Los nuevos náufragos de Telecinco llevan ya más de dos semanas en los Cayos Cochinos. Había gran expectación ante el estreno de la presente edición, muchos nombres de posibles concursantes aparecían en las quinielas, y muchos no esperábamos que el casting terminaría siendo tan flojo.
Han tenido tres años para organizar una temporada con sorpresas, novedades y fichajes interesantes, pero no ha sido así. El primer contacto con el reality-show de supervivencia
no ha podido ser más decepcionante, un desperdicio tratándose de un programa como '
Supervivientes'.
La ausencia de una mecánica clara
Por lo que hemos visto hasta ahora parece que ni siquiera los propios responsables del programa saben por donde van a ir los tiros. Las expulsiones y nominaciones huelen a improvisación desde el primer instante. El grupo de Cayo Paloma nomina y expulsa, como venimos viendo en las ediciones anteriores, pero el público no tiene ocasión de expulsar directamente a ninguno de ellos, a pesar de estar durante una semana gastando dinero para que el concursante que peor le cae abandone el concurso.
Alguien debió decidir que los de Cayo Paloma serían intocables (ni que fueran mucho más conocidos que los de la otra isla...), una vez expulsados por el público (no tan soberano) pasan a la Isla Bonita, donde tienen una especie de segunda vida, y la decisión es de los 'bonitos', un cachondeo.
Por si esto fuera poco, en la segunda gala asistimos a un asombroso movimiento del que no habían avisado con antelación, tras ser trasladada de isla la expulsada de Cayo Paloma (Aran Aznar), en Isla Bonita se vivía una nueva expulsión que pilló por sorpresa a todo el mundo, y el daño colateral fue nada más y nada menos que
el fichaje revelación del año, La Pelopony. Diez minutos de teléfonos abiertos pesaron más que la semana entera que se pasó la audiencia votando a favor de la expulsión de Aran. Quien entienda la mecánica que la compre, pero no os encariñéis con ella, no sería la primera vez que '
Supervivientes' cambia las reglas según le conviene.
¿Famosos? ¿Dónde?
El bajón de nivel del casting quedó patente en la edición anterior, pero al menos aquellos freaks (Monroy, Genil, una tal Tatiana que salía un ratillo en 'Torrente', Aída Nizar...) nos hacían pasar buenos momentos y terminaron metiéndose a la audiencia en el bolsillo casi desde el primer momento.
Este año apuesto a que no pasará lo mismo,
el conjunto deja mucho que desear, la primera semana ya salió a relucir el endeble aguante del equipo, quien no sufrió un accidente estaba debilitado o con ganas de volver a España, una vergüenza, y una putada para el programa. No obstante, la culpa principal es del propio '
Supervivientes' por confiar en personajes salidos de 'Mujeres y Hombres y Viceversa', está bien
o no escoger a uno o dos
viceversos, pero esta vez se han pasado, vale que sean baratos y estén de buen ver, pero no aportan nada y solo van ahí para lucirse.
En Cayo Paloma han estado hasta ahora los concursantes más potentes, con esto no quiero decir que sean más conocidos, porque poco, o nada, hemos podido ver a Katia Aveiro o Leo Margets en televisión. Exceptuando a Bibiana Fernández el resto no llegan a ser ni de tercera, y
lo suyo ha costado a 'Supervivientes' contratar a la actriz.
En mi humilde opinión, las ediciones con anónimos eran mucho más interesantes, potenciando la competitividad y las ganas de vivir la experiencia. Para meter a "famosos" así pienso que unos anónimos aventureros podrían haber funcionado mucho mejor en este inicio de la nueva etapa.
Presentadores acertados
'Supervivientes' ha vuelto a dar en el clavo con el dúo de presentadores, empezando por la infalible Raquel Sánchez Silva, que llena la pantalla con su sonrisa y sus ganas. Jorge Javier es un perfil totalmente diferente, pero su presencia es esencial en el plató, para meter cizaña cuando hace falta y avivar el ambiente calmado que se ha respirado hasta el momento. Además, la química entre ellos sigue traspasando el televisor.
Una pena no poder ver a Raquel dándolo todo en las pruebas, este año han decidido editar los vídeos de los retos de tal manera que no nos enteramos de qué ocurre cuando juegan por el premio de turno. El montaje de estos vídeos es demasiado acelerado y reducido, eso sí, cualquier discusión banal por ver quién pesca y quién no puede ocupar horas de debate.