La recta final en '
The Killing' ha sido intensa, y esta vez definitiva.
Es la tercera vez que despedimos la serie pensando que es para siempre, pero en este caso es verdad que a la tercera va la vencida, los guionistas han dejado bastante cerradas todas las tramas, quedando en el aire solamente la relación entre Linden y Holder, algo que personalmente me trae sin cuidado.
Los seis capítulos de la temporada final han estado centrados en un grupo de soldados cadetes y su superior, la Coronel Rayne (Joan Allen), el personaje más enigmático de la temporada. La historia está muy bien hilada y desde el principio engancha, ya que es cuanto menos curioso que una familia de cinco miembros muera asesinada en su propia casa y tan solo quede vivo un superviviente, el joven cadete Kyle, un atormentado adolescente que ha tenido una vida dura, ahora todas las miradas están puestas en él.
El desenlace de la trama es decepcionante, esperaba más acción o sorpresa, aunque al menos compensa con lo bien construida e interpretada que ha estado la historia. Una vez más, la labor de Linden y Holder ha sido decisiva, una de las mejores bazas dentro de esta subtrama.
La otra historia la protagonizan directamente Sarah y Stephen, que siguen preocupados por el tema que dejaron entre manos en el final de la temporada anterior. Linden mató a Skinner, su jefe y amante, tras descubrir que él era quien estaba detrás de los asesinatos de varias jóvenes de la zona, para después arrojar sus cuerpos a un lago. Holder no duda en apoyar a su compañera, y juntos intentan evitar durante estos seis episodios que se les relacione con la desaparición de Skinner, aunque Reddick les sigue muy de cerca una vez más, siendo él la gran amenaza de los protagonistas en esta recta final.
Las resoluciones de los casos nunca han sido el fuerte de '
The Killing', tal vez el año pasado llegaron a sorprender, pero en el resto de ocasiones es preferible quedarse con el recuerdo del camino recorrido que con el desenlace en sí. De todas formas, es fácil mantenerse frente al televisor enganchado con una serie como esta,
Mireille Enos y Joel Kinnaman lo hacen de lujo, y les espera seguro un futuro lleno de proyecto de calidad, porque lo valen.
No obstante, yo
hubiese eliminado los últimos diez minutos de la serie, me niego a que den cabida en una serie como '
The Killing' a la manida relación sentimental entre los dos detectives protagonistas. La química entre Linden y Holder es perfecta, por eso no me ha gustado nada que distorsionen su imagen con ese final que deja una puerta abierta (aunque queda bastante claro) al amor entre la pareja, ¿a qué viene eso?
Con todo, el recuerdo acerca de '
The Killing' siempre será positivo,
una serie entretenida, de calidad y con una atmósfera que atrapa, todo esto aderezado con unas interpretaciones brillantes. Brindemos por muchas como esta.