Antes de seguir adelante conviene que repasemos un par de puntos básicos. En España hay dos tipos de subvenciones, las previas que como su nombre indica son las que se conceden para ayudar al rodaje del filme, y las posteriores, que se reciben después del estreno y varían en función de la taquilla. Se trata este de un tema (el de las ayudas económicas al cine) que siempre ha levantado polvareda y provocado enconadas discusiones entre los partidarios y los detractores del mismo. Sin embargo, el recrudecimiento de la crisis unido a los recientes escándalos relacionados con la concesión irregular de este tipo de ayudas han contribuido a dibujar un panorama más sombrío, mientras que las recientes declaraciones del nuevo ministro del ramo acerca de la necesidad de recuperar la "subvención de la cultura, en vez de la cultura de la subvención" no han servido precisamente para calmar los ánimos del sector. En cualquier caso, es probable que durante las próximas semanas se anuncien novedades determinantes para el futuro de la industría en nuestro país.
Para que quede claro vaya por delante que no tengo nada en contra de las ayudas económicas al mundo de la cultura - en general - y al del cine, en particular. Gracias a ello se pueden rodar muchas buenas películas que de otra manera se habrían quedado para siempre en el cajón de los proyectos olvidados. Sin embargo, no menos cierto es que en otras ocasiones también se tira el dinero en proyectos infames, cuando no se ruedan largometrajes con el único y exclusivo fin de cobrar la subvención. Pongamos que durante el pasado año 2011 se rodaron en España unas 150 películas: ¿cuántas de ellas se han estrenado en cines? ¿cuánto tiempo han durado en pantalla? ¿cuántas se han editado en DVD o cualquier otro formato? Verdad es que el problema en sí es mucho más complejo, pero por eso mismo no habría que permitir que la crisis sirviese como excusa para liquidar el sistema, sino en todo caso para reformarlo y que fuese mejor y más eficaz, al tiempo que guionistas y cineastas deberían hacer un mayor esfuerzo por conectar con los intereses del público y evitar así usar las subvenciones como muletas para rodar películas que luego a la postre no tienen repercusión alguna más allá de engordar el curriculum de sus responsables. No será fácil y exigirá algunos sacrificios, pero el viaje más largo, como se suele decir, comienza con un simple paso.
- No, estoy con unos amigos.
- Que no, tonto. Que si has venido con Daniela.
- Ah, no. Esta de visita con su familia.
- ¿En serio? ¡Qué pena! Con lo que a ella le gustan las fiestas de disfraces...
¿Eh? ¿Gustarle a Daniela los disfraces? ¿Hablábamos de la misma persona? ¡Pero si la única vez que le insinué que se disfrazase como la princesa Leia en El retorno del Jedi para una inocente fantasía sexual casi me había arrancado la oreja derecha de un guantazo! Todavía hoy noto un zumbido molesto en ese oido, como si tuviese un moscardón atrapado dentro.
- Pues ya ves... me temo que esta se la ha perdido - repliqué, mientras repasaba mentalmente la galería fotográfica de amigas de Daniela, intentando ponerle nombre a la chica misteriosa, pero debajo de todo aquel maquillaje podía ser cualquiera.
- Ella se lo pierde. ¿Te apetece bailar? - me preguntó, uniendo la acción a las palabras y agarrándose a mi cintura para no perder la vertical. A esa distancia su aliento olía a una mezcla letal de cerveza, vodka, orujo de hierbas y varios licores más que no pude identificar. Probablemente ya tenía más alcohol que sangre en vena. Intenté salir del paso como un buen caballero español: corriendo en pelotas con la ropa en una mano y los zapatos en la otra.
- Luego. Ahora tengo que salir a mover el coche, que está en doble fila.
- Vale. Tespero - farfulló, con lengua de trapo, mientras se alejaba camino del baño con cara de ir a devolver hasta los intestinos. O tal vez era el maquillaje, que sé yo. Pensé que ya habría agotado mi cupo de pesados del día, pero apenas había dado dos pasos cuando me tropecé con un tipo vestido de forma estrafalaria que llevaba bajo el brazo una caja de cartón tuneada como una típica cabina de teléfonos británica.
- ¡Hola! ¿Dónde se ha metido mi hermana?
- ¿Tu hermana? - repetí, confuso.
