes que deja de herencia a su perro ¿carnívoro? Un cuadro que continuará en la novena etapa, y seguramente con la pareja de vecinas que no me ha gustado nada.
Los dramas de Lip e Ian
Los hermanos también han estado divididos este año, cada uno con sus problemas, separados del resto. Ian se ha volcado por completo con los jóvenes que tienen problemas para salir del armario, oprimidos por sus padres y por la religión. Ha fundado una especie de Iglesia Homosexual que se le ha ido de las manos y le ha llevado a prisión. Queda en el aire si realmente ha dejado de tomar la medicación, y la preocupación de su ex, con el que sigue teniendo un vínculo especial, pero no tanto como con Mickey.
Por su parte, Lip me sigue pareciendo el más soporífero, y ahora con sus vicios y reuniones de alcohólicos anónimos ha tocado fondo. Lo mejor de todo es que nos hemos quitado del medio a su profesor, aunque no ha tardado en hacer nuevas amistades aburridas, como la chica del taller o su eternizada relación con Sierra, una tipa con cero carisma.
En cambio, la nueva esposa de Carl me parece un gran fichaje, el personaje revelación de esta temporada. A la joven se le va la pinza, y es capaz de cualquier cosa por mantener a Carl a su lado, evitando que entre en la armada. Al Gallagher más revoltoso no le va a ablandar el matrimonio, y encuentra la manera de dejar plantada a su chica, huyendo hacia lo que verdaderamente le importa, la guerra. Como si tuviese poca en casa.
El protagonismo de Liam
El pequeño de la familia por fin habla. Han tenido que cambiar de actor para que Liam adquiera protagonismo, y no le ha sentado nada mal. Curiosa la trama del colegio, utilizando al pequeño para hacer propaganda, y después haciendo amigos en la élite, allanando el camino para que su padre urda planes maquiavélicos. Frank no se ha separado del benjamín de la familia en los últimos capítulos, pero como reza el refrán, "por el interés te quiero Andrés".
Debbie no ha tenido un bombazo de historia que regalar este año, como viene siendo habitual. Tras su embarazo se ha suavizado el asunto, quitando algún susto pensando que estaría de nuevo encinta o viéndose las caras con el padre de su hijo, al que también han cambiado de actor. Lo mejor fue su trabajo clandestino que le llevó a esa asquerosa amputación de los dedos del pie, de la mano de un Frank sin escrúpulos.
Y dejo para el final a los que podrían estar protagonizando un spin-off de 'Shameless', el trío formado por Kev, V y Svetlana. Son geniales, se han distanciado en el inicio de la temporada, con un enfrentamiento que parecía irreconciliable, pero por fin han limado asperezas, a su manera, y están ayudando a la rusa cazafortunas. Muy divertido y surrealista todo lo que ocurre en este hilo argumental, demostrando que en ocasiones lo mejor de 'Shameless' no son los Gallagher, sino los Ball.