'El Ministerio del Tiempo' cierra el ciclo de forma redonda

'El Ministerio del Tiempo' ha cerrado la que posiblemente sea la mejor temporada de su historia. La cuarta etapa ha estado repleta de acción, humor y reencuentros que nos han llevado a la nostalgia. El regreso de Rodolfo Sancho como Julián ha sido uno de los alicientes de los últimos capítulos, pero realmente su presencia no hacía falta para mantener el nivel de la serie en la que nadie es imprescindible.

El equipo de la serie no se ha cansado de repetir en entrevistas y redes sociales que se trataba de una temporada especial, con una historia cerrada y no vinculante con lo que pueda estar por llegar. El futuro de 'El Ministerio del Tiempo' siempre ha sido incierto, su audiencia es fiel, pero para una emisión en abierto puede que sea poco competente, y esto hace que su continuidad siempre esté pendiente de un hilo.

Los seguidores de la serie hemos dejado de sufrir, aprendiendo a disfrutar de lo que nos ofrecen en el momento, sin pensar en lo que vendrá después y gozando de cada episodio como si fuera el último. Además, este año da la sensación de que no ha habido rellenos, como sí me pasó en anteriores ocasiones. La duración de cada capítulo es idónea y las tramas están muy bien construidas y desarrolladas, con un principio y un final perfectamente marcados.

Una de las misiones que más me ha gustado es la protagonizada por el actor Juanjo Cucalón, es una serie que se mueve como pez en el agua dentro del género cómico, sin ser una ficción de humor al uso. También me he llevado una sorpresa con la evolución de Lola Mendieta, a pesar de no haber podido ver a Natalia Millán en acción, sí hemos aprendido a querer a Macarena García en la piel de una Lola joven e inexperta que se va convirtiendo en la “villana” que más tarde conocemos.

En el ministerio, Lola es sustituida por Carolina (Manuela Vellés), una chica directa, pero con muchas inseguridades que le hacen saltarse las normas y viajar en el tiempo para encontrarse consigo misma en otras épocas. Ya es un clásico esto de que se paseen por el pasillo de puertas a su antojo y para su propio beneficio, este año la palma se la lleva Julián, pero hasta el “incorruptible” Salvador lo ha hecho, que, por cierto, nos regala un brillante epílogo.

Por poner un “pero”, me ha sabido a poco el regreso de Aura Garrido, que más bien ha sido una visita fugaz. Por suerte, hemos podido seguir disfrutando de las apariciones de Irene en varias de las misiones y ha seguido avanzando a buen ritmo la relación entre Alonso y Pacino, un tándem que mejora con cada escena, son tan diferentes que su choque cultural hace las delicias de los espectadores.

Para terminar, está claro que es una serie de ciencia ficción, pero esta temporada se han atrevido a arriesgar en el género entrando de lleno en el terreno de naves y objetos voladores. Las puertas del tiempo se quedaban algo rudimentarias y han recurrido al Anacronópete, una idea que ha expandido, más todavía, el Universo de 'El Ministerio del Tiempo', con unas referencias locas en el capítulo final que nos muestra un caótico futuro. Espero que siga el desmadre del Ministerio.

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