- Si, la chica disfrazada de zombi con la que estabas hablando hace un momento.
- ¡Ah! Creo que ha ido al servicio - expliqué, haciendo un vago gesto con la mano hacia atrás.
- Vale. ¡Muchas gracias, tío! - replicó, dándome una palmada en el hombro al tiempo que se encaminaba en esa dirección, pero antes de perderlo de vista entre el bullicio no pude evitar preguntarle:
- Oye, colega, ¿Y tú de qué vas disfrazado?
- ¿Es que no se nota? ¡Del doctor Who, por supuesto! - exclamó, orgulloso, mientras exhibía la caja-cabina como si fuera un trofeo.
- Sí, no cabe duda de que sois familia.
- ¿Perdona?
- Nada, colega. Disfruta de la fiesta - me despedí, más pesimista que nunca con respecto al género humano, pero consolándome con la idea de que, después de todo, la Madre Naturaleza era sabia y lo más probable era que el acervo genético de aquellos dos desapareciera con ellos.
Siguiendo con las confesiones, la última vez que me disfracé fue cuando mis padres me pusieron a la fuerza el traje de la primera comunión. De hecho, durante las fiestas de Carnaval del trabajo suelo esconderme en algún rincón con un pack de seis botellas de cerveza hasta que termina el jolgorio y si alguien al día siguiente me pregunta de qué me había disfrazado, suelo responder: "De hombre invisible; y si no me viste, es que funciona". Sin embargo, en esta ocasión el recurso de la invisibilidad no me sirvió de nada y me encontré allí metido rodeado de brujas, vampiros, momias, zombies y toda clase de fauna salida de un relato de Tim Powers.
Rapidamente me hice con una botella de Sol mientras buscaba con la mirada el rincón más vacío del local para sentarme a disfrutarla con tranquilidad, pero cuando me dirigía hacia allí fui interceptado por una chica vestida y maquillada como un extra de La noche de los muertos vivientes.
- ¡Has venido!
- Pues sí - fue la única respuesta que se me ocurrió a un comentario tan brillante como aquel, pero a ella no pareció importarle: dió una vuelta completa sobre sí misma para que la pudiese admirar desde todos los ángulos al tiempo que me preguntaba:
- ¿Qué te parece? ¿Qué tal estoy?
Menuda pregunta. ¿Cuál es el cumplido correcto cuándo vas disfrazado de zombi: "Te ves genial" o "Estás hecha un asco"? Ni idea, así que opté por un prudente término medio.
- Te queda que ni pintado.
- ¡Muchas gracias! ¿Y tu de qué vas disfrazado?
Evidentemente, la agudeza visual no era una de las virtudes de mi interlocutora.
- ¿Viste la primera de "Scream"? Pues voy de uno de los tíos que mueren hacia el final de la película.
- ¿En serio? ¡Qué chulo! Pues te queda genial.
Por Dios, que se lo ha creido, me dije a mi mismo mientras intentaba averiguar con quien estaba hablando y de qué la conocía. ¿Compañera de trabajo? ¿Amiga? ¿Amiga de mi pareja? ¿Ex-novia? ¿Ex-ligue? ¡Menudo marrón! Decidí que lo mejor sería dejarla hablar (cosa que se le daba muy bien) a ver si me daba alguna pista.
Como detalle curioso, muchos de los temas musicales de la B.S.O. fueron interpretados por los propios actores protagonistas. Michelle Jenner, en concreto, colaboró en varias canciones como es el caso de la mítica "Nada que perder", una canción compuesta por Mikel Erentxun y Alex Pina para la cabecera de la serie, e interpretada por el grupo Pignoise con el acompañamiento en el estribillo de la propia Michelle. Un tema que pudimos escuchar, además, en el capítulo 14 de Los Pacos durante un concierto del grupo en el bar Los Cachis. Con posterioridad, la actriz volvió a prestar su voz en temas como "Cada día", en el capítulo 47, durante la boda de Rita y Povedilla; o en los coros de la canción "Agradecido", que Curtis interpreta cuando se está muriendo en el hospital, durante el episodio 54. Aunque quizás la canción más recordada de la serie sea "Me gusta así", que Sara le dedica a Lucas en el episodio 78 de la misma. Un tema pegadizo y romántico compuesto por Robert Ramirez, autor de otros títulos de éxito de Los hombres de Paco como "I see", que sonaba de fondo durante la escena de la lluvia de Lucas y Sara (capítulo 24), o "All the stars", en la que Aitor recrea con una manguera la lluvia para Sara (cap. 52). A título anecdótico, hay dos versiones de "Me gusta así"; una rápida y más cañera y otra lenta (unplugged), con acompañamiento a la guitarra de Freddi Marugan.
