Meir (Yehuda Barkan), el abuelo de la familia, juega el papel del personaje que está descontento con el país, pues siente que el gobierno israelí ha dejado un poco abandonada a la población rural. Además de ello, también es el mediador y unificador que trata de arreglar todos los conflictos familiares, ya que por fin ha conseguido tener reunida a toda la familia en el moshav; todo esto mientras vive su segunda juventud. El punto adolescente lo pone Nati (Noa Friedman), la hermana mayor de Omri, una joven rebelde que sufrirá por amor.
¿Y qué sería de una serie sin los otros? Allí está el grupo de trabajadores tailandeses para añadir un punto cómico a la serie mientras comenta lo que sucede en ella. Pero los jornaleros orientales no se limitan a actuar de narradores de la historia, sino que sus diálogos también sirven para que veamos lo que sucede desde otro ángulo distinto al de la familia protagonista. Debido a la barrera lingüística que separa a los tailandeses de la familia, ambas partes deben comunicarse en inglés para tratar de entenderse, aunque en ocasiones ambas partes preferirían no entenderse en absoluto para no tener que afrontar los problemas.
Pero estos no son los únicos problemas de comunicación: un restaurante cuyas obras faraónicas no parecen terminar nunca, una pareja estancada que no consigue pasar página, un padre de familia incapaz de leer en inglés o una enemistad de la infancia son otras de las historias que sacuden a la familia. Un drama que trata sobre el diálogo y el entendimiento, pero que curiosamente no menciona al mundo árabe de manera directa en toda la serie.
A diferencia de otras ficciones que se desarrollan en grandes ciudades, el principal acierto es haber escogido un moshav del desierto de Aravá, un lugar agreste en el que un niño tan tierno y adorable como Omri brilla mucho más: el pequeño conseguirá sacarnos sonrisas y hacernos llorar con facilidad a lo largo de toda la temporada.
Este drama familiar sirve es también una buena oportunidad para expandir nuestros conocimientos culturales sobre el país, descubriendo un gran repertorio de música hebrea. Nos presentan a muchos grupos -de los cuales yo no tenía ni la remota idea de su existencia- como Monica Sex, Ariel Silver o Gazoz.
La serie, que consiguió en 2011 el premio de la Academia de la Televisión de Israel a la mejor serie dramática y al mejor guión dramático, cuenta con una temporada de trece capítulos y una segunda temporada todavía pendiente de estreno en su país de origen.
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