La película comienza explicándonos por qué a Hedren la veíamos tan sobreactuada, especialmente en su primer largometraje como protagonista parecía posar para la cámara como si desfilara por una pasarela. No es que Tippi fuera mala actriz, sino que simplemente no era actriz, era modelo publicitaria cuando el señor Hitchcock (Toby Jones), siempre asesorado por su tétrica esposa Alma (Imelda Staunton), se puso en contacto con ella. Algo que consigue transmitir totalmente (en ocasiones la vemos muy sobreactuada, incluso más que la original) Sienna Miller con su impecable interpretación.
Al principio todo son buenas maneras y detalles: un buen contrato de siete años, una copa de vino, un amplio camerino con chaise lounge, champán..., pero todo tiene un límite y la joven, aunque ya divorciada, Hedren no está dispuesta a ceder en nada. No acepta a mantener relaciones sexuales ni nada similar con el director, por lo que rápidamente la relación entre ambos se enfría y el poder en plató de Hitchcock es usado como arma para vengarse de la belleza rubia. La culminación llega durante la grabación de la escena de la buhardilla, donde la actriz descubre que tiene que grabar con aves reales, algo que le había ocultado el director hasta entonces. "No quieres acostarte conmigo, pues sufrirás de lo lindo rodando esta escena", debe pensar Hitchcock, que obliga a repetir la escena más de cuarenta veces y de la que Tippi no sale solamente picoteada, sino humillada y decide abandonar corriendo.
Es en ese punto cuando el telefilm consigue hacerse angustioso (o por lo menos a mí se me hizo), con esa Tippi Hedren derrotada, impotente y destrozada, tumbada en el jardín de casa mientras la pequeña Melanie Griffith le trae un vaso de agua. Pero la rubia sabe que tiene que volver si quiere cumplir su sueño de ser una estrella, por lo que termina bajándose los pantalones, a pesar de seguir sin llevarse bien con el director. Tras el rodaje llega la promoción, donde destaca la premiere, en la que Hitchcock le hace ver a Hedren que es quien es por él y que todo el sufrimiento ha valido la pena.
Y tras "Los pájaros", llega "Marnie, la ladrona". Una película que, pese a no ser tan comercial como la primera, por lo menos tiene una historia con explicación, ya que todavía nadie ha aclarado por qué se vuelven locos los pájaros cuando su personaje llega al pueblo. Además, el papel de Marnie parece hasta hecho a la medida de Tippi Hedren, una mujer independiente a la que no le gustan los hombres hasta que encuentra a Mark, personaje interpretado por Sean Connery, quien le ayuda a superar un trauma de la infancia. ¿Es en cierta medida Mark una representación de Hitchcock? ¿El director utiliza esta película para lanzarle un mensaje a Hedren? Creo que viendo los ensayos entre ambos no hay lugar a dudas.
De todas formas, lo sea o no, lo cierto es que Hitchcock vuelve a utilizar el estudio para poner contra las cuerdas a la actriz al incluir un desnudo que, si bien no aparece en pantalla, le permite contemplar al director en vivo lo que no se deja enseñar en el camerino. Una prueba más del acoso al que se ve sometida constantemente la pasión rubia, quien desde el primer momento había dicho que nada de desnudos. Por exigencias del guion, Hedren debe teñirse de castaña (¿otro punto más de la enfermiza obsesión de Hitchcock?), pero con este cambio de tono lo único que consigue es no sentirse ella misma y se da cuenta de que ha terminado convirtiéndose en otra persona. Afortunadamente Hedren es una mujer que finalmente consigue despertar y se da cuenta de que no todo vale por ser actriz, se ha quedado sin carrera, sí, pero ha mantenido intacta su reputación.
Además de esta lucha entre actriz y director, esta TV movie muestra la extraña relación del matrimonio Hitchcock, quien no hace vida de pareja y en el que Alfred le confiesa a Tippi que su esposa es como una hermana para él, con quien se casó porque ésta se lo pidió. Lo más normal del mundo, vamos, tanto que hace que el matrimonio termine separado.
Pero los señores Hitchcock, Hedren y su hija no son los únicos personajes de la película. También destacan la secretaria, a quien da vida Penelope Wilton y quien tiene un divertido guiño hacia su compañera de reparto en 'Downton Abbey', Maggie Smith. Jim Brown (Carl Beukes), el hombre apuesto al que Hitchcock desea parecerse.
El interesante guion que consigue engancharnos desde el primer minuto está basado en un libro de Donald Spoto y su adaptación corre a cargo de Gwyneth Hughes ('The Mystery of Edwin Drood'). Julian Jarrold ('Appropriate Adult', "La joven Jane Austen") es el encargado de dirigir el telefilm que, además de recrear a la perfección las escenas míticas de ambas películas, pone al descubierto el lado más machista de Alfred Hitchcock.
Me fascinó 'Hemingway & Gellhorn' y me entretuvo y hasta consiguió hacerme reír la estupidez de Sarah Palin en 'Game Change', pero confío en que 'The Girl' arrolle en los próximos Globos de Oro. Un retrato al que todo amante de cualquier film de Hitchcock debería echarle un vistazo, vale la pena.
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