'Manhunt: The Unabomber': el poder de la palabra

El verano pasado emitieron en Discovery Channel la miniserie 'Manhunt: The Unabomber', basada en un hecho real que conmovió a Estados Unidos en la década de los 90. A lo largo de estos ocho episodios nos metemos de lleno en la mente de los dos protagonistas, el héroe del FBI y el villano que fabricaba bombas destinadas a personas inocentes, con el objetivo de hacerse notar y que la sociedad escuche sus ideas.

Ted Kaczynski fue un terrorista que durante 17 años estuvo escondido mientras fabricaba pequeños explosivos, dejando varias víctimas por el camino, tres de ellas mortales. El FBI tardó en dar con él, porque actuaba en periodos de tiempo irregulares y muy separados entre sí. Los agentes debían trabajar con una sola prueba en sus manos, el manifiesto que Kaczynski difundió en los medios de comunicación más relevantes del país.

Aquel manifiesto sirvió para que pudieran atraparle de un modo original y minucioso. El agente Jim Fitzgerald se obsesiona con el caso, y junto a la ayuda de una filóloga consigue cazar al asesino. Fitzgerald se aleja de su familia, se centra en su trabajo olvidando que tiene una vida personal, convirtiéndose la caza del Unabomber en su único cometido en la vida. Hasta que finalmente dan con él, gracias a las conclusiones que saca por su forma de escribir y expresarse en el manifiesto.

Es curioso que esta historia haya sido real, sobre todo por la forma en la que cierran el cerco y consiguen atrapar al terrorista. Sin huellas dactilares ni pruebas de ADN, este genio logra cazar a Unabomber, seudónimo que adjudicó el FBI al asesino solitario que llevaba casi dos décadas escondido en una caseta, alejado de la sociedad que tanto detestaba. Aún y todo, Kaczynski tenía ideas ecologistas, pero se le fue de las manos.

El sexto episodio de 'Manhunt: The Unabomber' es clave para entender a Ted. Conocemos su pasado, desde crío, cuando sufrió bullying en la escuela, algo que no le excusa para comportarse después como un terrorista, pero de esta manera damos, tal vez, con la raíz del problema. En casa las cosas tampoco iban tan bien como sus allegados podrían pensar, por eso se alejó de su familia en cuanto pudo, haciendo vida en solitario en medio del bosque.

El flashback que nos muestra el pasado, y la evolución, de Unabomber, viendo como se transforma de un niño a un asesino en serie, no es el único salto valioso en la serie. Durante toda la ficción intercalan imágenes posteriores a la caza con otras situaciones que se dieron antes de que Kaczynski fuera arrestado. De hecho, tras la detención y encarcelamiento de Unabomber, el agente del FBI protagonista lleva una vida completamente distinta, también alejado de todos, y con una barba que recuerda a la del villano de esta historia.

Los compañeros de Fitzgerald le sacan de este retiro, para que les ayude a hacer que Kaczynski se confiese autor de los crímenes, sin que la defensa pueda apelar que sufre una enfermedad. Este rifirrafe no se da hasta el capítulo final, donde los guionistas hilan muy bien el desenlace de esta historia que culmina con un juicio que mantuvo en vilo a esa sociedad de la que Ted Kaczynski renegaba, y odiaba.

Me quedo con los paralelismos que ponen sobre la mesa ente Kaczynski y Fitzgerald. Cómo una obsesión te puede destrozar la vida, y a algunos les lleva a promover actos violentos y otros prefieren encerrarse en sí mismos, sin llegar más lejos. 'Manhunt: The Unabomber' está bien adaptada, con un guion brillante que a ratos se puede hacer aburrido. Los primeros episodios son los más frenéticos, con Fitzgerald comiéndose la pizarra y buscando pruebas de donde sea, hasta que da con esa letrista que también nos aporta interesantes conocimientos. Una buena serie que ha obtenido su agradecimiento tras ser emitida en Netflix.

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