'Shameless': Otro príncipe para... Fiona

'Shameless' ha llegado al ecuador de la novena temporada, la última para Emmy Rossum, Fiona en la serie. A medida que transcurre la temporada estoy más convencido de que la salida de este personaje puede ser un revulsivo para la comedia dramática. Fiona Gallagher me encanta, es uno de mis personajes preferidos en la ficción, y Rossum está de escándalo en todas sus facetas.

El problema está más bien en los guionistas, que llevan un par de años buscando el sitio que le corresponde a la mayor de la familia, sin éxito. Siempre recurren al galán de turno para enfocar las tramas de Fiona hacia lo romántico, aunque con la suerte que tiene en el amor siempre termina siendo un desastre. Ford es el último chico con el que ha salido, y tras descubrir que éste tiene esposa y un hijo, la venganza no se ha hecho esperar, Debbie se ha apresurado a llamar a sus nuevos amigos macarras y antifalos para colgar a Ford de un andamio con el culo al aire.

El surrealismo es marca de la casa, y espero que nunca decaiga, porque sino dejaría de ser 'Shameless'. Y para increíbles las tramas que nos traen cada año Kev y Veronica, son fantásticos, y ahora se embarcan en la nueva aventura de la adopción. Seguro que tendrán que volver a recurrir a sobornos y engaños para salirse con la suya, mediante tretas sexuales y/o escatológicas. Últimamente, Kev y V son lo mejor de 'Shameless', sin duda.

Si Fiona anda perdida y sus tramas se nos repiten, Ian sería el segundo hermano que más ha bajado el listón. Su historia volcado hasta el extremo con el activismo LGBT me aburrió bastante, y después de pasar por la prisión ha tenido un juicio rápido en el que se declara culpable, enfadando a sus nuevos amigos y compañeros de lucha, y aliviando a su familia, que se temía lo peor. Finalmente, Ian ha ingresado en prisión, con una condena más corta de lo que podían esperar, y con una agradable sorpresa en la celda, Mickey.

Como espectador me ha encantado reencontrarme con este personaje, uno de los más memorables y enigmáticos de la serie. Ojalá en la segunda parte de la temporada podamos ver más sobre ellos juntos en la cárcel. Siempre han sido un gran apoyo, el uno para el otro. Ahora que Cameron Monaghan también podría dejar 'Shameless', sería un cierre digno para él si acabara junto a Mickey, aunque sea entre rejas.

Lip sigue en su línea, recopilando causas perdidas, desde el cuidado de la pequeña Xan, de la que ya no sabemos nada desde que volvió con su madre, hasta la persecución tras el personaje de Courtney Cox, al que solo hemos visto hasta ahora en un episodio. Cox se mete en la piel de una popular actriz que tiene problemas con el alcohol, y no parece que quiera superarlo, no duda en escaparse de Lip para darle a la botella. Su noche de carreras termina en la casa de los Gallagher ingiriendo comida basura, una alegría ver a Courtney Cox ahí.

Lo más destacado, o llamativo, de la primera parte de la novena etapa ha sido la primera relación lésbica de Debbie. La hija pequeña de Frank está harta de todo lo que tenga que ver con los penes, y por eso experimenta con una mujer. A su compañera de trabajo no le parece que Debbie sea lesbiana, sino que está pasando por una fase, algo que la pelirroja se niega a asumir. Personalmente también creo que es algo pasajero, movida por su furia hacia los hombres, pero con Debbie nunca se sabe.

La matona a la que Liam conoce en el instituto, ahora que se ha saltado varios cursos por su brillante cerebro, y con la que cree que ha perdido la virginidad con apenas 8 años; o la chica con la que Carl comparte sus ratos antes de convertirse en cabo, son dos de las nuevas mujeres que se han acercado a la familia Gallagher. Ninguna de las dos creo que vaya a tener largo recorrido en la serie.

En cambio, Frank tiene una nueva víctima, o cómplice, se trata de una psicóloga que vive puerta con puerta con su ex, preocupado por ella, ya que tiene una enfermedad psíquica y no se medica, es más, está enganchada a otro tipo de medicamentos poco recomendables. Eso es algo que comparte con Frank, el enganche a cualquier droga. Gallagher se ha metido en medio de este matrimonio, o lo que queda de él, y ahora es como si fuera uno más en la pareja, aunque en vez de ayudar, parece que solo arrastra al abismo a su nueva chica, como no podía ser de otro modo viniendo de Frank.

Para terminar, Fiona no ha cerrado su historia de desamor con Ford, pero ya ha empezado un feeling especial con el tipo con el que está negociando la compraventa de apartamentos. Fiona se está metiendo en un buen lío económico, ya ha empezado a perder propiedades, y puede que esté vendiendo su alma al diablo. Lástima que los guionistas siempre recurran a buscar un nuevo príncipe azul que salve a la protagonista de la quiebra o del bache por el que esté pasando, cuando ella sola podría valerse por sí misma.

Dale al Stop en Twitter e Instagram