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'Hable con ellas', o la necesidad de Telecinco de tener un buen late night

Jueves 4 de Septiembre de 2014 15:18
 

'Hable con ellas', o la necesidad de Telecinco de tener un buen late night

En mi reciente periodo de asueto vacacional -que mis neuronas demandaban más largo pero que el convenio del lugar donde trabajo es el que estima pertinente- he tenido tiempo de hacer cosas que durante el año, a causa del trajín diario, quedan aparcadas cual abuelo en una residencia en verano. Una de ellas ha sido ver la tele hasta tarde; esto es: más allá de las 23:30 de la noche. Como señor mayor que empiezo a ser (en novembre me caen 31, lo que significa que la senectud llama a mi puerta), cuando se acerca la medianoche empiezo a cabecear y mi trabajo me cuesta seguir atento al programa o serie que esté viendo en ese momento. Eso si el programa es bueno, si no, soy capaz de quedarme frito en el sofá a las once de la noche. Y, amigos, eso es triste.

Es por eso por lo que las vacaciones son mi gran aliado para descubrir qué me ofrece la tele española a esas horas que aún son demasiado tempranas para Sandro Rey pero que ya empiezan a ser las de recogerse, que dirían las señoras. Una de las cosas que quería ver (digo 'cosa' y no programa, averiguaréis el por qué más adelante) era Hable con ellas, ese late night que se sacó Telecinco de la manga de un día para otro y por el que ya han pasado siete presentadoras.

Me puse a ver el Hable con ellas en el que entrevistaron a Norma Duval y a Jesús Calleja, a finales de julio, cuando aún no se había incorporado Marta Torné. Y lo hice pensando que se trataba de un programa normal, en una edad especial y fantasía en el pelo. Craso error. Lo que yo pensé que sería una entretenida charla entre cinco personas resultó ser una caótica entrevista en la que cada presentadora iba a lo suyo y en la que nada sucedía de manera fluida.

Sandra Barneda, que sigue empeñada en imitar cada gesto de Jordi González, es la que intenta conducir un poco el cotarro e ir de jefa, pero no consigue ni lo uno ni lo otro. Su mayor impedimento para ello es Yolanda Ramos quien, si bien hay momentos en que parece estar más interesada en la reproducción del urogallo que en lo que pasa en plató, tiene momentos de epifanía y saca a relucir esa vis cómica que fraguó en El Molino de Barcelona. Luego me encontré con una Rociíto (¡Rociíto! ¿Hemos vuelto a los teatrillos de Día a día?) que se dedica a reproducir lo que le dicen por el pinganillo con menos naturalidad que Paz Padilla anunciando colchones y con una Alyson que... bueno, lo de Alyson es ya de traca.

Sigo sin conocer el motivo por el que tienen a esta chica en Hable con ellas. Dicen en la web del programa que Alyson (atención) "pone el punto descarado y rebelde al grupo", pero parece ser que lo único que pone son sus nalgas en el sofá. Alyson, en realidad, está lejos, muy lejos. Su norteamericana mente, que vete tú a saber qué debe pensar cuando le dicen que tienen que preguntarle cuánto vale un litro de leche a una señora que dice ser vedette y que se va a casar con un señor que posee una isla llamada Tagomago, parece que se embarca en un viaje sideral entre cada una de sus intervenciones y que, mientras tanto, deja su bonito receptáculo (también llamado cuerpo) aparcado en el plató para hacer bonito.

Estoy seguro de que gran parte de la abstracción de Alyson se debe a su irrisoria capacidad comunicativa en nuestro idioma, pero a pesar de ese handicap sigue pareciendo que ella llega al plató cinco minutos antes de que empiece programa, que la sientan en el sofá y, hala, a verlas venir. Hasta Jesús Calleja, ese aventurero televisivo de dorado melenón, reparó en lo absurdo del papel de Alyson en Hable con ellas con un sincero "¿Pero tú, a qué estás?".

Pero lo mejor de todo es que este dislate, en el que las presentadoras van como pollo sin cabeza intentando sacar algo entretenido e interesante de sus invitados, consigue unas audiencias que basculan entre lo mediocre y lo aceptable. Esto me lleva a pensar que España (entiéndase España como una señora de mediana edad a la que le gusta leer el Pronto mientras le hacen la permanente en la peluquería del barrio) está necesitada de un buen late night, de algo con estructura, contenido y, por encima de todo, bien planificado. Y es que Telecinco no lo sabe (yo sí, porque soy de un listo que tira p'atrás), pero tiene todo a su favor para parir un buen programa nocturno, principalmente un sector de la audiencia que disfrutaba con Crónicas marcianas y que ahora se traga Hable con ellas porque no les queda otra opción.

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