Lo que parecía una buena noticia terminó en decepción cuando se leyó la letra pequeña y es que una vez más los partidos políticos se habían repartido la radiotelevisión pública por cuotas entre cuatro partidos políticos: los dos del bipartidismo, Unidas Podemos y el PNV.
Tornero venía a sustituir a Rosa María Mateo, cuya gestión irónicamente llamada provisional, tuvo bastantes más sombras que luces después también de seis años de una gestión del PP que despojó a la radiotelevisión pública de su credibilidad.
Lo que mal empieza, mal acaba, pero dudo que esto todavía haya acabado. El descontento generalizado entre los trabajadores de RTVE por la forma en la que se había dedicidido los asientos en el Consejo de Administración fue notable.
Entre los consejeros figuran nombres como Carmen Sastre (subdirectora de informativos en tiempos de Rajoy), Jenaro Castro (quien destrozó 'Informe semanal') o, en el otro extremo, Martín Medem, además de Ramón Colom, que metió a la FAPAE en concurso de acreedores.
Y los graves problemas comenzaron cuando se anuló el nombramiento de Mamen del Cerro como Directora de Informativos de toda RTVE, por "discrepancias", ya que ella se negó a aceptar a determinados perfiles que querían imponerle.
Al final, el papel fue a parar a Esteve Crespo, que acabaría dimitiendo un año después.
La verdadera batalla política, sin embargo, se dio con el programa 'Las cosas claras', con Jesús Cintora de presentador, y con LaCoproductora (en manos de Contreras), uno de los programas más polémicos durante la gestión de Rosa María Mateo y Enric Hernández dada su externalización y que nada más llegar Tornero desapareció de la programación.
Se dice que fue Mauricio Casals, consejero de Atresmedia y presidente de La Razón, quien ordenó el cierre del debate político de las sobremesas de La 1 y es más que probable pero lo cierto es que las audiencias eran bastante mediocres y el contenido dejaba bastante que desear, no por las noticias que daba si no por la forma de tratarlas.
Los consejeros de la derecha votaron a favor de su cancelación, los del PSOE se abstuvieron y los votos a favor de los de Podemos no fueron suficiente para salvarlo pero todavía se recuerda, un año después, su polémica cancelación y, probablemente, el comienzo del fin de la presidencia de Pérez Tornero.
En lo que se ha llevado la palma ha sido en cuanto a promesas incumplidas se refiere, RTVE todavía sigue luchando por conseguir su ansiada independencia de poderes políticos y económicos, para poder informar con rigor, honestidad y ser un verdadero servicio público.
En muchos aspectos informativos, la radiotelevisión pública sigue siendo sobresaliente, de hecho es la mejor con diferencia pero es en política nacional donde se nota un fuerte sesgo favorable al PP y VOX casi tan descarado como el de las televisiones privadas.
Tras la victoria de la extrema derecha en Italia, la sombra del fascismo se sigue alargando en Europa, con el triunfo de un discurso cada vez más reaccionario que se vende a la sociedad como una opción democrática más, RTVE no debe caer en esos males, no debe consentir los mítines, debe repreguntar, plantar cara al poder venga de la ideología que venga y ponerse siempre del lado de los derechos humanos y de los principios democráticos de la sociedad moderna.
La excelente información sobre la guerra de Ucrania (especialmente al principio de todo), el sosiego al hablar de la muerte de Isabel II, toda esa brillante cobertura que se le da a la cultura, demuestran que en RTVE hay grandes profesionales que desean hacer una gran labor pero un serio problema arriba en los despachos.
Los intereses privados siguen mandando sobre la televisión pública y la promesa de Tornero de apostar más por la producción propia han quedado en vano con La 1 cada vez más externalizada y con contratos cada vez más dudosos.
Los datos de audiencia continúan en picado con un pésimo 8,1% el pasado mes de agosto para el primer canal al basar la política de programación en fiarlo todo a grandes eventos, algunos muy cuestionables como el Mundial de Catar.
No todo han sido fracasos, con el 'Benidorm Fest' ha sabido crear una marca propia de excepcional audiencia que ha llevado a España a su puesto más alto de Eurovisión en décadas, seguramente quien esté por venir tenga una política continuista respecto a esto.
En el país de los tuertos, RTVE sigue siendo el rey, pero no nos debemos conformar con el mal menor, la marcha de Pérez Tornero es una buena noticia pero que deja un futuro incierto con más dudas que certezas. La sociedad española sigue sin tener un medio generalista independiente y, en pleno escándalo de los audios de laSexta, es más necesaria que nunca. Sigamos luchando por ello.
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