'OT 2017': Lo bueno, lo malo y lo peor

'OT 2017' empezó de forma tímida, y fue acaparando audiencia a medida que pasaban las semanas. El éxito no se ha limitado a los datos de share, se ha extendido a la venta del formato físico y han conseguido llenar firmas de discos, como hacía años que no pasaba con un concurso musical en televisión. Sin embargo, no todo lo que ha salido de esta edición ha sido digno de aplauso, ahora que ha terminado la novena edición de 'Operación Triunfo', me aventuro a analizar sus virtudes y defectos.

No es fácil dar con un grupo de jóvenes que se comporte de manera natural. O puede que tampoco sea tan difícil, lo que pasa es que estamos acostumbrados al perfil choni que aparece en la pequeña pantalla, con el único objetivo de conseguir el minuto de gloria. Estos chavales han ido a demostrar su potencial musical, y muchos de ellos, la mayoría, no se limitan a interpretar lo que les ponen encima de la mesa, sino que son creadores, compositores, y verdaderos músicos, algo que dice mucho de su futuro en la industria. Y del buen casting que el equipo ha llevado a cabo.

Los profesores también han estado a la altura, dando más libertad a sus alumnos, en comparación con las ediciones anteriores. Han sido alabados sus valores, y la manga ancha que han tenido con los concursantes, permitiéndoles cosas que antes ni se les pasaba por la cabeza. Los 16 participantes eran los protagonistas, y eso el espectador lo ha tenido claro. Por fin un programa musical donde el foco está en el aspirante a estrella, y no en el jurado, los profesores o el presentador. Este último también ha estado de maravilla, cercano con los concursantes, y con el público, aunque un poco forzado para mi gusto.

Otra medallita por la Gala de Eurovision, que tuvo sus fallos, como todas, pero la mecánica fue mucho más justa y emocionante que en anteriores ocasiones. Dieron espacio a los autores de las canciones, incluso sentándoles en el sofá durante la gala, y dando la oportunidad a los aspirantes a representantes de intercambiar opiniones con los propios creadores. En general, la elección de los temas en las galas ha sido variopinto, poniendo en prime-time canciones que muchos desconocían, y han terminado siendo un hit años después de su publicación.

La canción de Aitana War es de "lo malo" lo mejor, y después de este estúpido juego de palabras, me dispongo a escribir sobre lo negativo de esta edición, que lo ha habido. Empezando por las contradicciones del plantel de profesores, especialmente Noemí Galera, directora este año de la Academia. No ha predicado con el ejemplo, este puesto le ha servido para lavar su imagen, pero en cuanto se dejaba un micrófono abierto o se olvidaba de las cámaras salía a relucir su verdadero carácter, que nada tiene que ver con lo que predicaba en sus charlas con los chavales.

Les han adulado los oídos, para después decirles que se van a "pegar una hostia", cuando son ellos mismos, el programa en general, los que les ponen por las nubes. Volvemos a lo mismo de hace dos décadas, a partir de ahora lo van a tener complicado para mantener su nivel de popularidad, es muy probable que vayan hacia abajo, y tengo mis dudas de si les han preparado para eso. Aquí los culpables son también los espectadores, que asisten de manera gratuita a firmas o votan desde una APP de la que la cadena se jacta por recibir miles y miles de votos, pero lo verdaderamente importante viene después, su carrera musical.

Dejando la filosofía a un lado, el apartado técnico tampoco ha estado a la altura de un programa de éxito como 'OT 2017', la realización ha sido chapucera en cada una de las actuaciones, por no hablar de los fallos de sonido que impidieron hacer que David Bisbal cantara antes de conocer a la ganadora de esta edición. Un programa como éste debería tener todos estos aspectos controlados, y luego tienen la cara de valorar a jóvenes de 20 años, cuando ellos, profesionales todos, no son capaces de emitir una gala decente, técnicamente hablando.

Y para terminar, me voy a centrar en la duración de cada programa. La televisión pública debería hacer que un programa familiar, seguido por niños y adolescentes, acabe mucho antes de la una de la madrugada, pero en este caso las galas se estiraban casi hasta las dos. La culpa ha sido en gran parte del telonero, 'Hora Punta'. Mantener el programa de Cárdenas en el access prime-time no ha hecho ningún favor al formato.

No son necesarias las galas de más de dos horas. En la final rellenaron con más vídeos que con momentos musicales, por ejemplo. Es un abuso hacia el espectador, y está mal que una cadena privada lo haga, pero viniendo de una pública me parece mucho peor. Les podrían haber salido redondas las galas, yendo al grano, empezando a las 22:00 y acabando sobre la medianoche, pero La 1 pretendía arañar más share, algo incomprensible para un canal sin publicidad.

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