Acabo de terminar la última temporada de '
Shameless', la original, la británica. La adaptación estadounidense que emite actualmente Showtime se ha hecho popular, y ya están rodando la octava etapa de la comedia negra. Todavía les falta un trecho para alcanzar en número de ediciones a la europea, que
acabó después de once temporadas, en el 2013, aunque mucho más irregulares que la de Emmy Rossum.
'Shameless UK' empezó brillante, de hecho las dos primeras temporadas de la versión estadounidense fueron prácticamente idénticas a la original. Sin embargo, la marcha de la pareja protagonista hizo estragos en la serie, y no levantaron cabeza con nuevos personajes que cada vez tenían menos tiempo para afianzarse y hacerse con el cariño del público. Los actores van y vienen sin ningún criterio en la serie original. Se nota el desgaste de los guionistas a medida que avanza la comedia, de la que se distancia Paul Abbott en su adaptación americana.
Grotesco, sin barreras
'Shameless' no tiene tabúes, muestran y hablan de sexo y cualquier otra cosa con total naturalidad, algo que les honra, aunque se trate de unos personajes totalmente histriónicos, que además reflejan lo más bajo de la sociedad. Los valores de los Gallagher, y de las familias que se van sumando a la ficción, dejan mucho que desear, su principal objetivo es emborracharse en el Jockey y ganar dinero sin necesidad de trabajar, recurriendo a trapicheos y hurtos.
Kev y Veronica tampoco duraron mucho en la original, el Jockey terminó en manos de los Maguire, los enemigos de los Gallagher, mucho más cruentos y mafiosos que la familia de Frank. Mimi, la matriarca, se termina convirtiendo en una protagonista a la altura de la serie, la labor de la actriz que da vida a este personaje gritón y abusón es genial, aunque los guionistas vuelven a patinar, sin saber dónde colocar a Mimi en las últimas temporadas, que anduvo perdida, y además sin sacar potencial de su relación sentimental con su novio adolescente. El mejor de los Maguire fue sin duda Mickey, el bonachón de la familia, nada que ver con el de la versión americanizada, que solo comparte con su homónimo la atracción que siente por los hombres.
El vocabulario de estas familias que vamos conociendo a lo largo de once años es vulgar y chabacano, por no mencionar su marcado acento de los suburbios de Manchester, irreemplazable. Tanto los Gallagher como el resto de personajes viven en las afueras de la ciudad inglesa, en un lugar que terminamos haciendo nuestro, pese a sus calles sucias, alcohol a borbotones y una educación dudosa que reciben las pobres criaturas que crecen en este rincón de Inglaterra.
Me gusta que sean tan reales, no hace falta que los actores sean guapos ni tengan medida su desaliñada estética, como sí pasa en la de Chicago. En 'Shameless' hay ocasiones en las que da tirria mirar a la pantalla, por lo sórdido de algunas escenas y por la dejadez estética de sus personajes. Todos están muy bien caracterizados, y no es algo común en este tipo de series, y menos aún si estamos acostumbrados a ver ficciones americanas, que hasta el más desaliñado tiene que estar interpretado por un actor agraciado. Hollywood.
Colección de personajes
Pocas series tienen una plantilla como la de 'Shameless', en la que cada año había una decena de nuevos personajes, que tenían como labor suplir a otros tantos que dejaban la ficción. El error básico que se repetía era el empeño por crear personajes idénticos a los que dejaban la serie. Es decir, si Debbie Gallagher se fue en la sexta etapa de la serie, unos capítulos después aparecía de manera poco natural otra chica con las mismas características. Son personajes que no suelen funcionar, no tienen una historia detrás y su único objetivo es rellenar el hueco del personaje que se ha ido, de forma forzada y sin sentido.
Por otra parte, la introducción de algunos personajes dejó mucho que desear. Sin ningún tipo de vínculo con los protagonistas que estaban en ese momento en la serie. Los Powell, la familia de Jackson y Avril, entraron en 'Shameless' como unos vecinos que llevaban toda la vida allí, haciéndonos creer que Mimi tenía amistad con la madre de familia, y que formaban parte del círculo desde el principio. Todo esto teniendo en cuenta que entraron en las últimas temporadas, ilógico. Parece increbíble viniendo de la cabeza pensante de las primeras ediciones, con personajes rompedores como los Gallagher, o incluso los Maguire.
A esto hay que añadir que solo tres personajes se mantuvieron desde el inicio hasta el final de la serie, el patriarca y protagonista absoluto Frank Gallagher; la descarada y cada vez menos presente Karen; y el payaso de la serie, no por ello menos importante, Lillian. Esta última es única, un personaje totalmente acorde con el espíritu de 'Shameless', que servía más bien para ocupar los segundos que regalaban tras los créditos finales de cada episodio, siempre con un toque de humor característico, no es muy común ver personajes como este en televisión.
Sello propio y original
Para los que estáis enganchados a la adaptación de Showtime, os diré que no es necesario ver entera la original. No descartéis echar un vistazo a algún episodio, para disfrutar de la crudeza de estos personajes, mucho más reales que los americanos. No obstante, las tramas están mucho mejor hiladas y concretadas en la familia de Chicago, con un equipo sólido que crea historias que enganchan, y siguen indagando en los límites de los Gallagher, algo que no pudieron hacer en la británica, porque los actores no aguantaron lo suficiente.
El Frank Gallagher original es más espantoso si cabe, en todos los sentidos, refleja mucho mejor la tónica que sigue la serie. Además, en ningún momento se muestra comprensivo con sus hijos, es egoísta y hace lo que sea por un trago de birra, y una dosis de éxtasis. Este señor es el protagonista sin tener una trama fija hasta bien avanzada la serie, su papel se limita a aparecer tirado en la cocina de casa o pedir rondas que no paga en el Jockey. De hecho, cuando le empiezan a dar tramas, Frank se diluye.
Tenía ganas de finiquitar 'Shameless', el último tramo se ha hecho cuesta arriba, y los guionistas seguían empeñados en presentarnos, a su manera, a nuevos personajes que carecían de interés. Sin embargo, sé que echaré de menos pasearme por Chatsworth y encontrarme con Frank Gallagher tirado en cualquier esquina, o visitar el Jockey y ver cómo lo regentan personajes que realmente evolucionaron, como Karen, Jamie o la misma Mimi. No ha sido una despedida a tiempo, pero han hecho historia en televisión, y por suerte la seguirán haciendo desde Estados Unidos.