La televisión belga estrenó en 2019 ‘De Twaalf’, serie que ha llegado a España de la mano de Sundance TV bajo el título ‘El Jurado’. El nombre de la serie hace referencia a las personas, elegidas al azar, que deben tomar parte en el “juicio del milenio”, así lo denominan durante toda la serie, y no es para menos.
El caso que deben estudiar es el de Frie Palmers, la directora de instituto que es acusada de acabar con la vida de su hija Roos y su mejor amiga Bertje, esta última asesinada 18 años atrás. Son muchos los secretos que van saliendo a la luz, y a medida que conocemos más sobre Frie y su entorno tenemos menos claro si la acusada es inocente o culpable.
Algo similar les ocurre a los doce elegidos como miembros del jurado popular. Doce personalidades totalmente distintas, la mayoría de ellos con una gran carga personal que irán desgranando poco a poco. No todos los miembros del jurado tienen el mismo peso en la serie, pero ‘El Jurado’ encuentra el equilibrio perfecto para presentar las historias y perfiles de estos personajes que van a decidir el futuro de Frie.
Más que una historia de celos
El ex de Palmers, y padre de su difunta hija, es otro de los sospechosos que estará bajo vigilancia por parte del abogado de la acusada. No solo él, la nueva pareja del padre de Roos también ha sufrido los celos enfermizos de Frie, algo que la convierte en una mujer con importantes desequilibrios mentales, pero no por ello necesariamente una asesina.
La opinión del jurado irá variando tanto como la de los espectadores, que nos podemos sentir como el decimotercer miembro de este variopinto grupo. Además, los celos también forman parte de otras tramas que protagonizan estas doce personas, algunos más preocupantes que otros.
Los flashbacks aparecen en su justa medida. No nos lo ofrecen todo masticado, por lo que no son extremadamente explicativos; además, no dejan que perdamos el verdadero eje de la historia: el juicio contra Frie Palmers y las decisiones del grupo elegido al azar.
Un desenlace acorde con la realidad
También aplaudo que no siempre gane la verdad absoluta, algo que sería perfecto e ideal, pero lamentablemente no siempre es así, y lo reflejan muy bien en la ficción belga. El espectador es el único que lo ve y lo sabe todo en ‘El Jurado’, algo que puede dejar tranquilos a aquellos que se estén pensando dar una oportunidad a la serie.
Todas las incógnitas obtienen respuesta, tal vez alguna lo haga de forma atropellada en los últimos minutos del drama, pero cumplen con la audiencia, algo que no siempre se puede afirmar. La relación entre Frie y Bretje o la obsesión de la acusada por el novio de su amiga están muy bien escritas, sin forzar el dramatismo, para eso ya tenemos los telefilms de sobremesa.
Me ha gustado ‘El Jurado’, con un plantel de personajes que no dejan que la mente descanse, y a su vez consiguen un equilibrio perfecto para que el espectador no se aturulle con tantos nombres y actores. La ficción belga nos regala así otra joya después de haber dado en el clavo hace un par de años con la frenética ‘De Dag’, también
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