Esperaba con ganas el regreso de ‘
La Casa de las Flores’, una de las series más rompedoras y originales del año pasado en Netflix. Sin embargo,
el visionado de los dos primeros capítulos me ha dejado frío, no reconozco a esta serie, nos han engañado convirtiéndola en aquello de lo que hacían sátira el primer año, ahora ya es una telenovela más, sin acidez.
Lo mejor de este comienzo son sus primeros minutos, los que rodaron en Madrid con Paulina y la familia de María José (Paco León) como protagonistas. El destino de Paulina está en México, y la hermana de María José, celosa de su cuñada, se encarga de que la hija de Virginia viaje sola de vuelta a su país. Todo lo que rodea a la familia española de Paulina es muy almodovariano, pero una vez que la protagonista cruza el charco, todo se vuelve tedioso.
El recurso de los guionistas para quitarse de en medio a Virginia es flojo. La muerte posiblemente fingida de la matriarca trastoca a la familia De la Mora, pero un año después todos siguen con sus aburridas vidas, sin perder de vista la florería que perdieron en el final de la primera temporada, y que pretenden recuperar por lo que dejan ver en los primeros capítulos de la segunda tanda.
Los tres hermanos, cuatro si contamos a la pequeña Micaela, están dispuestos a cualquier cosa por retomar las riendas de la florería, aunque realmente ninguno siente verdadero deseo por recuperarla. Se quedaron en bancarrota por culpa de Diego, el asesor financiero y amante de Julián de la Mora. Diego no ha tardado en aparecer y conquistar de nuevo al hijo de Virginia y Ernesto. Además, Julián acaba de convertirse en papá, y sigue con sus escarceos sexuales, arrasando allá por donde va. Parece que no tienen muy claro su rumbo, ni él ni los guionistas.
Por su parte, Elena sigue siendo la más aburrida de los hermanos De la Mora, y ahora que va de diva y de arquitecta de prestigio todavía da más pereza. Un novio francés que a nadie le interesa y un nuevo proyecto profesional que hace que quieras cambiar de canal forman parte de la carta de presentación de Elena para la nueva temporada. Un despropósito.
Esta vez han prescindido de la intriga, no hay ningún misterio con el que ceben cada capítulo, sin cliffhangers como los de la primera temporada. Sería perdonable si al menos consiguieran mantener la atención del espectador durante los más de 40 minutos de cada episodio, pero ni eso. El humor también lo ha perdido por el camino, ya no hay rastro de comedia, empezó como una parodia de las telenovelas latinas y se está convirtiendo en una de ellas, pero con menos chicha.
Vistos los dos primeros capítulos no me atrevo a seguir desgranando esta insulsa temporada compuesta por nueve episodios. Me basta para saber hacia donde se dirige la serie, y prefiero quedarme con el recuerdo de la primera tanda. Paulina sigue siendo un portento, ya pueden cuidar bien a Cecilia Suárez porque es lo único que puede salvar ‘La Casa de las Flores’. No hay mariachi que mantenga esto.