Además de cantar, Michelle y sus compañeros nos demostraron en la serie que también eran unos destacados bailarines, en varios episodios de contenido musical donde pudimos verles representar diversas coreografias y emulando, con notable soltura, a Olivia Newton-John y John Travolta en episodios como el numero 36 o el 54, una faceta esta (la de bailarina) que la actriz también ha desempeñado en diversos videoclips musicales como "In your mind" de Anggun. Destacar que muchas de las canciones y videoclips mencionados hasta ahora se pueden encontrar en la banda sonora de la serie, comercializada en el 2008 por Globomedia S.A. y que abarca las cinco primeras temporadas de Los Pacos. Con posterioridad la productora intentó recuperar ese espíritu inicial con nuevos temas interpretados por el grupo Pol 3-14 que no tuvieron el mismo éxito entre los aficionados que los ya comentados. No poca gente, aun hoy en día, cede a la nostalgía de escuchar estas y otras canciones amén de usarlas como fondo musical para sus fan-videos en Youtube. Y es que como bien sabía Humphrey Bogart, hay canciones que marcan un momento para siempre. Tócala otra vez, Sam. Si ella pudo soportarla, yo también.
ELLA: Ya nunca hacemos nada.
ÉL: ¿Por qué lo dices?
ELLA: Antes nos pasábamos el día fuera de casa y casi no volviamos ni para dormir. Y ahora no hay forma de despegarte de este sofá.
ÉL: Podemos hacer lo que tú quieras. ¿Qué te apetece?
ELLA: No sé. Dame ideas.
ÉL: Podemos mirar la cartelera e ir al cine.
ELLA: Sí claro, cambiar el sofá de casa por la butaca del cine. Además no echan nada que merezca la pena. Y encima está carísimo.
ÉL: ¿Prefieres ir a cenar? ¿Te apetece comida china?
ELLA: ¡Puagh! (arrugando el ceño). Que asco. Tú si que sabes como impresionar a una chica.
ÉL: Vale, pues di tú un sitio.
ELLA: Me da igual. No tengo hambre.
ÉL: ¿Por qué no quedamos con David y Sara? Igual les apetece echar una partida a la Wii.
ELLA: No trago a ese amigo tuyo. Siempre me está mirando el culo cuando piensa que no me doy cuenta.
ÉL: ¿Qué tiene eso de malo? Yo también lo hago.
ELLA: (Falsamente escandalizada) ¡No seas tonto! Entonces, ¿todavía te gusta mi culo?
ÉL: Claro que sí, cariño.
ELLA: (Poniéndose en pie para estudiar mejor su reflejo en el espejo) ¿De verdad crees que está bien? ¿No lo tengo demasiado gordo?
ÉL: Para nada. Tienes un culo perfecto.
ELLA: ¿En serio? Tú nunca me engañarías al respecto, ¿verdad?
ÉL: Nunca jamás. Te lo juro por lo más sagrado (responde él, solemne, cruzando los dedos de la mano derecha de manera que ella no pueda darse cuenta).
ELLA: (desplomándose de nuevo en el sofá y agarrándose al brazo de él) Que horror. Ya somos como nuestros padres. Estamos acabados. Nuestra vida entera es pura rutina.
ÉL: La rutina tampoco es tan mala. Tiene un no sé qué confortable. Además prefiero pasar el tiempo aquí contigo que sólo ahí fuera. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida.
ELLA: (sonriendo) Eres un idiota.
ÉL: Lo sé. Pero te quiero.
ELLA: Y yo a tí (replica ella, comenzando a besarle en el cuello, mientras le quita la PSP de entre las manos).
ÉL: ¿Qué pasa? ¿Ya no quieres salir?
ELLA: No. Lo que tengo pensado es mejor hacerlo aquí...
