'El Desorden que Dejas': Adictiva como la comida rápida

'El Desorden que Dejas' es una de esas series que de vez en cuando se estrenan en Netflix con el objetivo de ser maratoneadas. No queda otra, la trama entra fácil y te enganchas a ella desde el primer episodio. La miniserie cuenta con un reparto destacado, sus dos protagonistas ya nos convencieron anteriormente en otros trabajos y no decepcionan en este thriller rodado en Galicia. Inma Cuesta y Bárbara Lennie se meten en la piel de dos profesoras que no dejan indiferente a nadie, ni en el Instituto en el que trabajan ni fuera de él.

Raquel (Cuesta) es una chica de ciudad que llega al pequeño pueblo de Novariz, donde todos se conocen y casualmente todos guardan secretos, como buen thriller que se precie. La plaza de docente en el pueblo de su marido es una oportunidad que la joven no puede dejar escapar, pero esto traerá consecuencias negativas, desvelando oscuros secretos de su chico y enfangándose por querer descubrir qué hay tras la alargada sombra de la profesora a la que sustituye.

Viruca (Lennie) ha aparecido muerta en el río que pasa por Novariz, todo apunta a un suicidio, pero en este tipo de dramas hemos aprendido a sospechar de cada prueba. La profesora llevaba una vida ajetreada, enemistada con parte del pueblo, mientras que tenía embelesada a otra parte importante del municipio gallego. En su historial no faltan problemas económicos, coqueteo con las drogas o un potente entramado de cuernos, con un marido desquiciado en los últimos días de Viruca con vida.

En este drama de intriga no faltan los alumnos con las hormonas revolucionadas. La pista la teníamos en el nombre de su creador, Carlos Montero. El gallego ha trabajado como guionista de 'Élite' o 'Al Salir de Clase', así que está garantizada la dosis de adolescentes salidos, con tintes sociópatas. Y yo encantado.

Iago, Roy y Nerea es el trio protagonista en el Instituto, de hecho, el resto de alumnos apenas alcanzan a pronunciar una frase entre todos. Los tres solitos se encargan de volver loca a Raquel, a la que no le hace falta mucho para montar un drama y brotar. El personaje de Inma Cuesta es de lo más insoportable que he visto en la televisión, hacia tiempo que no sentía una mezcla de pudor y rabia viendo interactuar a un personaje ficticio. Parece que todas sus decisiones son erróneas, pasadas de rosca, muchas veces sin motivo alguno.

Con esto no quiero decir que el trabajo de Cuesta no sea brillante, porque me reafirmo en que ella es lo mejor de 'El Desorden que Dejas'. Me cautivó desde el principio con su acento gallego, eclipsando completamente su deje andaluz. No es la única que lo consigue, porque en el reparto no todos son gallegos, aunque mis oídos no lo logran percibir. Sin embargo, Inma Cuesta me parece que es la que tiene el papel más difícil y la que mejor lo defiende.

Los 8 episodios de 'El Desorden que Dejas' pasan volando, me ha parecido una miniserie muy entretenida con un final digno. Hubiese apostado por cerrar la historia con un drama que hiciera una especie de paralelismo entre la muerte de Viruca y la de Raquel (el caso era matar a Raquel), pero también me convence que las cosas no acaben tan mal para todos. La fotografía de la serie esta vez juega con ventaja, los paisajes del supuesto Novariz (Celanova) son preciosos, pero es que hasta los interiores parecen sacados del catálogo de una tienda de muebles. Ya estoy buscando urgentemente un reemplazo, aunque no va a ser fácil encontrar una serie tan adictiva que permita que la consumas en menos de una semana. Esperando lo próximo de Carlos Montero.

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