‘Better Things’: Los 50 (no) son los nuevos 30

Pamela Adlon ha vuelto con ‘Better Things’, y ya van por la cuarta temporada de la que me parece una de las comedias más brillantes de la historia. Sam sigue mostrándose tal y como es, sin prejuicios ni miedo al qué dirán. Además, comienza la nueva etapa con el regreso de sus dos hijas pequeñas, que ya no son para nada pequeñas, sobre todo Duke, que ha dado el estirón y ha dejado de ser una niña, si es que realmente alguna vez lo fue.

Sam recibe con ilusión a Duke y Frankie, que a su vez se reencuentran con la abuela Phyllis, cada vez más distraída y con una enfermedad que avanza a gran velocidad. Sam no duda en seguir tratando a su madre un poco regular, algo que no gusta a sus hijas y como espectador a veces me hace gracia, pero no deja de ser cruel.

La visita de las chicas a su padre no ha sentado muy bien a la protagonista, sobre todo porque regresan con un recado del capullo de su ex, algo que Sam intenta canalizar, pero es difícil para ella contenerse, siempre tan directa e impulsiva. De momento se frena por sus hijas, pero no creo que tarde en estallar, a fin de cuentas, las ha criado prácticamente sola, como para que ahora las medallas se las ponga otro.

En el trabajo las cosas no están nada estables para la humorista, sustituida como actriz de doblaje por un actor fallecido y acudienco a audiciones que le salen con cuentagotas. Además, se le estropea el coche familiar y lo cambia por un capricho de última hora, una especie de biplaza deportivo con un maletero enorme en el que supongo que piensa meter a sus hijas cuando quieran hacer una escapada en grupo. Sus hijas también han cumplido un capricho que no gusta nada a la madre: una chinchilla que Sam no soporta y obliga a devolverla, sin suerte. De esas cosas cotidianas que regala 'Better Things' y tan bien les sale.

La vida de Sam no ha parado de fluctuar desde que la conocimos hace unos cuatro años, y esta temporada parece que va a tener importantes cambios. Cumplir 50 años no parece que suponga un problema para ella, que sigue haciendo como siempre, “al mal tiempo buena cara”. Le resbala lo que piensen los demás, pero realmente está atada de por vida a los vaivenes de sus hijas, por si no tuviera suficientes con los suyos propios.

Me encanta que FX siga renovando una comedia independiente y atrevida como esta. En ‘Better Things’ no existen los complejos, y Pamela Adlon lo es todo, se abre en canal, sin cortapisas. La temporada arranca con un punto de partida interesante, sin fuegos artificiales, como siempre en esta serie, pero es que no les hacen falta para brillar.

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