No tengo el gusto de conocer al denostado Sr. Pina, pero en más de una ocasión me lo he imaginado imitando al actor William Shatner durante aquella convención de ciencia-ficción en la cual el mítico capitán de la nave estelar Enterprise perdió los nervios e increpó al público presente gritando: "¡Por el amor de Dios, madurad, sólo era una maldita serie de televisión!". Pero claro, es que para sus fieles seguidores Los Pacos era mucho más que una serie; era una parte fundamental de sus vidas, hasta el punto de que muchos de ellos (y ellas) organizaban animados debates y se tiraban los trastos a la cabeza discutiendo si Sarita hacia mejor pareja con Lucas o Aitor; si Michelle y Hugo mantenían una relación sentimental secreta o no; o si la historia de Pepa y Silvia era más romántica y divertida que las antedichas. Pero puede que Pina tenga razón. Nunca nos olvidaremos de San Antonio, Paco, Lucas, Mariano, Lola, Sarita y el resto de la pandilla, pero la vida continua, y tal vez haya llegado el momento de imitar al resto del mundo y seguir adelante. Crescit eundo. Como se suele decir, siempre nos quedarán el DVD y nuestros recuerdos (al menos, mientras nuestra memoria no nos traicione). O tal vez este equivocado, que sé yo. Después de todo solo soy otro fan triste y nostálgico, como Antonio Vega, y no tengo respuestas, sólo preguntas y más preguntas. Buenas noches y hasta pronto. No cambien de canal. Volvemos después de la publicidad.
Es dificil destacar una escena por encima de las demás en una película imprescindible de principio a final, pero quizás lo más memorable de la misma tras su visionado sean esos largos planos secuencia en los que la protagonista deambula por las calles de su ciudad haciendo tiempo para no tener que regresar a su casa y enfrentarse así a su progenitor. A mayor abundamiento, todos sus intentos por escapar a su destino parecen condenados al fracaso ante la reticencia de su padre a separarse de "su princesa", por un lado, y la indiferencia cómplice de una madre (Belén Rueda) que no sólo no tiene ningún reparo en abandonar a su propia hija en semejante situación sino que además se niega a creerla cuando esta se decide por fin a revelarle la aterradora verdad.
Así las cosas, Silvia aprovecha cualquier excusa (estudios, ensayos musicales, visitas a su madre o reuniones fictícias con sus amigas) para ausentarse de su domicilio. En su silencioso vagar sin rumbo por la ciudad intuimos buena parte del miedo y la angustia existencial que acompañan a Silvia y que cristalizan en el fallido intento de suicidio al arrojarse del taxi. En una inversión siniestra de valores, lo cotidiano se vuelve aterrador y la ciudad pasa de ser un entorno acogedor a convertirse en un laberinto del que es imposible huir y en el que la protagonista parece condenada a regresar una y otra vez junto a su abusador; mientras que la residencia familiar, lejos de ser un refugio, supone la expresión última del infierno del que Silvia intenta - infructuosamente - liberarse sin conseguirlo hasta el final del filme cuando, tras enfrentarse a sus miedos y a su atormentador cara a cara, Silvia decide tomar las riendas de su existencia y empezar una nueva vida.
Para muchas personas, acostumbradas a una Michelle más alegre y jovial, este filme puede haber supuesto todo un revulsivo. La actriz deja atrás su faceta como "Lolita adolescente" (como ella misma se definía en una entrevista reciente para el Magazine de el diario El Mundo) para bordar con matrícula de honor su salto a la madurez profesional en un papel que le puede suponer una nominación a los Goyas del 2012. Todo un logro para aquella jovencita que ya desde niña soñaba con ser actriz y que con tan sólo 24 años se ha convertido ya en toda una estrella por méritos propios.
