(Contiene spoilers)
Cuando empecé a ver ‘
Día a Día’ en Netflix pensé que sería la típica comedia de la que no pasas de la primera temporada, empalagosa y con nada nuevo que decir. Me equivoqué,
sus personajes han ido evolucionando durante tres temporadas, y no solo ha habido tramas típicas de sitcom, algunas de ellas también se han alargado durante la corta historia de esta maravillosa comedia, dando momentos maravillosos.
He llegado al final de ‘One Day at a Time’ cuando ya era oficial que se trataba del desenlace definitivo. Pensé que iba a dejar colgadas algunas historias, pero la series finale ha sido redonda, los guionistas ya se olían algo, o directamente preferían dejar cerrado todo por si acaso. Penélope se gradúa, pasa página y perdona a su ex; además se despide de su difunto padre, mediante un recurso que puede hacer que se le escape alguna lagrimilla al más impasible.
Justina Machado está genial como protagonista de ‘Día a Día’, pero Rita Moreno es el alma de la serie, y el equipo lo sabe, por eso explotan a la perfección cada intervención de la veterana actriz. Lydia es un gran personaje, pero Leslie entorpece en ocasiones a la estrella del show. No me gusta en absoluto el Doctor Berkowitz, tal vez en la primera temporada tuviera su aquél, pero le han ido dando mayor protagonismo, en detrimento de otros personajes que podrían haber aportado mucho más que el pavisoso stalker de la abuelita.
Algo similar me ocurre con Schneider, del que no prescindiría, pero al que tampoco daría tanta importancia. El colmo fue su trama con el alcohol, algo muy trillado que no aportó nada nuevo. Es cierto que ‘Día a Día’ no se caracteriza por ser original o novedosa, pero la batalla del vecino contra el alcoholismo fue totalmente prescindible. Fue interesante que se cruzara su historia dramática con la fase por la que estaba pasando el benjamín de la familia Álvarez, pero se pasaron de intensos con Schneider.
Con esto no quiero decir que el drama me sobre en esta comedia familiar. Pienso que han lidiado de maravilla cada vez que se han puesto melancólicos con tema sociales como la inmigración, la aceptación de la homosexualidad o el machismo, contra el que han luchado con diálogos inclusivos desde unas tramas que podrían servir de lección en muchos ámbitos. Chapeau por los encargados de escribir en esta serie que Netflix no se ha atrevido a mantener durante unas temporadas más. Al menos podrían haber sido agradecidos con el público regalando un final anunciado, dando la oportunidad al equipo de ‘Día a Día’ de despedirse de una audiencia, que aunque no sea millonaria ha sido muy fiel.
En el episodio final hemos asistido a la boda del padre de Álex y Elena, y la reconciliación del patriarca con la adolescente me ha parecido de lo más bonito de la serie. En este sentido también pienso que han cerrado perfectamente la historia de padre e hija, tenían una conversación pendiente, y Elena merecía un final feliz, al menos con su padre, al que adoraba hasta que arruinó su fiesta de quince.
‘Día a Día’ ha puesto sobre la mesa temas transgresores y polémicos que otras comedias familiares no llegan a tocar ni de pasada. Con el pretexto de la “comedia familiar” han colado unos cuantos mensajes muy positivos, siempre desde el respeto, mezclando la lágrima con las risas. Puede que no tuvieran el mejor plató, o que los falsos exteriores provocaran vergüenza ajena, pero ‘One Day at a Time’ es mucho más que una factura técnica impecable, nos merecemos también de vez en cuando comedias humanas que nos evadan de nuestros problemas cotidianos y nos hagan reír de los de otros, desde el buen gusto. Netflix parecía que se atrevía con esto, pero se ha echado atrás, y nos ha dejado a medias.