A una semana de finalizar la primera edición de '
La Voz', ya podemos hacer un balance de lo que el nuevo formato de Telecinco ha aportado al panorama televisivo nacional. A priori, las audiciones a ciegas y la fase de las batallas se posicionaron como grandes descubrimientos dentro del amplio abanico de talent-shows que han embarcado en la pequeña pantalla.
El tropezón en mayúsculas ha llegado de la mano de los directos, con varios aspectos que a mi parecer deberían cambiar. Vamos a ello:
Fallos técnicos
El sonido en la primera gala fue espantoso, iba y venía a su antojo, escuchábamos lo que ocurría en la sala de Tania Llasera cuando no tocaba, se colaban los comentarios de los
coaches cuando no era el momento y se iba la voz de los protagonistas mientras estaban cantando. A su favor he de decir que los fallos técnicos, sobre todo en el sonido, bajaron considerablemente a partir de los segundos directos, pero
un programa que tiene por nombre 'La Voz' no puede permitirse estos deslices, y a día de hoy siguen dándose casos imperdonables. Sin ir más lejos, en el escenario rara vez se oye la música como debiera, eso sin tener en cuenta la versión 'midi' (o karaoke de andar por casa) de muchas de las versiones.
El papel del presentador
Los fallos de sonido ya se podrían llevar por delante alguno de los comentarios del presentador, a Jesús Vázquez se le ve en su salsa, empezó más comedido en la primera fase, pero ha ido cogiendo demasiado protagonismo, incluso opinando después de cada actuación, como si fuera un coach más, o peor aún, como si de 'Operación Triunfo' se tratara.
De lo que no tiene tanta culpa es de convertir en una teletienda el espacio musical, cada cinco minutos nos vende algo nuevo, da igual que sea un coche que pan Bimbo, y sino ya está la peluquera de turno intoxicando con laca al siguiente cantarín.
Los comentarios de los coaches
Los que se han encargado de elegir a los cuatro coaches han tenido muy buen olfato comercial, todos ellos están de actualidad y raro es el que no haya oído hablar en los últimos años de la carrera de cualquiera de ellos. Lástima que todos toquen el mismo palo popero tirando a rumba o con rasgos flamencos, es un pena que estén cortados por el mismo patrón.
Si solo fuera eso no estaría mal, pero los coaches también son repetitivos a la hora de dar las valoraciones, cuando tienen que opinar sobre los concursantes siempre sueltan las mismas perlas, siendo más limitados que el repertorio de las canciones (tema aparte, porque todas las hemos oído ya en programas similares). Coletillas como "eres una monstrua", "me gusta el color de tu voz" o "te habrás quedao a gusto" empezaron a cansar en los primeros pases, todo demasiado de color de rosa.
La influencia negativa de la mecánica
Hace pocos días saltaban las alarmas porque la periodista Carmen Rigalt se atrevía a insinuar tongo en el concurso, no voy a valorar si hay una mano negra en las llamadas telefónicas, pero las trampas que seguro están haciendo son mucho más sutiles que todo eso.
Para empezar, en las primeras galas en directo dividieron a su antojo a los participantes de cada coach, por un lado tres y en el siguiente programa actuaron la mitad restante, ¿qué criterios siguieron para poner a unos en una gala y enfrentar a otros en la próxima? Con decisiones como esta se rompe la equidad y la objetividad. No solo eso, a la hora de actuar tiene muchas más posibilidades de acaparar votos el primero que canta que el último, ya que abren todos los teléfonos a la vez desde el primer segundo, y por mucho que te sorprenda la actuación del último, apenas dispones de dos minutos para votar, mientras que el primero tiene una ventaja de media hora, mecánica completamente injusta, algo que no ocurre en otros países.