(Contiene spoilers)
Los tres capítulos que componen la quinta etapa de ‘
Black Mirror’ son decentes, entretenidos y te hacen pensar en algún momento acerca del poder que tienen las nuevas tecnologías sobre nosotros. Cada uno de los episodios cuenta una historia diferente, pero da la sensación de que
los gadgets que nos muestran ya no son tan originales, basados en variaciones de otros que usaron en anteriores temporadas. A continuación, analizo cada uno de los nuevos capítulos:
‘Striking Vipers’
Le cuesta arrancar, pero cuando lo hace va escalando posiciones y enganchando al espectador. La trama tecnológica se queda en segundo plano, y lo realmente importante es la pareja protagonista, dos amigos de toda la vida que empiezan a sentirse atraídos mutuamente, y todo por un juego de peleas tipo “Street Fighter”.
Los dos chicos, heterosexuales hasta donde sabemos, se meten en la piel de unos luchadores asiáticos, un chico y una chica, y en cada encuentro al otro lado de la pantalla terminan siempre teniendo sexo desenfrenado y satisfactorio. Ambos reconocen que es el mejor sexo que han tenido nunca, y es cuando les asaltan las dudas sobre su relación de amistad, e incluso sobre su orientación sexual.
El chip que utilizan para adentrarse en el juego está muy visto, y no es la primera vez que ‘Black Mirror’ está protagonizado por un videojuego que atrapa a sus jugadores. No obstante, hay que aplaudir que han traspasado una línea que hasta ahora no habían tocado, haciendo que los protagonistas se planteen cosas que hasta no eran habituales en la serie, ¿vamos a llegar a un momento en el que el sexo va a poder ser sustituido por ortos estímulos similares al porno online?
‘Añicos’
En el segundo round damos con las redes sociales, aunque en este caso el ámbito tecnológico y futurista está cogido con pinzas. Es un thriller policiaco protagonizado por Andrew Scott, el Moriarty de ‘Sherlock’. En ‘Black Mirror’ también hace de un pirado que quiere vengar la muerte de su mujer, y para eso quiere ponerse en contacto con el creador de una red social que le ha enganchado hasta el punto de no mirar a la carretera mientras conduce.
Es una forma de abrirnos los ojos, y no solo por el tiempo que consumimos de nuestras vidas curioseando en las redes sociales, sino también por la nueva moda de echar la culpa de todo a un tercero, sin ser conscientes de que todos tenemos responsabilidades que cumplir, y aparte de los derechos también tenemos obligaciones. No solo eso, ‘Black Mirror’ da en el clavo con la teoría de que ya no somos capaces de aburrirnos ni 10 segundos, siempre atentos al móvil o a cualquier otro artilugio que nos impida serenarnos.
En mi opinión ha sido el mejor de los tres episodios, no solo te hace reflexionar, también mantiene la intriga y la tensión durante una hora. Mención especial a la pequeña reseña sobre la red social ficticia llamada Persona, en la que lanzan una pregunta: ¿cómo dar de baja a un ser querido que ha fallecido? Una de las complicaciones o trabas que nos podemos encontrar en este Universo.
Rachel, Jack y Ashley Too
Llegamos al último y más flojo episodio de la nueva tanda, protagonizado por Miley Cyrus, que está bastante bien en su papel de estrella de la música, tan manipulada como cansada de su vida. Su tía está a cargo de ella, una mujer ambiciosa que quiere sacar el máximo partido del éxito de su sobrina, importándole solo el beneficio económico, aunque para ello tenga que pasar por encima del cadáver de la joven.
Lo último en merchandising de la cantante es una muñeca con un chip que recuerda a Siri, pero va más allá. Este artilugio llamada Ashley Too tiene la voz, las canciones y los gustos de la verdadera Ashley O, y una adolescente introvertida se hace con él, convirtiendo este gadget en su único y mejor amigo. A la hermana de la adolescente no le gusta que se refugie en este “cacharro”, y cuando intenta deshacerse de él empieza a cobrar vida, siendo más real que nunca.
La trama de las hermanas junto al muñeco intentando salvar la vida de la cantante recuerda a la factoría Disney, y el final del episodio está más cerca de la compañía infantil que de la colección de ‘Black Mirror’. Vuelven a pecar de repetitivos, con una máquina que cobra vida tras quitar un limitador del chip. También muestran otro gadget capaz de leer la mente de una persona en coma, y apropiarse así no solo de sus ideas, sino también de sus composiciones y letras. Demasiado.