Es fascinante la obsesión que tienen una parte de los fans de 'Doctor Who' en tratar de convertir una serie orientada a un público familiar en algo más oscuro y maduro con la falsa creencia de que será mejor.
En especial, la comparación constante con 'Andor', una gran serie que ha roto los moldes en el universo 'Star Wars' pero que funciona principalmente como spin-off y no como el producto madre. Pero sobre todo, recordar que 'Doctor Who' es una superviviente en una época complicada para la televisión generalista gracias a cumplir una función muy concreta.
Nueva versión del clásico de Alejandro Dumas. La 2 de TVE ha estrenado este verano la miniserie francoitaliana de 'El conde de Montecristo', nueva adaptación de la mítica novela homónima que ha sido todo un enorme éxito para la cadena y ha agitado las audiencias veraniegas.
Bille August ('La casa de los espíritus') dirige esta serie protagonizada por Sam Claflin ('Todos quieren a Daisy Jones') y que cuenta con Jeremy Irons de estrella invitada.
No siempre ha funcionado, muchas de estas series no son del todo buenas, pero la tercera temporada de 'Torchwood' es esa fascinante excepción que demuestra que merece la pena intentarlo.
Pero a veces, voces propias con ideas geniales pueden hacer pequeñas grandes sorpresas como 'Superestar', un acertado estudio sobre el fenómeno del "tamarismo" de la mano de Nacho Vigalondo y producida por los Javis para Netflix. El producto más surrealista de la televisión de este año que, desde luego, es difícil de analizar.