No tengas miedo se estrenó en toda España el pasado día 29 de abril después de una intensa campaña publicitaria a través de diversos medios (carteles, prensa, televisión, etc.) y haciendo especial hincapié en Internet y en la redes sociales como Facebook. Por desgracia, "En toda España" no significa necesariamente "En todos y cada uno de los cines del territorio nacional", pese al interés de las asociaciones de víctimas de abusos (y de los propios responsables del filme) porque este tuviese la máxima difusión. En principio, 80 fueron las copias distribuidas para intentar llegar en la medida de lo posible a la mayor cantidad de espectadores, aunque por pura lógica aritmética hay ciudades e incluso provincias dónde todavía no se ha proyectado. En Gijón, por ejemplo, (una ciudad de unos 277.000 habitantes) la película tan sólo se estrenó en una modesta sala de los cines San Agustín dónde apenas permaneció un par de semanas en pantalla, mientras que en muchas localidades - o incluso provincias - aun permanece inédita. En este blog ya hemos comentado en ocasiones anteriores el divorcio que parece existir entre el cine nacional y su público que afecta de rebote a la distribución y exhibición de las películas, ya que en esta época de crisis los cines prefieren apostar por caballo ganador, o sea, por películas que (en teoría) den buen resultado en taquilla (desde su siempre muy discutible punto de vista). Por fortuna, Armendáriz es un director solvente que cuenta con el respaldo de una legión de fieles incondicionales que aguardan cada uno de sus proyectos como agua de mayo, y a mayor abundamiento los resultados del primer fin de semana de exhibición fueron muy positivos, situándose la película entre las 10 más taquilleras, resultados aun más meritorios si tenemos en cuenta que su estreno coincidió con el de otros títulos mucho más - en teoría - "populares", como Thor o A todo gas 5. Sin embargo el buen hacer de Armendáriz y la excelente interpretación de Michelle Jenner, por un lado, y la intensa campaña publicitaria unida a la influencia del boca a boca a través de Internet y demás canales por otro, parecen haber despertado el interés del público en general, demostrando así que el buen cine de autor, hecho con pasión y cariño, puede hacerse un hueco en pantalla incluso en un momento tan difícil como el presente. No es descabellado pues suponer que al abrigo del éxito la película se mantenga más tiempo del esperado en las salas de cine e incluso que las copias roten llegando así a más y más espectadores.
En este sentido cabe destacar que No tengas miedo ha sido presentada hace poco en el prestigioso festival de cine de Karlovy Vary mientras que la edición en DVD de la misma se anuncia para el próximo agosto, dos factores añadidos que pueden contribuir a su éxito y difusión en beneficio tanto de la propia Michelle (cuyo nombre suena con fuerza como candidata a los Goyas del 2012 por su magistral interpretación de Silvia) como de todas las víctimas de abusos que pueden sentirse representadas - y reivindicadas - a través de este filme ejemplar llamado a convertirse en obra de referencia obligada en la materia y un nuevo éxito en el ya brillante palmarés de su realizador. Esperemos que así sea - estoy seguro de ello - y que este y otros proyectos similares sirvan para concienciarnos a todos del problema y contribuir así a erradicar esta terrible lacra de nuestra sociedad.
Intenté retomar mi rutina cotidiana, pero algo había cambiado. El apartamento seguía cayéndoseme encima, pero ya no encontraba tanto placer en bajar al Starbuck's a estudiar. Lo que antaño era acogedor y reconfortante ahora me resultaba incómodo: había demasiada gente, demasiado ruido, e incluso el café parecía más insípido que de costumbre. Me llevó algún tiempo darme cuenta de que el problema no eran el local, ni la gente o el café. El problema era yo mismo, o más bien, la ausencia de Irenka. Ella era la que hacía que todo fuera mágico, diferente y especial y yo - ahora lo sabía - estaba total y completamente enamorado de ella, pero lo había descubierto cuando ya era demasiado tarde. Como escribí más arriba, somos incapaces de reconocer lo que tenemos delante de nuestras narices hasta que un día dejamos de tenerlo.
Comencé a dar largos paseos por la ciudad, sumido en mis pensamientos mientras escuchaba música a todo volumen a través de los auriculares de mi Walkman Sony (sí, aquello que usábamos cuando no había reproductores MP3; así de viejo soy). Sin embargo, pronto descubrí que no me iba a resultar tan fácil sacarme a Irenka de la cabeza: ¿alguna vez os habéis fijado cuántos Starbuck's hay en Madrid? ¿O cuántas personas pasean tomándose un café por la calle? Era como si el universo entero se hubiese conjurado para que todo me recordara a ella.
Algún tiempo después sentí la necesidad de volver a visitar el Starbuck's. Tal vez fuera nostalgia, o simplemente masoquismo puro y duro, qué sé yo. Pero me apetecía volver a sentarme en el mismo sillón y tomar un café en recuerdo de lo que pudo haber sido y no fue. Por desgracia, mi sitio habitual estaba ocupado por una chica que leía un libro de Patricia Highsmith. Me quedé ahí parado, en seco, con una pinta más estúpida de lo habitual mientras musitaba una torpe disculpa y buscaba otra mesa con la mirada. Entonces ella levantó los ojos del libro y me dijo, con aquella voz tan dulce y familiar que ya no esperaba volver a oír:
- Puedes sentarte conmigo, si quieres. Me sobra una silla.
