'Mr. Mercedes' se desvincula del patrón de Stephen King

La última obra del escritor Stephen King no ha tardado en convertirse en serie de televisión. 'Mr. Mercedes' se aleja de otras historias del autor, en las que la ciencia ficción cobran protagonismo, bien desde el principio o bien en el tramo final de la obra. Este no ha sido el caso, al menos no hemos visto ni rastro de esos giros locos que llevan el sello de King. A decir verdad, no he leído el libro, por lo que puede de que hayan cambiado algunos aspectos de la historia original, y también es probable que esa ciencia ficción a la que hago alusión asome en la segunda temporada.

Recientemente el canal estadounidense Audience anunció la renovación de la serie, ideada en un principio para una tanda de diez episodios. Ya se ha confirmado que 'Mr. Mercedes' tendrá otros diez capítulos en 2018. No es una noticia que me haga especial ilusión, porque la serie podría haber cerrado de manera brillante con una sola temporada, como seguramente habían ideado desde un principio. La manía de alargar todo lo que funciona, hasta estropearlo.

En 'Mr. Mercedes', en la serie, King no ha participado, tal vez por eso parece un thriller al uso, sin la marca del escritor. Y puede que también sea esa la razón por la que me enganché de principio a fin a la historia del asesino en serie más temido de los últimos años en televisión. Logran crear un personaje terrorífico, de apariencia frágil, pero malévolo y venenoso en su interior.

Bill Hodge es un detective retirado que debería vivir de manera apacible en su casa con jardín. No obstante, un caso del pasado atormenta al veterano, un atentado que acabó con la vida de dieciséis personas a las puertas de una feria de empleo. El asesino estampó un Mercedes robado contra la entrada de este lugar, en el que estaban haciendo cola unos cuantos desempleados que se quedaron sin vida.

Hodge no fue capaz de cerrar el caso, el asesino se escabulló, y la rabia del detective continúa durante su jubilación. Hodge recibe amenazas, y todo apunta a que vienen del asesino del Mercedes. Los espectadores no tardamos en dar con este psicópata, un joven que ha crecido en una familia disfuncional con muchos traumas que ha arrastrado a lo largo de su vida.

Brady Hartsfield es el joven del Mercedes, que compagina su trabajo en una tienda de electrónica con un puesto ambulante de helados. Podría parecer un chaval normal y corriente que se gana la vida trabajando a destajo, para mantener también a su madre, una alcohólica con la que mantiene una tormentosa y morbosa relación. Escalofriante, y gran personaje el de Kelly Lynch, haciendo de la madre de Brady, perfecta. Recuerdan a la trama de Norman Bates y su desquiciada madre.

La tensión entre Brady y Hodge va creciendo en cada episodio, y los guionistas saben cómo dirigir esta batalla, lejos de las obviedades, y detonando poco a poco el interior de cada uno de los protagonistas. Hodge cae en una depresión que le podría llevar al suicidio, porque en su antiguo puesto de trabajo no le hacen caso, y le proponen que se dedique a relajarse ahora que está retirado. Esto da vía libre a Brady, y aprovecha para atormentar al ex detective.

Hodge encuentra consuelo en otras personas, como su incansable vecina, el joven jardinero o la hermana de la difunta dueña del Mercedes. Mary Louise Parker está desaprovechada en este último papel, su personaje es bastante banal, pero se la echa de menos en cuanto es sustituida por su insulsa prima. Un despropósito que ralentiza el ritmo de la serie, y aburre por momentos.

El décimo episodio está lleno de ritmo, algo que no saben mantener durante toda la primera temporada. Brady es invencible, y Hodge no va a acabar con él tan fácilmente, aunque al finalizar parezca que está todo decidido. Queda una segunda temporada en la que confío que cambien las tornas. La ira de Brady no se ha podido apagar de esta manera, o no concibo al menos una nueva tanda sin este esperpéntico personaje.

Harry Traedaway es el actor que se mete de manera brillante en la piel del joven psicópata. Este genio de la informática no tiene nada que envidiar a McGyver, él solito es capaz de crear una bomba que acabe con todo un edificio, o pinchar el teléfono y las cámaras de cualquier transeúnte. No me gustaría cruzarme con ningún Brady, ni siquiera como amigo o compañero de trabajo, no hay más que ver el destino de Lou. Sin embargo, no veo el momento de reencontrarme con este muchacho a través de la pequeña pantalla.

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