'La que se Avecina' se hace fuerte ante las adversidades

La séptima temporada de 'La que se Avecina' acaba de llegar a su fin, y el equipo de la serie de Telecinco ya está inmerso en la preparación de la siguiente etapa. Una vez más, la comedia de los hermanos Caballero ha cerrado un ciclo poniendo a los protagonistas contra las cuerdas, en situaciones límite que no sabemos cómo se resolverán hasta que decidan estrenar la octava temporada.

Las idas y venidas de los peculiares habitantes de Mirador de Montepinar son ya un clásico. Este año también hemos vivido unas cuantas bajas, acompañadas, como no, de incorporaciones o regresos. Araceli estuvo presente la primera mitad del curso, mientras que Judith llegó en la segunda, con bebé incluido. Estela y Fermín ya estuvieron en el final de la temporada anterior, pero esta vez han cumplido en los 13 episodios emitidos, aunque Antonia San Juan nos vuelve a dejar tristes con su nueva marcha, algo que lamento sobre todo porque no ha cerrado su paso por la serie, menos mal que dejarán una puerta abierta para que regrese en un futuro, y si es cercano mejor.

Raquel también estuvo ausente en el comienzo, aunque los espectadores seguramente no lo notaran, ya que sus intervenciones son breves, y se agradece. La revelación del año podría haber sido María Adánez, que se ha mimetizado de una manera excelente en la comunidad, poniendo todos los matrimonios patas arriba, pese a parecer lo contrario tras el final del último capítulo. Al principio tenía mis reservas con este fichaje, pero los de 'La que se Avecina' han sabido encajar de maravilla al personaje, rebajando su presencia desde la vuelta de Judith, bien hecho.

A diferencia de otros años, en esta ocasión no ha habido tantos altibajos de un episodio a otro, todos han sido entretenidos, a excepción de la paranoia de los extraterrestres que personalmente se me antojó soporífera. Por otra parte, parece mentira que 90 minutos de serie pasen tan rápido, algo que no ocurre ni tan siquiera con muchas películas que terminan cansando en la primera mitad. En 'La que se Avecina' no dejan que te descuides, un golpe de humor le sigue a otro, enmarcados en historias cercanas, a la vez que surrealistas, sin perder el punto loco.

Las tramas este año han sido más sociales que nunca, es cierto que anteriormente también recurrieron a discursos con forma de denuncia, pero este año ha sido más cebado, acorde con la situación actual que está viviendo el país. Temas como los desahucios, la corrupción o el desempleo han estado presentes, acompañados de un mensaje social y mucho humor.

Los cameos tampoco han faltado en la séptima etapa, alguno se ha alargado en el tiempo, como el de Xavier Deltell, con un personaje que a sorbitos ha ido dejando muy buen sabor de boca. De todas las participaciones me quedo con la de Anabel Alonso y su trama, que ha servid, a la vez, para hacer homenaje a Mariví Bilbao, Izaskun. La trama de la hija de Izaskun ocupando la casa que daban por suya Amador y Maite ha sido desternillante, espero que saquen jugo a este personaje y nos vuelva a hacer alguna visita.

Para la siguiente temporada, todavía sin fecha, hay muchos frentes abiertos, aunque podríamos decir que algunos han quedado más cerrados que nunca, la decisión de Lola o la relación entre Judith-Papuchi y la de los Recio, por ejemplo. No obstante, queda en el aire saber qué pasará con Amador y Maite, sin olvidar a los cuquitos. Puede que los guionistas nos tengan preparado un pequeño salto en el tiempo para reorientar las situaciones de estos personajes.

Sigo destacando las archirepetidas coletillas entre los fallos de la ficción, que a pesar de ser su marca de identidad a veces cansan, sobre todo en el caso de Estela Reynolds, que para mi gusto este año ha estado muy desaprovechada repitiendo su repertorio sin ton ni son. Otra queja, esta vez la culpa es de la cadena, hace referencia al horario y la duración del formato, puede ser que la hora y media no se haga del todo pesada, pero tampoco es agradable soportar todos los cortes publicitarios en los últimos 10 minutos de la ficción. El resto, chapeau una vez más.

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