'Born to Kill': el último psycho killer británico

La emitieron en primavera, a través de la cadena británica Channel 4, pero es una miniserie ideal para cubrir esos huecos que siempre quedan en el verano. 'Born to Kill' es un thriller de cuatro episodios que te traslada al sur de Inglaterra, donde vive un adolescente atormentado por su pasado. Un pasado que ni siquiera él conoce con detalle, se basa en recuerdo de su infancia que se le presentan en forma flashes.

El chaval, Sam Woodford, vive con su madre, una triste madre soltera que guarda serios secretos sobre el padre de su hijo. Sam, al margen de lo que le pasa por la cabeza a Jenny, su madre, decide indagar en el pasado por su cuenta, a espaldas de ella y valiéndose en gran parte de pequeños retales de su infancia, que posicionan a su padre como un héroe, mientras que la figura de la madre cada vez es más prescindible para el joven.

Jenny es una mujer sufridora, se ve en cada uno de sus gestos y movimientos. Romola Garai hace un buen trabajo, y el chico que se pone en la piel de Sam, Jack Rowan, también se mantiene correcto durante los cuatro episodios, aunque recuerda más de lo esperado al protagonista de 'Bates Motel'. Ya no solo por su obsesión con sus padres, también en el aspecto físico, por no hablar de sus tendencias psicópatas.

Sam es un chico retorcido, y no duda en pasar la línea que le separa de un joven trastornado a un asesino en serie peligroso. Aunque Jenny no lo quiere ver, en el fondo sabe que vive con un sociópata. La relación de Sam con los compañeros del instituto no es muy común, se comporta como un tipo solitario, y aunque parece que empieza a hacer migas con el chico que sufre bullying, Sam no da con la horma de su zapato hasta que topa con Chrissie, la chica nueva.

Chrissie se muda con su padre al pueblo en el que vive Sam. La abuela de la joven está enferma y su padre debe estar cerca para cuidarla. Dejar todo atrás no es fácil para Chrissie, que muestra una actitud áspera y pasota con todos. A Sam le gusta lo borde y antipática que es la joven, y se marca como reto llevarla a su terreno, algo que consigue poco a poco. A su vez, Jenny está conociendo a Bill, el padre de Chrissie, el mundo es un pañuelo.

Los cuatro episodios se ingieren sin contratiempos, es una miniserie agradable para ver, con algunos momentos densos, sobre todo en la primera mitad. Las presentaciones están a la altura, y son necesarias para meternos en el círculo siniestro de este adolescente atormentado. Bebe de otras series y películas del género, por eso no diría que se trata de una ficción original, aunque tiene sus toques reconocibles, y en ocasiones pasa la línea transgresora que muchas otras series han intentado pasar sin éxito.

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