Como ya hiciera el año pasado y tras varias etapas de 'Pekín Express' emitidas, me he decidido a comparar los perfiles de los nuevos concursantes con otros de ediciones pasadas.
Sandra y Belinda, las hermanas de Eibar, a pesar de no ser ni gemelas ni santanderinas, parecen tener un carácter calcado a las primeras hermanas de 'Pekín Express', Ainhoa e Idoia. Ambas parejas destacan por su gran competitividad y son capaces de decir las cosas a la cara. También a ambas parejas las hemos visto llorar y están en continuos altibajos a lo largo de la carrera, algo habitual en este tipo de programas. A pesar de ello, ambas parejas distan bastante de los hermanos de la segunda edición, los hippies navarros recorrieron varios cientos de kilómetros en la dirección opuesta y tuvieron que abandonar el programa al tercer día.
María y Fernando, la pareja de desconocidos de esta edición están a camino entre las dos predecesoras: no ha surgido la estupenda relación que pudimos ver entre Carla y Miriam ni tampoco han acabado tirándose los platos a la cabeza como Carmen y Josemi, cuyo mal rollo les condujo a ser los primeros eliminados del formato en España. La camarera andaluza y el torero catalán tienen grandes diferencias y parece que no han congeniado, además, María no deja de recriminar a su pareja el hecho de que sea ella la única que se esfuerza por conseguir vehículo o alojamiento mientras Fernando usa como excusa que no sabe inglés. Cierto es que ir con una persona con la que no te llevas bien y que además sirve para poco se termina convirtiendo en lastre en lugar de en acompañante.
El perfil de Estrella y David, la primera pareja expulsada de la actual edición, ya lo pudimos ver en la primera adaptación del formato. La pareja sentimental sevillana, que jamás había salido de España, excepto en un viaje a Gibraltar con el Imserso, se parece bastante a Encarna y Víctor, el matrimonio catalán que nunca antes había salido de su provincia. El recorrido del matrimonio tampoco fue muy largo, pues fueron expulsados en la segunda etapa del programa.
Javi y David me recuerdan a una mala copia de Fran y Merino. Aunque los policías de Coslada eran unos chulos de mucho cuidado, como mínimo se veían auténticos y originales. Por el contrario, los auxiliares de vuelo del programa me recuerdan a un "quiero ser como ellos y me quedo en el intento". ¿Correrán el mismo destino que los merinos y se darán con un canto en los dientes al final de esta edición?
Un perfil ausente en la segunda edición que se ha recuperado ha sido el del profesor y el alumno. Si en la primera edición contábamos con José y Oier, un profesor de religión y un antiguo alumno -que a día de hoy han sido los únicos concursantes con el valor necesario para reventar el concurso-, esta vez tenemos a Javier, un profesor de matemáticas que da clases particulares a su compañero de ruta Hilario. Me temo que el enorme cinismo de Javier será el gran incomprendido de esta edición y, si llega el momento, no se morderá la lengua.
Para muchos fans del programa Manuel y Engracia son el gran descubrimiento de esta temporada. Para el resto de compañeros de edición, por lo que responden en los confesionarios, parecen demasiado cargantes. Yo no sé si los agricultores manchegos son así de per se o si exageran un poco todo para hacerse notar, el caso es que me recuerdan en parte a una caricatura de Antonio y Carmela. Ambas parejas tienen un gran desconocimiento de inglés y en su larga vida no han viajado mucho más allá de sus respectivos pueblos. Por otro lado, su aire de amigos maduros desenfadados con la vida me recuerdan a Enrique y Manolo, también de la segunda edición, aunque distan mucho de Mario y Carlos.
Hasta el momento habíamos tenido a una madre y un hijo, Bego y Noel, a un padre y un hijo, los Juanes, y a una madre y una hija, Alazne y Meritxell. Sólo nos faltaba ver a un padre y a una hija juntos y ya ha sido posible de la mano de los malagueños Marta y Manolo. Las disputas generacionales ya son un clásico del programa y este año no iban a ser menos. A pesar de que normalmente son los padres los que recriminan las actitudes de sus hijos, en este caso sucede justamente todo lo contrario: Marta no deja de enfadarse, etapa tras etapa, con su padre ya que lo ve demasiado generoso con el resto de parejas.
Aunque cada año hay alguna innovación en cuanto al perfil de casting, desde aquí sugiero otros perfiles que podrían ser bastante interesantes de cara a una nueva temporada: un abuelo y su nieto, una suegra con su nuera, una pareja católica ultraconservadora, dos extranjeros o un antenatresero y un telecinquero desconocidos y unidos por el programa.
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