Parece mentira que ya nunca más vayamos a saber de los Botwin, '
Weeds' nos ha acompañado durante 8 frenéticas temporadas, en las que han pasado miles de cosas y hemos visto crecer y madurar (en todos los sentidos) a sus personajes principales.
La season finale ha sido un homenaje a todos los seguidores, a los que hemos estado al lado de Nancy estos largos años, si también eres uno de ellos te hacemos un hueco en la escalera.
(Contiene spoilers del capítulo final)
Antes de adentrarnos en la última hora de la serie dejábamos a Nancy gritando con agonía el nombre de su cuñado Andy, el que siempre ha estado a su lado y le ha ofrecido todo cuanto tenía, incluso su amor. Tras consumar ese amor en el mismo lugar en el que murió Judah (marido de la prota), Andy cogió sus bártulos y amenazó con irse y emprender un nuevo camino, lejos de las drogas (entre las que se incluye la propia Nancy).
Y así fue, Andy no reculó, como en anteriores ocasiones, esta vez rehízo su vida en Renmar, en casa de su padre, criando una pequeña Botwin con una camarera. Esta información le llega a Nancy unos cuantos años más tarde (¿quizás sean diez? No lo especifican), la traficante no ha tenido contacto con su cuñado desde aquel revolcón en "Regrestic", es más, ella ha estado apartada de todos durante un largo periodo de tiempo, o ellos apartados de la MILF por excelencia.
Stevie ha sido el único que no ha tenido más remedio que quedarse con su madre. El no tan pequeño Stevie quiere irse a un internado y perfeccionar con el balón, algo que no se le da mal al adolescente. Nancy se muestra reacia, pero tras varias conversaciones con otros personajes que van apareciendo a lo largo del capítulo, finalmente se da cuenta de que el niño corre más peligro cerca de ella que alejado, así que da alas a su hijo, quedándose así completamente sola.
Silas y Shame han rehecho su vida, el primero con mujer (Megan, la chica sorda de las primeras temporadas) e hija, es un padre feliz, con una vida que no cambiaría por nada. El caso de Shane es bastante diferente, el detective Ouellette está jubilado y ahora pasa el rato entre el alcohol y el sexo, parece que Shane sigue su mismo camino y se ha convertido en un garrulo con una choni por novia. Gracias a una de las últimas conversaciones con su madre el joven abre los ojos y promete que se rehabilitará. Pero no nos engañemos, ¿alguien ponía en duda que Shane necesitaría en un futuro ayuda psicológica?
En menor orden de importancia se encuentra
el extenuante Doug, sus tramas siempre han estado de más, pero por A o por B siempre ha permanecido pegado a los Botwin. Por lo visto, en un futuro seguirá engañando a diestro y siniestro, esta vez será en una especie de secta. Lo bueno que le trae todo esto es la reconciliación con su hijo Josh Wilson, desaparecido en combate desde el piloto de la serie; aun así, los responsables de '
Weeds' han vuelto a esforzarse por hacernos otro guiño y han recuperado al hijo de Doug, ni más ni menos que interpretado por Justin Chatwin ('
Shameless').
Las intermitentes apariciones de personajes que han brotado en el camino de Nancy Botwin durante casi ocho años no han estado de más en el episodio final. Incluso las menciones a rostros que no han estado presentes en el desenlace, como Ignacio o Isabelle (ahora reconvertida en un hombre).
Se ha echado de menos una mención al personaje de Elizabeth Perkins, Celia Hodes fue muy grande durante los cinco primeros años de '
Weeds', hubiera sido espectacular su aparición.
Son muchos detalles y guiños los que Jenji Kohan ha hilado en este final, la temporada en general ha sido una especie de recompensa por haber aguantado con los Botwin todos estos años, aunque haya habido momentos en los que no se sabía por donde coger las tramas: tramas a medio acabar, un rabino que sale de la nada, la desternillante Jill que va y viene...
De todos modos, ha sido un honor presenciar la evolución de los protagonistas de '
Weeds', en especial la de Nancy, haciéndose fuerte tropezando con la misma piedra, hasta el minuto final, cuando decide dejar el negocio de la hierba (¡esta vez legal!) y
dedicarse a ella misma, porque ahora ya no tiene a nadie más. Aquí acaban ocho años de serie, con buen sabor de boca y con ganas de más, como siempre.