'Broadchurch' T3: El barranco de las lamentaciones

'Broadchurch' ha terminado definitivamente, y el camino ha sido más largo de lo que podíamos esperar en sus inicios. La serie británica enganchó a muchos espectadores en la primera temporada, y traspasó fronteras, poniendo de nuevo de moda las ficciones en las que un menor es asesinado, y la policía debe encontrar al causante de la barbarie. Muchos la compararon con 'Twin Peaks', aunque la británica ha seguido su propio camino.

El segundo año acudimos al juicio del responsable del asesinato de Danny Latimer, con Ellie en el centro de todas las miradas, ya que ella estuvo tras el caso, y el culpable terminó siendo su propio marido. 'Broadchurch' siempre nos ha hecho plantearnos la línea entre el bien y el mal, y nos ha dado varias lecciones morales de una forma sofisticada.

La tercera y última temporada no ha dejado a un lado este aspecto. Las violaciones, el papel de la sociedad y el trato que reciben las víctimas, han sido plasmados en 'Broadchurch', de manera brillante, aunque un poco obvios en algunas ocasiones. Esta vez la víctima es Trish, una mujer de cincuenta años que ha sido violada tras una fiesta, y nuevamente Ellie y Alec se unen para buscar al responsable, aportando cada uno de ellos un punto de vista totalmente diferente.

La pareja formada por David Tennant y Olivia Colman es perfecta, a veces se comportan como un matrimonio, es muy divertido verles, a pesar de que las tramas que protagonizan son más bien dramáticas; siempre logran darle un toque de humor natural. En cambio, hay otros personajes que apenas han aportado nada en la tercera temporada, y podrían haber reducido mucho más su presencia, como es el caso de Beth, metida con calzador en el caso de Trish, o su marido, Mark. El matrimonio Latimer fue imprescindible en las dos primeras temporadas, podrían haberse limitado a aparecer en uno o dos capítulos esta vez, para contar lo que realmente interesa de ellos.

Lo bueno de 'Broadchurch' es que a sus guionistas no les gusta quedarse en la superficie, y el canal ITV les ha dado la oportunidad de seguir contando qué ocurre con personajes que parecían haber terminado con sus historias. Tras perder a un hijo, el duelo sigue una vez que se ha encontrado al asesino, como fue el caso de los Latimer, y algunas consecuencias las hemos visto en esta temporada, como el fracaso matrimonial, el intento por pasar página de Beth o el desplome de un Mark que necesita las respuestas que jamás encontrará, ni siquiera plantando cara al responsable de la muerte de Danny.

Volviendo al caso de Trish, la resolución ha sido un tanto forzada. Nos han intentado sorprender, poniendo a tres sospechosos contra las cuerdas en los últimos minutos: Ed, Leo y Lucas. Finalmente, un giro en la historia nos muestra a base de flashbacks cómo transcurrió la agresión. El taxista ocultaba algo, y si él no era el culpable solo nos quedaba una opción para tanto silencio, su hijo. Y así fue, el chico con habilidades sociales limitadas se juntó con su entrenador, Leo, un joven trastornado que ya había violado a otras mujeres antes, éste empujó al hijo de Lucas a hacer lo mismo con Trish.

El desenlace está cogido con pinzas, había mucha gente implicada en esto, y todos en silencio, Lucas, su hijo y la propia novia de Leo. Sin embargo, los ochos episodios han pasado rápido, con un ritmo no frenético, pero sí constante, dejando siempre con ganas de mas después de cada episodio. Incluso tras la última escena con los reconocibles barrancos como protagonistas hacen que queramos regresar a Broadchurch.

La temporada no habría destacado de no ser por la marca de la casa y la labor de la pareja protagonista. La trama podría ser la de cualquier telefilme de sobremesa, o se podría reducir a un solo capítulo de una serie procedimental, pero 'Broadchurch' va más allá del crimen de turno, y se les va a echar de menos.

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