Antena 3 ofreció anoche su cuarto relato dentro del marco '
Cuéntame un Cuento', la competencia fue dura, tal vez por eso
'Hansel y Gretel' tuvo el seguimiento más flojo de las cuatro historias emitidas hasta la fecha. '
La que se avecina' sigue liderando sin problema los lunes, y en La 1 emitían el desenlace definitivo de '
Isabel'. No obstante, 'Hansel y Gretel' ha sido para mí el mejor relato emitido hasta ahora, a pesar de tener fallos importantes.
El primer tropiezo lo encontramos nada más empezar el cuento, todo comienza en una estación de autobuses en la que una madre abandona a sus hijos, engañándoles a la hora de asegurarles que ella montaría en el autocar junto a ellos. La situación familiar por la que atraviesan es precaria, y la madre no puede garantizarles un buen futuro en su abrigo, así que lo mejor es mandarles a Galicia a que se busquen la vida. Algo surrealista y tonto, sobre todo porque es una situación muy evitable, mientras que el autobús sale de la estación los protagonistas tienen tiempo de sobra para pedir al chófer que pare. Lo prefieren hacer cuando están en medio de la nada, en una carretera en la que más tarde harán autostop.
La introducción es ridícula, y está muy mal llevada, podrían haber arrancado de mil maneras con mayor verosimilitud. Al menos, cuando Blanca Portillo entra en acción logramos olvidar el nefasto camino que nos ha llevado a ella. Portillo se mete en la piel de "la bruja", un personaje inquietante que claramente guarda algún que otro secreto, y mucha oscuridad en su interior. Blanca Portillo es un valor a tener en cuenta en cualquier ficción, siempre es un acierto, y en 'Hansel y Gretel' no podía ser menos, ella sola levanta toda la serie.
La denominada "bruja" es una mujer solitaria que vive en las profundidades del bosque, busca compañía, y cuando algo sale como ella no espera no duda en usar las peores artes para obligar a los jóvenes a quedarse dentro de sus "dulces" paredes. Aun así, los dulces brillan por su ausencia en 'Hansel y Gretel', faltan más referencias a lo más destacado de la historia original; puesto a ser quisquillosos, los niños están mayorcitos, por mucho que el narrador insistiera en tratarlos como críos, nuestros Hansel y Gretel estaban ya entraditos en la adolescencia.
Aitana Hercal y Marcel Borrás se meten en la piel de estos hermanos que buscan acogida. A ambos actores les cuesta empatizar con la historia, y con el público en mi caso, pero a medida que avanza la trama te vas acostumbrando a ellos, llegan a ser creíbles. A veces la culpa es del guion y no de los intérpretes, quizás eso sea lo que ha ocurrido en 'Hansel y Gretel', donde la propia Aitana Hercal parece un pan sin sal, hasta que se desmelena al probar las pócimas de la bruja malvada, convirtiéndose en otra actriz, y de las buenas. Algo parecido ocurre con Borrás, que aun así está más acertado que su compañera a lo largo del capítulo.
Cuando ya se habían ganado mi favor, estropean todo con el desenlace, una vez más la serie tropieza en una de las partes más potentes del cuento. Por lo tanto, 'Hansel y Gretel' echa a perder la historia en el principio, y sobre todo en el final. La lucha entre los hermanos y la bruja es un despropósito, ya no solo por la balda de IKEA que no debe pesar más de un kilo que cae sobre Portillo, también por las falsas cuchilladas que recibe Hansel o por el fuego que no quema.
Iban bien por la parte perturbadora, mostrando una bruja loca capaz de todo, dejando al espectador con la boca abierta con escenas como las de las fotografías, casi obligando a los hermanos a mantener relaciones sexuales, ahí se les fue la pinza, pero al menos lo supieron hilar con dignidad. En el final, a mi parecer, deberían haber dado una vuelta al cuento, como han hecho en otras ocasiones, haciendo que el destino no sea feliz para los hermanos, o quemando a los tres en el horno, con las fotos y recuerdos de la bruja incluidos.