Llámalo X. Llámalo 'Skins'.

Se han acabado las vacaciones de verano para muchos, entre los que me incluyo, por eso quedan pendientes algunos repasos de series que han terminado en estas últimas semanas. El verano ha venido cargado de estrenos interesantes, pero hay series emblemáticas que nos dejan definitivamente este año, 'Skins' es una de ellas, que con una especie de epílogo ha cerrado su saga.

'Skins' siempre será recordada por sus tres ciclos, tres generaciones diferentes con algo en común, la rebeldía y las ganas de vivir de un grupo de jóvenes británicos. Los creadores de la ficción decidieron hacer un regalo a los fieles del formato con la emisión de seis últimos episodios centrados en tres de los personajes más polémicos.

Desde su primera emisión las críticas negativas cayeron en todas direcciones, aunque también hubo alguna que otra que apoyaba estos relatos que tenían como punto de partida la madurez de los protagonistas y su evolución. No obstante, yo me posiciono en el primer bando, a mí tampoco me convenció la falsa madurez y las tramas insustanciales de este decepcionante proyecto.

El primer contacto lo tuvimos con Effy, la joven juega a ser brooker y trabaja con inversores en bolsa, toda una odisea, sobre todo viniendo de la desenfadada pequeña Stonem. Sus escarceos con su superior o con el freak que le ayuda en el trabajo me traen sin cuidado, lo que realmente importa en esta historia es la debacle de Naomi.

La que en su día fuera rubia se convierte para muchos en la verdadera protagonista de 'Fire'. Es una pena que su relación con Emily haya estado eclipsada por Effy y sus aventuras bursátiles. El final consigue dejarte con el corazón encogido, y no me refiero a la sonrisa malévola y pasota de Effy dirigiéndose a la cárcel, sino al destino de Naomi y su amor incondicional por la gemela buena de 'Skins'.

Hacía mucho que no sabíamos nada sobre Cassie, y personalmente fue una alegría saber que formaría parte de estos especiales. La evolución en ella es relativa, continúa con la mirada huidiza y esa cara de lela, tan característica y adorable. Una vez más los guionistas fallan en el desarrollo de su historia, mejorando algo en la segunda parte, donde se reencuentra con su padre y el personaje avanza algo y se abre más al espectador.

Es incomprensible el secretismo sobre el pasado de los tres personajes que protagonizan el adiós a la serie, sabemos que Cassie sufrió un mal de amores en Nueva York, pero ni siquiera podemos intuir si se trata de Sid, o si tan siquiera se reencontró con él.

Dado que los responsables del invento decidieron dejar de lado a los chicos y chicas de la tercera generación, llegamos al último capítulo protagonizado por otro personaje de la segunda tanda, Cook, el más rebelde de la cuadrilla. Tras el final incierto de la cuarta temporada, Cook parece que ha estado codeándose con lo peorcito del país. Su relación con las drogas y con las chicas equivocadas le llevan a una situación extrema de la que desde el principio sabemos que no saldrá indemne.

Ya no tiene nada que ver con Effy o Naomi, Cook sigue su camino, marcado por la muerte de su amigo Freddie (eso dejan entrever) y atormentado por el crimen que cometió para vengar aquel crimen.

Fire, Pure y Rise son tres capítulos dobles totalmente prescindibles, puedes seguirlos y te pueden gustar, pero en todo momento serás consciente de que no estás viendo 'Skins', ni nada que se le parezca. En mi recuerdo quedarán las seis temporadas que engloban la exitosa ficción. Por lo tanto, borrando información...

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