(Contiene spoilers de la 3ª temporada)
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The Handmaid’s Tale’ ha sido uno de los dramas más aclamados de los últimos años, aunque en su tercera temporada no ha alcanzado el reconocimiento ni la popularidad de las anteriores etapas.
La serie se ha estancado, a pesar de la evolución de la protagonista, y de algunos secundarios que siguen siendo imprescindibles, la narración se ha visto atrapada en un bucle que parece que no se cansa de dar vueltas sobre el mismo eje.
A grandes rasgos, la tercera temporada de ‘The Handmaid’s Tale’ ha sido un aburrimiento mayúsculo, con escenas tediosas en las que no faltaban planos repetitivos y grandilocuentes. El argumento no dista mucho de las anteriores tandas, con una June dispuesta a todo por conseguir su objetivo: sacar a su hija mayor de Gilead. Es cierto que la ambición de la protagonista ha crecido en esta temporada, maquinando diferentes tretas para acabar con esa loca sociedad creada en el distópico Estados Unidos. Para ello ha tenido que trabajar duro, y así ganarse el favor de las Marthas, y pelear codo con codo con uno de los impulsores del sistema, Joseph Lawrence, su aliado y a la vez amo.
No se puede decir que June sea afortunada, pero dentro de su desgracia siempre termina encontrando dentro del sistema a alguien que rema a su favor. Esa es la parte de la ficción que menos me gusta, no termino de empatizar con la protagonista porque por mucho que meta la pata o la pillen infragranti, se libra de todos los males y vuelven a confiar en ella. Tenía sentido en la segunda temporada, cuando esperaba el hijo de Fred y Serena, pero después de todos los líos en los que se ha metido sigue encontrando gente de confianza dispuesta a sacar a la chica de cualquier apuro, aunque se jueguen la vida por ello.
En la recta final de la última temporada estuve dispuesto a abandonar la serie, sobre todo después de confirmar que continuarían alargando la historia, como mínimo, un año más. Sin embargo, los tres últimos capítulos van in crescendo, con un nuevo plan sobre la mesa, bajo el título de Mayday. June se convierte en líder de este levantamiento que tiene como objetivo derrotar al sistema que convierte a las mujeres en esclavas, solo válidas para engendrar. Logran liberar decenas de niños, devolviéndolos a Canadá, la Tierra libre más próxima de Gilead. June vuelve a quedarse en el terreno enemigo, junto a muchas otras compañeras para las que no había sitio en el avión que salvó a muchos niños y niñas de un futuro desolador.
En Canadá las cosas tampoco pintan bien para Fred y Serena. La rubia se creía libre de todos los males después de traicionar a su marido, pero la venganza se sirve en plato frío, y el comandante Waterford no se queda de brazos cruzados. Por fin vamos a ver a este matrimonio en una tesitura diferente, después de tres años era hora de verles en el bando contrario. En la cuarta temporada puede que haya más personajes y tramas interesantes en el Canadá ficticio de la serie de Hulu que en la propia Gilead.
Elisabeth Moss vuelve a estar fantástica en la piel de June, pero su personaje ha retrocedido en cuanto a popularidad. Creo que no estoy solo en esto, y pienso que June se está convirtiendo en una mujer insoportable, con mucha ira, en ocasiones comprensible, que puede acabar jugando en su contra. Su prioridad es salvar a Hannah, que cada vez es mas mayor y consciente de donde está, pero en los pequeños momentos que ha compartido con ella últimamente no parece que la eche de menos.
En la tercera temporada se ha puesto en duda la ética de la protagonista, y en la cuarta etapa veremos a una June crecida, con todas sus compañeras alzándola, tal y como vemos de una forma metafórica en la escena final de la recientemente finalizada temporada. Deseo que Hulu ponga fin a ‘The Handmaid’s Tale’ en la siguiente tanda, es una estupidez seguir alargando una historia que se ha reseteado un par de veces para mostrarnos lo mismo, con la paulatina evolución de la protagonista como único, e insuficiente, reclamo.