(Contiene spoilers hasta el capítulo 3x02)
La primera temporada de ‘Broadchurch’ fue de las que podríamos enmarcar. Una de las mejores obras británicas que perdurará en el tiempo. Después vino la segunda tanda de capítulos, bastante prescindible, pero bien llevada si comparamos con otras series del género, parecía que los guionistas nos dirigían hacia un desencadenante interesante, y aunque faltaron fuegos artificiales y momentos que nos dejaran sin hipo como en la primera temporada, consiguieron mantener la atención de los seguidores de la serie.
Dos años después ‘Broadchurch’ regresa, trasladándonos a la costa sur inglesa, un lugar que muchos desconocíamos y al que le estamos encontrando el encanto, a pesar de ser el escenario de un nuevo crimen sin resolver. Detrás del caso vuelven a estar Alec Hardy y Ellie Miller, un tándem ya consolidado, tanto en lo personal como en lo profesional. La relación entre los protagonistas sigue siendo el plato fuerte de la serie, sin despegar la mirada del caso en el que se centran en la tercera temporada.
Una vez resuelto el entramado acerca de la muerte de Danny Latimer, los habitantes de Broadchurch siguen con sus vidas, incluidos los padres del joven fallecido. En la serie continuamos viendo cómo avanza la trayectoria del matrimonio, aunque no sea necesario para el espectador, porque ni Beth ni Marc son personajes enigmáticos. Los guionistas podrían haber cerrado esta trama, meter con calzador en la nueva historia a Beth se ve forzado, por no hablar de Marc pululando por el pueblo, hablando con el cura, otro prescindible.
Lo mejor del regreso de ‘Broadchurch’ ha sido la manera en la que han introducido el nuevo suceso. Una mujer de mediana edad fue violada tras una fiesta, pero el trauma que sufre tras la agresión hace que el goteo de información sea ínfimo, algo que entorpece la investigación de Hardy y Miller. Mientras que la agente se muestra comprensiva con la víctima, Hardy quiere respuestas lo antes posible, vuelve a estar ligado a lo práctico, y Miller sigue siendo más visceral, más humana.
El choque entre estos dos caracteres es una de las bazas con las que juega el drama, y ahora hay en juego mucho más, ya que la pareja mantiene una relación sentimental algo atípica. Dar con el violador va a ser complicado, al titubeo comprensible de la víctima se le suma la larga lista de sospechosos que no para de crecer en el segundo episodio. El taxista, el joven vendedor de la fábrica de cuerdas o cualquiera que haya estado en la fiesta en la que fue agredida la víctima. Nadie se salva, todo el pueblo vuelve a estar bajo nuestra atenta mirada.
No se descarta que la mujer oculte algo, aunque no tendría sentido que se haya inventado la historia, sobre todo después de ver la última escena del segundo capítulo, en la que recibe un mensaje amenazador del presunto agresor. A Ellie ni se le pasa por la cabeza que la mujer pueda estar ocultando información o mintiendo a la policía, aunque en el segundo episodio las dudas aumentan, debido a la declaración a medias que hace en comisaría.
‘Broadchurch’ vuelve a lucirse con la presentación de un nuevo caso desgarrador. En los primeros minutos consiguen que nos pongamos en la piel de la víctima, sintiendo sus miedos y comprendiendo sus contradicciones. A esto se le suma la confesión a su hija, ante la incómoda mirada de Beth, que no parece capacitada para trabajar como asistente social.
Este relato desgarrador irá mostrando todas sus cartas a lo largo de los ocho capítulos que componen la temporada. Mezclar el juego del cluedo con la intensa relación de los dos protagonistas va a ser un gustazo. Bienvenida de nuevo, ‘Broadchurch’.