La octava temporada de '
Aída' está llegando a su fin, en estas semanas estamos asistiendo cada domingo a lo que está siendo el desenlace de esta etapa de la serie. Una etapa que ha sido larga y ha tenido varios altibajos, pero que
desde que se estrenara la segunda parte en febrero la serie ha subido en calidad como la espuma, y no gracias a la interpretación de Belén Esteban precisamente.
Los habitantes de Esperanza Sur se han encontrado a sí mismos tras la marcha de la protagonista. Desde que Aída García ingresara en prisión, las tramas y los personajes se volvieron más monótonos, si cabe, y la introducción de Soraya y Aídita no ayudó en su momento. A pesar de ello, Miren Ibarguren está haciendo un gran trabajo en esta última temporada y encaja en el barrio como cualquier otro personaje.
Soraya es definitivamente el personaje revelación de la televisión española actual, su interminable lista de diminutivos ('pajiruli' es el término que me viene ahora mismo a la mente, uno de los más trochantes) y su relación con Chema son algunas de las claves de este personaje que cambia tan rápido de carácter, ya que tan pronto es una niña en un cuerpo de mujer como un monstruo con muy mala leche (una especie de Aída 2.0).
En un principio pensé que el idilio entre Soraya y Chema sería fugaz y que no recibiría el beneplácito de la audiencia, pero me equivoqué completamente. En estos momentos, los dos tortolitos dan mucho juego y regalan momentos desternillantes cada semana. Quizás una de las consecuencias haya sido el destacado bajón de protagonismo que ha desarrollado Fidel, pasó de ser uno de los personajes revelación en el comienzo de la serie, y ahora, al parecer, el niño repelente del barrio ha pasado a ser un adolescente repetitivo y sin interés.
De todos modos, Fidel no es el único que se ha estancado en '
Aída', otros como
Jonathan, Eugenia o Lorena han demostrado ser más limitados de lo que parecían. Sus tramas siempre giran en torno a lo mismo: gamberradas, para las que ya no tiene edad; obsesión por la comida o por su época de
vedette; y el 'Lore Lore Macu Macu' que ya empieza a cansar y aprovechan cualquier ocasión para meterlo. Es una pena que no saque más partido a este personaje, el de Lorena, porque tanto la actriz como el papel son geniales, pero este año la pelirroja ha bajado el listón y sólo se limita a explotar esa canción (con baile y videoclip incluido) anteriormente mencionada.
Mauricio también está bastante estancado, aunque sus historias dan más juego, y ese fervor por la derecha, el fascismo y la xenofobia le hace sugestivo, aunque corre el riesgo de desgastarse. Sus tramas siempre se centran en traicionar o mentir a alguno de sus 'amigos' para salir beneficiado (normalmente con un objetivo económico), aunque no siempre sale airoso.
La trama central de los últimos episodios es la que protagonizan Luisma y Paz, que con el riesgo de caer en lo aburrido en el dramatismo los guionistas han sabido enganchar con esta historia que no pierde el toque de humor que les caracteriza. Me gustó que finalmente Luisma no se casara con Paz, porque eso significaría poner trabas al desarrollo de sus personajes, además Edu es un personaje interesante (siempre y cuando se mantenga en un segundo plano).
Uno de los atractivos de 'Aída' es su elenco, pero no sólo el principal, sino también los actores secundarios que forman parte de él, y que afortunadamente cada vez están ganando más peso. La táctica de no abusar de su aparición e intercalarla es muy buena, por eso
siempre se recibe con los brazos abiertos el garrulismo de la Macu, la tontería del Barajas, el histrionismo de Tony o la subordinación de Machu-Pichu, sublimes.