(Contiene spoilers de la 2ª temporada)
He sido muy crítico con la segunda temporada de ‘
Big Little Lies’. Siete episodios que culminan con una escena que podría haber servido de cierre en la primera temporada, ahorrándonos momentos bochornosos y de completo relleno en esta etapa totalmente prescindible para mi gusto.
Las tramas que nos han presentado en los últimos capítulos podrían haber pertenecido a cualquier serie random, nada que ver con la ficción que nos presentó HBO en 2017.
Mientras que la primera temporada conseguía llamar la atención del espectador en cada plano, lo nuevo de la serie protagonizada por Nicole Kidman hacía que mirara una y otra vez el teléfono o que pulsara continuamente el botón info en el mando a distancia para saber cuánto quedaba para que acabara el episodio de turno.
El fantástico elenco de ‘Big Little Lies’ no es suficiente para sostener una ficción, por mucho que añadieran a Meryl Streep. Todas están maravillosas, eso no es ninguna sorpresa, aunque la cara de seta de Zoe Kravitz me ha sobrado durante toda la temporada, tanta angustia para nada. Por si esto fuera poco, nos encasquetan el drama de la madre moribunda de este personaje, como si le interesara a alguien.
Los guionistas tampoco han estado del todo acertados con el personaje de Shailene Woodley. Jane ha estado bastante descolgada del grupo de amigas, viviendo una historia de amor bastante corriente, tal vez marcada por la violación que sufrió por el villano de la serie. De hecho, Skarsgard ha aparecido casi más que Woodley u otras protagonistas mediante flashbacks, incluso ha sido más interesante su aparición como fantasma que el romance de Jane o la hospitalización de la madre de Bonnie.
El verdadero duelo
Kidman y Streep se han llevado el gato al agua en lo último de ‘Big Little Lies’, y no me extraña que la actriz pelirroja quiera una nueva tanda de la serie, porque ella ha salido ganando indudablemente. Celeste ha monopolizado todas las tramas, y no es para menos porque su historia era la más interesante y la que mejor reflejaba las consecuencias de lo ocurrido en el final de la primera temporada. La participación de la suegra (Streep) también pienso que ha sido de lo poco positivo en los últimos episodios, aunque Mary Louise estuviera mucho más potente en las primeras apariciones que en la recta final.
Mi preferida sigue siendo Reesse Witherspoon, actriz a la que no tenía mucha simpatía antes de su trabajo en ‘Big Little Lies’. Madeline es el rayo de luz de la serie, el personaje que siempre te saca una sonrisa. Todo lo ve positivo, y tiene salidas para todos los problemas, incluso en su matrimonio, irregular en la segunda temporada, pero consiguen salir adelante. Los enfrentamientos de Mary Louise con las chicas han sido algo forzados, y han estado muy presentes, pero el tira y afloja que se traía con Madeline ha dado muy buenos momentos a la serie.
Por último, Laura Dern también es de mis preferidas, aunque Renata se ha suavizado mucho en esta tanda, nada que ver con el personaje arrollador y maquiavélico del primer contacto. Hemos sido testigos del declive de esta ricachona que lo pierde todo de la noche a la mañana por la poca cabeza de su marido. Sin embargo, ha demostrado ser una de las más enteras ante el asesinato que cometieron las chicas, con sangre fría, porque al fin y al cabo, “¿qué más da ir a la cárcel si eres pobre?”, es lo que pensaría este histriónico personaje.
Después de siete capítulos mediocres con tramas infumables, pienso que el desenlace ha sido perfecto, a la altura de lo que fue la primera temporada. No pedía otro asesinato en los nuevos capítulos, ni siquiera era necesario convertir en un thriller la serie, pero tenían muy buenos componentes para hacer algo muy grande con la segunda temporada de ‘Big Little Lies’. No me sirve que en la última escena dejen la puerta abierta, por todo lo alto, para una continuación, el regreso sería una trampa en la que seguro que volvería a caer.