- Hola - tartamudeé, en un alarde de ingenio verbal - Perdona. Yo... no te había reconocido a este lado de la barra.
- Y sin el uniforme. Tú en cambio estás igual. Un poco más delgado. ¿Te estás dejando barba?
- Sí. Digo, no. Es que he andado un poco liado...
Me senté enfrente de ella mientras mi cerebro procesaba a toda prisa un millón de frases adecuadas y las descartaba con la misma rapidez, pero antes de que pudiese abrir la boca de nuevo Irenka cerró el libro y se inclinó para decirme, casi al oído:
- Tengo que confesarte un secreto, pero me da corte hacerlo. Prométeme que vas a ser un caballero y pienses lo que pienses, no te vas a reír.
- ¡Claro! Palabra de boy-scout - asentí, sinceramente intrigado.
- No estoy aquí por casualidad. Llevo viniendo todos los días a la misma hora desde hace una semana para ver si coincidíamos, pero la verdad, ya estaba a punto de darme por vencida.
Volviendo la vista atrás, ese parecía un buen momento para una réplica aguda e ingeniosa, al estilo de las de Jack Nicholson en "Chinatown"; pero mi boca fue más rápida que mi cabeza y me sorprendí a mí mismo diciendo:
- Ya que estamos en plan de revelar secretos te confesaré qué, en realidad, nunca he venido por el café...
Nos quedamos mirándonos en silencio durante unos interminables segundos, tan cerca el uno del otro que podía percibir como su flequillo oscilaba al ritmo de mi respiración. Y entonces, ella me dedicó la sonrisa más hermosa que una chica me haya dirigido jamás, y fue como si la primavera misma entrase por la puerta del local y todo a nuestro alrededor - la luz, los colores, su rostro - cobrase una nueva y mágica dimensión. Así que hice lo único que parecía tener sentido en ese momento y la besé. Estábamos rodeados de clientes, pero es lo bueno que tiene Madrid: la gente no se sorprende por nada, y todo el mundo va a lo suyo, así que nadie reparó en nosotros cuando nos fuimos, dejando nuestros cafés intactos sobre la mesa, como únicos testigos silenciosos de que alguna vez habíamos estado ahí.
- Qué nombre más bonito - comenté, cortésmente, la primera vez que me atendió en la barra.
- ¿Te gusta? Es la forma polaca de Irene, que viene del griego "Eirene" y significa Paz - me respondió, dedicándome una sonrisa tan hermosa como ella misma.
- Ah, ¿eres polaca? - pregunté, más que nada para poder seguir charlando con ella.
- No, italiana. De Nápoles. Pero mi padre sí es polaco, aunque lleva viviendo en Italia desde que tenía diecinueve años.
- ¿En serio? ¡Que mezcla más exótica! Pues hablas genial el castellano. Casi no se te nota nada de acento.
- ¡Que amable! Muchas gracias - musitó a media voz, desviando la mirada con timidez mientras me tendía mi Moka praliné. Más adelante descubrí que había venido a España con una beca Erasmus de intercambio y que una vez aquí había decidido quedarse un par de años más para perfeccionar el idioma. Día a día, café a café, nos íbamos poniendo al corriente de nuestras respectivas vidas y de nuestras peripecias por la capital. Al fin y al cabo, los dos éramos forasteros en tierra extraña. En ocasiones podíamos charlar hasta cinco minutos seguidos sin que nadie nos interrumpiese, pero la mayoría de las ocasiones teníamos que limitarnos a intercambiar un cálido saludo junto con el pedido.
Mi sitio favorito era una mesa con butacón cerca de la entrada y al lado de la cristalera, desde la cual tenía a la vez una estupenda vista de la calle así como del mostrador, y más de una vez me sorprendía a mí mismo buscando con la mirada la grácil silueta de Irenka mientras se movía por el local. Otras veces era ella la que se acercaba a saludarme con cualquier excusa (pasar el paño, o recoger la mesa) y continuar la conversación ahí dónde la habíamos dejado.
