Netflix estrenó a finales del año pasado 'Alice in Borderland', una serie japonesa que puede hacer las delicias de los más freaks, y también de los que creen que no lo son tanto. La premisa es alucinante, tres amigos que pasan por momentos complicados y decisivos en sus vidas se quedan solos en la ciudad de Tokio, o eso piensan ellos. La gran urbe asiática se convierte en un campo de juego en el que deben superar unas pruebas extrañas y siniestras si quieren salir con vida de este experimento tan espeluznante como hipnótico.
A lo largo de los ocho episodios de la primera temporada las pruebas van cambiando, poniendo en apuros a los protagonistas, que van rotando forzosamente por exigencias de los giros del guion. Los primeros capítulos no dejan de impactar, te consiguen meter en cada una de las pruebas y sientes la necesidad imperiosa de seguir viendo cómo avanzan todos los personajes, pensando en cuál será el siguiente reto y si tendrán forma de salir de esa espiral de putadas.
Me ha gustado que no traten de "infantilizar" la trama, aunque me chirría bastante que todos los elegidos para sobrevivir a esta especie de apocalipsis hayan sido jóvenes que no llegan a los 30 años. De todos modos, a los guionistas no les tiembla el pulso a la hora de cargarse a cualquier personaje, esto mantiene alerta al espectador, cada vez más abierto a recibir cualquier golpe.
En ocasiones parece que beben de las películas de 'Saw', con pruebas retorcidas que buscan manipular y torturar (mental y físicamente) a los protagonistas. No obstante, los retos a los que se enfrentan son mucho más soft que los de la saga de terror. Incluso puede dar la sensación de que se trata de una nueva vuelta de tuerca a 'Jumanji', con todo tipo de animales y personajes malignos saliendo del videojuego. Si continuamos con las comparaciones, a mi parecer, han estado cerca de encontrar al Sherlock Holmes nipón, el joven protagonista tiene un cerebro privilegiado, acompañado por una intuición envidiable.
Sin embargo, los artefactos terminan agotándose tras los primeros capítulos. 'Alice in Borderland' mantiene buen ritmo, no deja que pierdas ripio, pero desde el momento en el que la historia se centra en la llamada "playa" y en los villanos que parecen sacados de un concurso de carnavales, todo pierde mucha fuerza. Puede que el vaivén de personajes también impida que empatices con alguno de ellos, a excepción del chico que sale desde el inicio, al que puedes llegar a coger tirria de lo bien que le sale siempre todo en el último segundo.
'Alice in Borderland' es una serie original, entretenida y con muy buenas intenciones, pero no tarda en perder toda la frescura de los primeros episodios. Los giros en la trama sobre quién está detrás de esta locura me interesan poco o nada, da la sensación de que ese arco argumental ya ha tenido su sitio en tantas otras series sobre supervivencia, apocalipsis y tramas conspiranoicas. Entiendo que habrá segunda temporada y como, por suerte, suelo hacer que pese más lo bueno que lo malo, seguramente caiga rendido a los nuevos episodios de esta dulce locura.
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