La segunda temporada de '
Vergüenza' ha sido muy corta y ha pasado muy rápido. Movistar+ ha emitido del tirón los seis episodios que componen la nueva etapa de la disparatada comedia. Javier Gutiérrez y Malena Alterio siguen dando vida a la pareja protagonista,
Jesús y Nuria, un matrimonio que ha entrado en una nueva etapa de su vida con la adopción de Yusuf y el nacimiento de Julia.
El bebé de Nuria es muy probable que no sea de Jesús, ella tuvo un affaire en la recta final de la primera temporada con el mejor amigo y compañero de su marido. Todo se enreda cuando este amigo se lo confiesa a la psicóloga, que no es otra que la vecina de Jesús y Nuria, condenados a entenderse. La pareja protagonista se muere por formar parte de los círculos más populares, imitando y dando la razón a los que quieren que sean sus amigos, como si de unos grupis se tratara, cayendo constantemente en el más absoluto ridículo.
Dramas que hacen reír
Me gusta cuando las comedias exploran el drama, con tramas que desencajan al espectador, y que siempre encuentran ese toque de humor característico de la ficción cómica. En el caso de 'Vergüenza' han dado en el clavo con la muerte de la madre de Nuria, un giro inesperado que ha traído nuevas historias interesantes. El padre de la protagonista, interpretado por un magnífico Miguel Rellán, se ha liberado, y no parece que sienta en absoluto la muerte de su esposa, algo que le extraña a su hija.
De hecho, Nuria sospecha que su padre es gay, y no duda en seguirle, para después quedar en evidencia. Es algo que no se aclara al cien por cien en el final de la temporada. Además, el hombre que está a cargo de su anciana madre, encasqueta a la abuela con Nuria y Jesús, que no dudan en llevársela de vacaciones a Mallorca, lugar en el que cierran la temporada por todo lo alto, y donde la señora se suelta y comienza a hablar.
En los primeros episodios de la temporada, Nuria y Jesús deben hacerse al nuevo entorno, con dos hijos, y uno de ellos tiene cinco años y aparenta el doble. A Yusuf no le va nada bien en clase, algo que avergüenza a sus padres, e intentan ocultarlo y tomárselo como algo personal. En el trabajo tampoco les va de maravilla, Jesús se cuela en el rodaje de su amigo, donde no para de meter la pata con la madre de éste, y desencadenan unas cuantas situaciones incomodas, incluso para el espectador.
Seis capítulos han dado para mucho, y puede que en pequeñas dosis sea todavía más disfrutable la serie. El colofón final ha sido el momento del fuet, sin olvidar el empeño de Jesús en hablar inglés a los pequeños o Nuria volviendo al trabajo con el bebé colgado de ella. Esta pareja refleja lo peor del ser humano, la envidia con patas, las escasas habilidades sociales y la falta del sentido de la vergüenza. Como espectador adoro cada idea surgida por los guionistas, pero es inevitable sentir esa pizca de vergüenza ajena con la que se identifica a la serie.