El mes pasado
empezamos con el análisis de las protagonistas de '
Mujeres Desesperadas', la veterana serie de ABC que se despide esta temporada de su larga lista de seguidores. Y para cerrar como es debido una serie de estas características desde este blog se van a analizar a cada una de las mujeres que se han mantenido desde el inicio de la serie, la cuatro mujeres desesperadas por excelencia.
En esta ocasión es el turno de Gabrielle Solis, la más joven del plantel de protagonistas, pero no por eso congenia menos que el resto con los vecinos de Wisteria Lane. Si hablamos de evoluciones, Gaby ha sido la más irregular del reparto. Ella empezó siendo una mujer infiel y egoísta, nunca le importaban las consecuencias de sus actos, y lo primero siempre fue su bienestar, sin importar lo que digan o piensen a su alrededor.
El paso del tiempo hizo madurar a la guapa Solis, concretamente el salto de cinco años que marcó el sendero de la serie. Un lustro después de superar varias crisis matrimoniales, cargar a su espaldas la ceguera de Carlos y convertirse en viuda tras la muerte del ambicioso político Víctor, Gaby está irreconocible, no solo arrastra la invidencia de su (nuevamente) marido, también tiene dos hijas que le sacan de quicio y un aspecto desmejorado, con algunos kilos de más y sin su preciada melena.
La nueva situación de Gabrielle da mucho juego y crea innumerables tramas que giran en torno a sus traviesas hijas o al nuevo aspecto de la protagonista. En esa etapa Gaby es más vulnerable, pero a medida que pasan los capítulos coge fuerza, se recarga de energía y vuelve a ser la Gabrielle Solis que todos conocíamos, pero sin adulterio de por medio, porque si algo ha aprendido en estos años es que Carlos siempre está a su lado, para lo bueno y para lo malo. Ninguna otra pareja de la ficción ha superado tantos baches y se siguen queriendo cada vez más.
Nos equivocábamos al pensar que la maternidad cambiaría a Gaby, su prepotencia se mantiene en el mismo nivel, y no duda en contestar a sus hijas como si de personas adultas se tratara. El resbalón más grande de este personaje llegó en la temporada anterior, cuando los guionistas no supieron aprovechar aquel cambio de niñas que se dio al nacer Juanita, la hija mayor de Carlos y Gaby. Ésta última se sumió en una importante depresión, y la trama en la que se comparaba el amor que sentía por su hija biológica con una muñeca fue un desfase, totalmente prescindible en el guión.
El último año de 'Mujeres Desesperadas' está siendo especialmente duro para Gabrielle, ya que es ella quien protagoniza la trama continuada de la temporada final. El padrastro de Gaby abusaba de ella cuando era pequeña, y ahora que Solis había enterrado ese recuerdo, el padrastro vuelve para revivir aquellos dolorosos momentos. Es ahí cuando Carlos actúa, una vez más en defensa de su mujer, y mata a ese hombre. Como todos sabemos, las amigas presencian ese momento y no dudan en apoyar a su amiga y enterrar el cadáver, ese mismo que está dando tantos quebraderos de cabeza a nuestras protagonistas, y que tantos las ha cambiado.
Hemos sido testigos de muchos momentos cómicos que nos ha regalado la modelo frustrada durante casi ocho años. Probablemente sea la mujer desesperada que menos momentos dramáticos haya protagonizado. Para Gaby es muy importante la imagen, y ahora no solo debe esconder un cadáver, también intenta ocultar la situación actual de su marido, en una clínica de desintoxicación tras ser empujado (en parte por Gabrielle) a la bebida.
Eva Longoria lleva ocho años demostrando que no solo es una cara bonita, nos ha hecho reír, y cuando ha sido necesario también nos ha sobrecogido, aunque sinceramente Gabrielle es más convincente cuando saca la vis cómica, o cuando las cosas no salen como ella esperaba. Algunos de los mejores momentos los protagonizó con la gran Eddie Britt, sobre todo en las peleas de la tercera temporada, cuando la rubia empezaba una relación con Carlos. Gabrielle Solis, como no podía ser menos, merece un fina feliz cerca de su marido, sería un duro golpe que Carlos volviera a la cárcel.
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Especial - Lynette Scavo