La tercera tanda de la serie de Netflix ha demostrado que puede ir más allá de lo que hemos visto hasta ahora.
Los protagonistas de ‘Big Mouth’ siguen conociéndose, y no solo sexualmente, las relaciones entre los personajes también evolucionan, y en la nueva temporada ha habido espacio para conocer mejor a algunos de los que hasta ahora pasaban desapercibidos. También hemos recibido a una nueva alumna en el instituto más salido de la televisión.
Los monstruos de las hormonas siguen revolucionando a niños y mayores. Ya no solo nos centramos en los primeros encuentros sexuales, solos o acompañados, del trio protagonista, Nick, Andrew y Jessi, los mayores cada vez tienen más protagonismo en ‘Big Mouth’, una decisión con la que vuelven a dar en el clavo.
Maurice y Connie están muy atareados, los adolescentes de la serie cada vez están más revolucionados, hasta hemos visto a Missy más desatada que nunca. Puede que la pobre Jessi se esté quedando atrás, y teme perderse algunos placeres de la pubertad, viendo como el resto avanza y tienen sus primeros novios, mientras que ella se queda estancada. Jessi siempre ha destacado por tener más personalidad que el resto, pero también empieza a picarle la curiosidad, y se ha fijado en el hermano mayor de Nick, probablemente el menos indicado, pero así suelen ser los primeros amores platónicos de instituto.
Missy y Andrew han seguido caminos separados, ella ha empezado una relación seria con el chico de la silla de ruedas, aunque en la recta final tiene un affair con Nick. Missy vuelve a no ser correspondida, después de haber puesto en jaque su relación. Además, la amistad entre Nick y Andrew tambalea de nuevo por un lío de faldas. Y a todo esto, Jessi se muda en el nuevo curso a la ciudad, dejando a un lado a los que creía que eran sus amigos.
Me gusta que ‘Big Mouth’ se sacuda le polvo y se quite los complejos que muchas veces existen en la televisión. Dan cabida a todo tipo de orientaciones sexuales, y las introducen con un toque divulgativo, sin pretender ser pedantes y sin perder el hilo del humor. Es la serie que deben ver jóvenes y mayores, porque pese a empezar como una ficción de dibujos animados infantiloide, con demasiados chistes de “teta, culo, pedo, pis”, la evolución de la comedia ha sido favorable.
A mi parecer, se une a otras comedias de dibujos animados de la casa como ‘BoJack Horseman’ o ‘F is for Family’, que también han ido de menos a más. En este último año de ‘Big Mouth’ destaco el camino que ha seguido Jay, declarándose bisexual sin complejos, y sin que eso le haga perder la esencia, porque el chico sigue siendo un estúpido adorable. También Lola es una de mis preferidas entre los secundarios, es tan penosa que despierta cierta empatía en el espectador, la pobre no para de caer bajo. Detrás de cada frase suya se esconde siempre una confesión bochornosa.
Confío en que Netflix renueve la serie por una cuarta temporada, ya encargó a sus guionistas el pasado mes de febrero un especial de San Valentín, así que no vería razonable una cancelación de ‘Big Mouth’ a estas alturas. Aunque parezca que en la serie ya está todo dicho, no dudo que nos puedan seguir sorprendiendo con la nueva monstrua de Missy o con el fantasma de la motera menopaúsica, a la que no han sacado todo el jugo todavía.