'La que se avecina' cierra un ciclo que ha dejado huella

Doce temporadas después ha concluido una de las etapas más importantes en 'La que se avecina'. Prime Video ha subido al completo la segunda parte de la 12ª temporada de la comedia de Mediaset, aunque su "canal original" tardará unos meses en mostrar la despedida de estos esperpénticos personajes del mítico edificio de Mirador de Montepinar.

Me ha gustado que los 8 últimos capítulos hayan compartido varias tramas continuadas. Una de ellas ha sido el desalojo del edificio de viviendas que tantos problemas ha dado durante casi 15 años; la otra trama no ha sido menos interesante ni intensa, con la verdadera identidad de Germán "El Moroso" Palomares como eje del asunto. Además, también ha habido tiempo para buscar un nuevo lío a Amador, enredar más aún el matrimonio de Berta y Antonio o desquiciar por fin a Raquel con la intromisión de Alba en sus ovarios, entre muchas otras tramas delirantes.

El éxito de 'La que se avecina' se basa en sus personajes, muy bien escritos, con unas tramas locas que siempre ocultan algo de verdad con la que incluso puedes hasta identificarte, por marciano que parezca. Esta amalgama de personajes perdedores engancha y, a pesar del paso de los años, siguen teniendo unas vidas interesantes, dignas de ser contadas y escuchadas.

En la tanda final me quedo con la historia protagonizada por Alba Recio y Raquel. La rubia no ha gozado de gran protagonismo en todos estos años, aunque se ha mantenido fiel a la serie desde el primer capítulo. Si hay una perdedora en toda esta historia esa es ella, la guapísima prima de Nines se ve arrastrada por su entorno a una vida llena de penurias y miseria. El único consuelo que le queda es convertirse en madre, uno de sus mayores sueños, pero su peculiar pareja no es otra que Alba, que congeló su semen antes del cambio de sexo. Todo lo que viene después no tiene desperdicio.

La imaginación de los guionistas se sigue disparando con otros personajes, Vicente también ha estado siempre en segundo plano, y sus apariciones se agradecen, a cuentagotas. Gracias a su invalidez hemos conocido a Reme, una "amiga" de la iglesia de Berta que se convierte en el alma gemela del señor cojín, para envidia de Fermín, que ha encontrado consuelo en una desesperada Berta, disputándose el Premio a Caer Bajo de Montepinar.

Por su parte, Amador y Maite no se dan por vencidos e intentan reconciliarse por enésima vez, ahora que el "vividor" había conocido a una chica normal (interpretada por Mónica Cruz). Se ve obligado a jugar a dos bandas durante toda la temporada. Pero no cabe duda de que esta recta final no hubiese sido igual sin las Morcillo, incluso Bruno ha estado simpático como compañero de piso de Enrique, otro pobre fracasado que se ahorraría unos cuantos disgustos alejándose de esta desquiciante comunidad de vecinos.

No os voy a engañar, esperaba un final a la altura de la comedia, pero, tal vez a consecuencia del hype, me ha parecido un poco desinflada la trama del moroso. Fina ha estado espectacular, como siempre, Petra Martínez es la bomba, lo que no me ha terminado de convencer es lo de esconder la cara de su hermano para finalmente ser un who que nunca convivió con los montepinarianos, un bluf. Incluso el desahucio de los vecinos ha estado eclipsado, sin ningún tipo de artificio, recordando durante demasiado tiempo su paso por la Comunidad.

No obstante, a excepción de este último capítulo, el resto de la temporada ha sido brillante. No ha faltado tiempo para seguir con sus numerosos guiños y homenajes. Además, algunos de los protagonistas han viajado a Soria, protagonizando uno de los crossover más esperados de nuestra televisión, con los habitantes de Peñafría ('El Pueblo'), a lo que pronto veremos en la 2ª temporada que estrena Telecinco

Menos mal que esto no acaba aquí. Puede que el lavado de cara al que se va a someter 'La que se avecina' venga fenomenal al proyecto. De todos modos, espero que no se deshagan del elenco, porque desde los más veteranos hasta los más nuevos (Menchu, Yoli, Raluka, etc.) forman un equipazo. Nunca algo tan esperpéntico fue tan maravilloso.

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