- Uf. No entiendo cómo puedes meterte todo eso en la cabeza - decía, señalando hacia la ingente montaña de apuntes.
- Te confesaré un secreto: sólo me estudio la mitad, y después rezo para que la mayoría de las preguntas sean de los temas que he preparado.
- ¡Venga ya! No te creo. Tienes demasiada pinta de empollón.
- Sí, claro. Todos los que usamos gafas somos unos genios. Ya podía - replicaba yo, con sorna, mientras mis ojos acariciaban con vida propia la delicada arquitectura de su rostro.
(Continuará)
Silva no fue el primero en dejar el barco: la gran actriz Adriana Ozores se le adelantó por poco. Sin embargo, en su caso los guionistas lograron salir airosos de la situación haciendo que su personaje se separase de Paco y se fuese a vivir a Barcelona. La marcha de Adriana Ozores pasó casi desapercibida frente al revuelo popular y mediático que causó la de su compañero en la serie, aunque no faltó quien - como yo mismo - la echase en falta. Y es que para mí Los Pacos no era sólo la historia de amor de Sara y Lucas (con todo lo bonita y adictiva que esta era) sino un auténtico microcosmos de personajes a cual más interesante e interconectados entre sí. Todos y cada uno de ellos me aportaron algo y Lola no era una excepción: su relación con Paco me hacia soñar que las familias perfectas si podian existir, y que el amor y la pasión no se agotaban con el tiempo. Para mí, su separación fue el principio del fin, el aviso de todos los desastres que estaban por venir. Pero no nos anticipemos.
El anuncio de Silva si debió caer como un jarro de agua fria en Globomedia y en A3. No en vano el suyo era unos de los tres protagonistas principales de Los Pacos (junto con Paco y Mariano) y su relación erótico-sentimental con Sara (Michelle Jenner) era en opinión de muchos, la auténtica columna vertebral de la serie (aunque a mi esta idea siempre me ha parecido un reduccionismo impropio de una gran producción como esta, repleta de buenos actores y de momentos inolvidables, pero que quieren, a la postre todos llevamos un pequeño romántico dentro). Al final, los responsables de la casa lograron que el actor aceptase una retirada paulatina de la serie, lo que obligó a los guionistas a devanarse los seos para justificar sus cada vez más prolongadas ausencias en la misma: que si estaba oculto y fuera de la ley; que si había tenido que fingir su propia muerte; o por fin tener que irse a los EEUU como Coordinador Nacional de las Fuerzas Especiales del CNI tras su boda con Sara en el episodio nº 79 ("Tiroteo nupcial"). Para mantener el interés romántico y darle un punto extra de emoción a la trama, los guionistas decidieron resucitar el viejo triangulo Lucas-Sara-Aitor, preparando el terreno para que este último pudiese ser un relevo sentimental a la altura de Hugo Silva, una idea que no fue del agrado de los aficionados más integristas y que ha dado pie a un enconado enfrentamiento que todavía hoy se mantiene en diversas páginas web y foros como los de Fórmula TV. Los partidarios de Mario acusan a Silva de ser un mal actor que huyó de la serie cansado de que intentasen enrollarle con una niñata mientras que a la pobre Michelle la tildan de "bizca" y "enchufada"; el otro bando, por su parte, le adjudica a Casas calificativos no menos ofensivos que aluden tanto a su físico como a su hipotética falta de talento profesional. Más de una vez al comentar que era seguidor de Los Pacos mi acompañante de turno me preguntaba a bocajarro:
- ¿Hugo o Mario?
A lo que yo respondía con un hilo de voz:
- No es por ofender, pero es que a mi no me van los tíos...
- Que no, imbecil. Que cual de los dos crees que hacia mejor pareja con Michelle.
- Hombre, pues yo. Pero como esa es una batalla que ya doy por perdida, la verdad es que no pienso mucho en ello -. Confesaba tímidamente un servidor, tras lo que solía tener que terminar de tomarme la copa a solas (¡Maldita espontaneidad!).
Para ser sinceros, había más de dos bandos en la contienda: pero esa es otra historia que contaremos en un par de días. Entretanto cuidense y sigan sacándole punta a las estacas, porque vamos a seguir hurgando en la herida y rompiendo tabues. Están avisados.