Cinco cosas que echábamos de menos de 'El Ministerio del Tiempo'

Ya hace un año que se estrenó la primera temporada de 'El Ministerio del Tiempo', y después de varias cavilaciones, TVE solicitó una nueva tanda de capítulos a la productora. Los nuevos episodios ya están en emisión, así que la nostalgia por esta ingeniosa serie ha terminado. No obstante, voy a destacar las cinco razones por las que hemos estado esperando impacientes lo nuevo de la serie de La 1.

No es la primera ficción, ni será la última, que juega con los viajes en el tiempo, trasladando así al espectador a épocas y situaciones históricas que solo hemos tenido ocasión de leer en libros. Estos saltos permiten que los guionistas den rienda suelta a su imaginación, y las posibilidades son casi infinitas, cualquier época pasada (o del futuro) puede ser interesante.

Además, la puerta de regreso al presente siempre está abierta, por lo que en 'El Ministerio del Tiempo' tienen la posibilidad de jugar varias bazas. El presente también es interesante.

Los mencionados viajes en el tiempo no se hacen en vano. Los protagonistas deben solucionar problemas que les plantean sus superiores en el Ministerio, y cada misión es más interesante que la anterior.

Envolverse en las calles del siglo pasado, conocer edificios (hoy) históricos recién construidos o visitar a personajes ilustres que murieron hace décadas son valores añadidos que dan a cada misión un toque especial. Incluso los que renegamos de los procedimentales disfrutaremos con cada trama episódica.

Son pocas las series con las que se aprende historia de España mientras se disfruta de ellas. 'El Ministerio del Tiempo' hace a su vez una labor documental que es de agradecer. Hay datos o hechos que ya los conocemos, pero otros nos los desvela la propia serie.

Ficciones como 'Carlos, Rey Emperador', 'Velvet' o 'Isabel' nos muestra la realidad de una época concreta, pero en 'El Ministerio del Tiempo' tenemos la ocasión de revivir momentos históricos vividos en España en diferentes periodos. Y esa es una de las esencias de la serie.

La ficción de La 1 no es una comedia, pero no le falta humor, y lo saben gestionar muy bien. Tampoco es un drama, pero tiene toques trágicos que hacen que te salten las lágrimas, como la historia personal del personaje de Rodolfo Sancho, o el pasado de cualquiera de los protagonistas, todos tienen algo dramático que les une.

Pero me quedo con el humor, y he de reconocer que pocas veces me pasa, suele tener más peso la carga emocional y la lagrima en ocasiones fácil, antes que la importancia de soltar una risa esporádica. 'El Ministerio del Tiempo' no es una serie de carcajadas, pero saben lanzar una pulla a tiempo, o soltar algún que otro chiste alejado de los manidos clichés. Lo mejor es cuando meten caña al Gobierno o a la sociedad actual sin ser tan evidentes.

Irene Larra es el personaje al que más he echado de menos este año. No es fácil tratar la homosexualidad con naturalidad en las series de televisión, o eso parece a juzgar por el resto de ficciones que vemos últimamente. Los guionistas han dado en el clavo con este personaje, una mujer seductora, atrevida y muy profesional. Cayetana nos ha sorprendido a muchos, y de esta forma hemos podido descubrir su mejor cara como actriz, alejada de los encorsetados platós de La 2.

No es el único acierto en el reparto, Aura Garrido está espléndida, como en todo lo que hace; Rodolfo Sancho da vida a Julián con solvencia; y Nacho Fresneda le da chispa a la serie con sus intervenciones y sus gestos, flipando constantemente. También hay secundarios que dan la talla, como Natalia Millán o Julián Villagrán, la antagonista y el alocado Velázquez.

Este mes los ministéricos estamos de suerte. Ha vuelto nuestra serie.

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