(Contiene spoilers)
En los últimos meses me he enganchado a '
Merlí', serie emitida originalmente por TV3, que lleva un tiempo en el catálogo de Netflix.
Gracias a la plataforma streaming, muchos hemos descubierto esta joya que estaba pasando desapercibida por el gran público. En mi caso, había oído hablar de ella, y en ETB1 había visto alguna escena suelta, pero no me llamó la atención, tal vez por el horrible doblaje de la televisión vasca.
Un buen día decidí dar una oportunidad a la serie juvenil, y no me arrepiento en absoluto, me enganché desde el primer episodio. La naturalidad de los personajes y el buen ritmo al que avanzan las tramas hacen que el espectador no quiera despegarse de la pantalla, y el final de un capítulo llama a otro nuevo, y así hasta devorar la serie completa, compuesta por tres temporadas de aproximadamente 13 episodios cada una.
Un profesor peculiar
'Merlí' comienza con la entrada del nuevo profesor de filosofía en un instituto de Barcelona, L'institut Àngel Guimerà. Merlí Bergeron es un hombre divorciado que tiene un hijo con el que apenas mantiene relación, y del que se tiene que hacer cargo tras la marcha de su ex (Marta Calvó, maravillosa hasta en los papeles fugaces) a Italia. El protagonista es desahuciado, y no sólo debe cargar con el chaval adolescente, sino que se ve obligado a pedir a su madre que les dejen vivir con ella. Su vida da un giro inesperado y se llena de responsabilidades, a la que se suma la de ser el nuevo profesor de filosofía del Guimerà.
Su forma de impartir las clases dista mucho de la fórmula tradicional, habla a los jóvenes como si fuera su colega, e intenta usar su mismo vocabulario. No sé hasta qué punto me podría caer bien un profesor así, pero televisivamente llama la atención, y tiene una técnica muy directa, llamando a las cosas por su nombre y evitando tratar a los alumnos como si fueran tontos. De hecho, las clases las imparte en bachillerato, con jóvenes de 16 a 18 años, con las hormonas disparadas y en edad de descubrir muchas cosas de la vida, y de sí mismos.
A través de los filósofos más importantes de la historia, la ficción da paso a tramas relacionadas con los pensamientos de aquellos personajes. Tocando a su vez temas como la diversidad en todas sus formas, el racismo, la orientación sexual, la reasignación de género o las imposiciones de la sociedad y el patriarcado en general. Mientras tanto, Merlí se enamora de la madre de un alumno, se tira a medio centro escolar y a otra madre de otro alumno; los jóvenes protagonistas van de flor en flor, buscando su media naranja, o simplemente aliviándose sexualmente; y también surgen todo tipo de dramas.
Bruno y Pol
Sin duda, la historia que más identifica a 'Merlí', y la que más enganchado ha tenido a la audiencia es la de Bruno y Pol. El hijo del profesor sale del armario con la ayuda de su entorno, que siempre se ha mostrado comprensivo, desde su padre y abuela, hasta su mejor amiga Tania, o el resto de compañeros del Instituto. Tal vez no refleje la realidad, nos trasladan a un lugar idílico que cuesta encontrar en un instituto, o en la vida de un joven de 16 años.
Bruno se siente atraído por Pol, el chico popular del insti, que se lleva muy bien con el hijo de Merlí, pero se distancia cuando descubre que siente algo por él. Sin embargo, el espíritu libre y aventurero de Pol, hace que se deje llevar y termina liándose con su amigo, dejando una puerta abierta a la bisexualidad. De hecho, algo que me gusta de Pol es que rechaza las etiquetas, aunque al principio también lo hace por no reconocer que le gustan los chicos, o al menos su mejor amigo Bruno.
La relación tormentosa de estos dos personajes se calma en la tercera temporada, cuando Bruno pone tierra de por medio y marcha a Italia, dando paso a la peor etapa de la serie. La tercera temporada es la más floja con diferencia, después de dos perfectas etapas, llega una última en la que las tramas se tornan forzadas, y los personajes pierden parte de la magia que tenían antes, convirtiendo 'Merlí' en una serie más de adolescentes, en la que los alumnos se enrollan todos con todos, y los adultos se comportan como chavales, haciendo prácticamente lo mismo.
La competencia de Merlí
La segunda temporada mantiene la esencia de la primera, y en parte es gracias al revulsivo que encuentran en Coralina, la nueva profesora que trae de cabeza al plantel docente. Esta mujer es insufrible, maquiavélica, y de hecho Merlí da con su horma del zapato frente a esta señora con final fatal. Me quedo con la reprimenda de Bruno hacia su padre, que le recuerda que la actitud de esta profesora altiva y directa no se distancia mucho de la del Profesor Bergeron, pero al ser mujer la vemos como una arpía, mientras que Merlí es, a poco, un héroe.
Lecciones como esta no paran de suceder en 'Merlí', siempre aderezadas con tramas entretenidas y personajes a los que te gustaría conocer en la vida real, o tal vez en la adolescencia. El perfil de estos personajes y algunas de las historias de la serie me recuerdan a 'Skam', serie noruega que también trata con naturalidad esta fase de la vida, sin frivolizar con la adolescencia, y mostrando problemas más maduros que los que se venían tratando en este tipo de series.
Cada capítulo tiene una duración aproximada de 50 minutos, un acierto para dejar siempre al espectador con ganas de más, sin saturar. El final cerrado no da opción a una continuación, aunque nunca se sabe, pero pienso que sería más bonito dejar la serie como se ha quedado. El trágico desenlace me ha desencajado, no lo esperaba, y no sé si era realmente necesario. No obstante, me ha encantado dar ese salto en el tiempo y saber qué va a ser de este grupo formidable de chavales en un futuro. Hacen falta más series como 'Merlí', dirigidas a un público adolescente, pero también aptas para adultos.