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El final es el principio del final (3)

Martes 2 de Agosto de 2011 21:01
 

Revisionar la última temporada de Los Hombres de Paco (la denostada versión 666) produce un efecto similar a embarcarse en el último viaje del Titanic: todo es espléndido y lujoso, pero en el aire flota esa sensación de fatalidad de quien sabe que va camino de irse a pique tras chocar contra un iceberg, eso sí, mientras la orquesta sigue en cubierta tocando hasta el último momento del naufragio. Y es que pese a todos los esfuerzos de Pina, Ecija y el resto de guionistas por mantener los antaño elevados niveles de audiencia con nuevos personajes y situaciones, amén de un tono más oscuro y milenarista, la serie estaba tocada de muerte. Si la retirada de Hugo Silva la dejó malherida, la ausencia de Michelle Jenner fue la estocada final que la remató, aunque (justo es decirlo) no todo era tan malo como se empeñan en denunciar sus detractores: simplemente, ya no era lo mismo. O tal vez esa sea la clave: para mucha gente esta última temporada es algo ajeno al universo de Los Pacos, aunque sigan apareciendo algunos de los protagonistas recurrentes, y la propia Michelle regresase embarazada (en la ficción) en un esfuerzo por cerrar algunas de las tramas pendientes. Por eso todavía hoy muchos seguidores de la serie tienen esa sensación de que falta algo, de "final en falso", y lamentan que una serie que supuso tanto en sus vidas no tuviese una digna conclusión. El problema surje a la hora de plantear cual hubiera sido el final más adecuado: ¿el último capítulo de la cuarta temporada? (según la clasificación de FTV) ¿un episodio especial de mayor duración? ¿una película para la gran pantalla? ¿todas las anteriores o ninguna de ellas? Poco importa porque la historia - nos guste o no - ya esta escrita y no se puede cambiar. Menos los fans, que seguimos llorando y anclados en el pasado, todos los demás (actores y guionistas) han pasado página y se dedican a otras cosas: Hugo Silva no contempla volver a ser Lucas Fernández, al igual que Michelle Jenner cada vez se aleja más de Sara Miranda y su rol como "Lolita adolescente". Otra cosa es que en nuestra cabeza nos los imaginemos juntos y felices, en Madagascar, los EEUU o donde sea, disfrutando de ese "Happy End" que no pudieron tener en su momento.

No tengo el gusto de conocer al denostado Sr. Pina, pero en más de una ocasión me lo he imaginado imitando al actor William Shatner durante aquella convención de ciencia-ficción en la cual el mítico capitán de la nave estelar Enterprise perdió los nervios e increpó al público presente gritando: "¡Por el amor de Dios, madurad, sólo era una maldita serie de televisión!". Pero claro, es que para sus fieles seguidores Los Pacos era mucho más que una serie; era una parte fundamental de sus vidas, hasta el punto de que muchos de ellos (y ellas) organizaban animados debates y se tiraban los trastos a la cabeza discutiendo si Sarita hacia mejor pareja con Lucas o Aitor; si Michelle y Hugo mantenían una relación sentimental secreta o no; o si la historia de Pepa y Silvia era más romántica y divertida que las antedichas. Pero puede que Pina tenga razón. Nunca nos olvidaremos de San Antonio, Paco, Lucas, Mariano, Lola, Sarita y el resto de la pandilla, pero la vida continua, y tal vez haya llegado el momento de imitar al resto del mundo y seguir adelante. Crescit eundo. Como se suele decir, siempre nos quedarán el DVD y nuestros recuerdos (al menos, mientras nuestra memoria no nos traicione). O tal vez este equivocado, que sé yo. Después de todo solo soy otro fan triste y nostálgico, como Antonio Vega, y no tengo respuestas, sólo preguntas y más preguntas. Buenas noches y hasta pronto. No cambien de canal. Volvemos después de la publicidad.

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Sobre este blog...

Bitácora personal de Jon Bauluz, Fan hasta la médula de Michelle Jenner y el atlético de Madrid, autor diletante, trabajador impenitente, arqueólogo de lo popular, hombre de pocas palabras, grandes tristezas y grandes alegrías. Mis historias y mis recuerdos están aquí. Han llenado mis años, los años en que rehusé morirme. Y por eso mismo escribo, al mediodía o a las tres de la mañana. Para no estar muerto.
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